OPINIÓN

Por Jorge Berry (*) – m.jorge.berry@gmail.com

Bueno, pues ya salió a la venta, y se agotó de inmediato, el libro “El Rey del Cash”, de Elena Chávez. Causó tanta expectación, que de inmediato aparecieron copias en internet y en redes sociales, así que probablemente ya leyeron por lo menos parte del libro. Y no es que Elena, ex-pareja sentimental de César Yáñez, el personaje más cercano al presidente de México Andrés Manuel López Obrador durante los últimos 25 años, haya publicado algo realmente novedoso. A través de distintos escándalos, empezando por el señor de las ligas, René Bejarano, pasando por Carlos Ahumada, por Pío López Obrador, por Mario Delgado, por los trivagos y gran parte de la familia presidencial, los mexicanos conocemos las formas que ha usado AMLO para financiar su vida y su carrera política todos estos años. Lo que es gravísimo es que a gran parte de la población no le importa.

Me alarma ver las encuestas semanales de diversos medios y tener que reconocer que todas las mentiras, las corruptelas, y terribles fallas estructurales que han hecho de esta administración un desastre no impactan gran cosa los números de aceptación presidencial.

Uno pensaría que los millones de familiares de los muertos por Covid y la violencia, por el desabasto de medicinas y por el enorme número de servidores públicos despedidos en aras de la supuesta “austeridad republicana”, se reflejarían en los números. El mito de que “a mí me cuida el pueblo” dejó de funcionar hace mucho, y ahora los enormes convoyes, casi siempre militares, lo acompañan por todo el país. Su desprecio por los 60 millones de mexicanos que no votaron por él, tampoco le han costado.

Me pregunto si no es hora de replantear esto de las encuestas. Y no solo en México. Es claro que en Estados Unidos tampoco hay ya una gran correlación entre los resultados electorales y las encuestas. Y es que el tema es que el mundo es ya muy distinto en términos de comunicación, a lo que era cuando se diseñaron los modelos que ahora usan las encuestadoras. Nunca nos dicen, por ejemplo, la cantidad de gente que no contesta, pero debe haber sufrido una reducción considerable. Enormes segmentos de la sociedad ya no usan teléfonos fijos, y en los celulares, como ya todos tienen identificador de llamadas, cada vez son menos quienes responden a un número desconocido.

No creo que estas consideraciones no se debatan en los círculos más altos del poder. Si Morena estuviera tan segura de sus números, no gastarían cantidades masivas en la compra de votos y actos de campaña anticipada. Ya en las elecciones intermedias se llevaron un susto mayúsculo, que les costó la mayoría calificada en el Senado.

Por un lado, las encuestas afirman que la aprobación de López Obrador se mantiene fuerte, pero por otro, la sensación de descontento, preocupación, enfrentamiento y violencia, se mantiene palpable entre la población en general. ¿Cuál es la verdad?

En estos tiempos en los que los fanatismos nos hacen dudar la experiencia empírica, debemos realizar una reflexión nacional sobre el rumbo al que nos está llevando el obradorismo. En cualquier métrica internacional, vamos en caída libre.

Esta enferma filosofía de la 4T que prefiere a todos jodidos, es un suicidio. Y está invadiendo nuestras aulas. La condena presidencial al “aspiracionismo” queda rota solo con ver el Instagram de su hijo “fifí” que vive en Houston.

¿No habrá algo que sacuda la conciencia nacional y nos haga ver lo que estamos enfrentando?

El estado de salud de AMLO es otra señal de alerta. Planteo un escenario: AMLO queda incapacitado, se desata la lucha descarnada por el poder. Con todo el poder y dinero que han acumulado las fuerzas armadas, ¿se quedarán al margen, gane quien gane?

Son preguntas.

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La Cámara de Diputados aprobó una ley que le permitiría al gobierno apropiarse sin más ni más de cuentas bancarias privadas con más de 6 años de inactividad. El país está endeudado hasta la garganta, las Afores, en problemas para evitar números rojos, el gobierno gastando carretadas de dinero en proyectos faraónicos y electorales, y aun así, necesitan más. Si esa ley se promulga, será simplemente otra manera de robarse fondos.

¡Hasta el viernes, amigos de Bahía y Vallarta!

(*) Periodista, comunicador y líder de opinión con casi 50 años de experiencia profesional.

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