TERCERA LLAMADA

Por María José Zorrilla

Ayer se conmemoró en gran parte del mundo el Día del Trabajo, una celebración cuyo origen se remonta a finales del siglo pasado durante una represión a una manifestación obrera en Chicago en 1886. No obstante, desde 1829 se había formado un movimiento para solicitar a la legislatura de Nueva York una jornada de 8 horas de trabajo, ocho de ocio y ocho de descanso en lugar de las 18 horas que algunos lugares obligaban a cumplir. En México se empezó a celebrar a partir de 1913.

Estados Unidos para desvincularlo de la sombre del socialismo movió la fecha para el primer lunes del mes de septiembre. En nuestro país este día es también momento de reconocer cuán lejos estamos de alcanzar parámetros de equidad y ver como día a día el mercado informal aumenta.

También la brecha de género no se ha cerrado de acuerdo con la nota publicada por el Financiero Bloomberg y de cada 100 hombres empleados sólo hay 64 mujeres y entre los jóvenes la situación no es nada mejor.

Más de 2.3 millones de ellos no están vinculados ni al sector escolar ni al laboral y el desempleo es mayúsculo porque las vacantes no pueden ser cubiertas por gente sin preparación.

Vallarta está empezando a padecer esta falta de personal calificado. En contraparte a esta realidad, hay un mundo paralelo que podría parecer absurdo, donde los jóvenes están enganchados en redes sociales, plataformas, aplicaciones y medios digitales de comunicación donde ganan ingentes sumas de dinero por desafiar retos, hacer cosas increíbles, crear expectativas con nuevos videojuegos, o por mostrarse en poses sensuales y sin ropa. Más extraordinario aún la publicidad que se les da en los medios más tradicionales.

Ayer, en El Universal, en portada una sola nota relacionada con el Día del trabajo y dos con los exitosos “influencers”. “Papás corren a su hija por abrir OnlyFans y se vuelve millonaria” y “Sobre cuerda floja tiktoker Mau Otero cruza complejo conocido como el “Pantalón” en Santa Fe. Lo extraordinario es la cantidad de dinero que ganan algunos de estos jóvenes. Por “trabajos” que antaño a nadie se les ocurriría pagar.

Desde siempre la humanidad ha pagado por ver actos extraordinarios, pero desde otras tribunas y bajo otros principios. Ahora hay chicos inscritos en Muckbang el negocio de los yutubers por ver gente comer sin parar como la estadounidense Kim Thai, o el caso del joven que ha engordado más de 80 kilos en menos de un año, está muy delicado de salud y sigue comiendo sin parar por no perder adeptos.

Están los que arriesgan su vida para enterarnos después en las noticias cómo murieron. Caída libre de un barandal a 25 metros de altura, tomarse una selfie en las vías del tren segundos antes que pase la locomotora, o permanecer debajo del agua tratando de aguantar lo más posible hasta ahogarse.

Ajena a este mundo donde hay abundancia de billetes y parece caer una lluvia de pepitas de oro sobre estos jóvenes, me puse a ver en Forbes quiénes encabezan la lista de nuevos millonarios. Allí figura MrBeast un joven de 23 años que en el 2021 ganó 54 millones de dólares por hacer acrobacias. En el último año pasó 50 horas enterrado vivo y sus videos acumularon más de 10 mil millones de visitas.

Entre el mundo digital, los retos, la carrera al espacio, las compras por internet, las nuevas tecnologías, el uso de redes sociales y las plataformas; la brecha se hace cada vez más grande entre trabajos considerados formales y los que generan especulación, expectación, asombro y riesgo.

Entre los que se sumergen en esos mundos y los que seguimos trabajando en medios tradicionales.  Ganarse el sustento en este primer cuarto del siglo XXI no es igual para todos.

Hay realidades alternas que existen y generan un muy fructífero negocio. Sin duda el trabajo está cambiando radicalmente su significado y no será únicamente el número de horas que se dedican las personas a la producción de bienes o servicios.

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