José Reyes Burgos
Mar de Fondo

El nuevo coronavirus de Wohan toma fuerza en Puerto Vallarta, con el incremento de contagios que repentinamente ha ido sumando el día de hoy; aunque sólo 7, tres de ellos fallecidos, no se trata de la cantidad, sino de la calidad de personas que ha cobrado: lamentablemente tres hombres de la clase trabajadora vallartense han perdido la vida.

Hablamos de un agente patógeno que se originó a miles y miles de kilómetros de Puerto Vallarta. Todavía a principios de marzo, cuando el virus tomaba fuerza en Estados Unidos, veíamos llegar cruceros, vuelos, había tours, fiesta y alegría. Aquello de la pandemia aún sucedía lejos y todos pensabamos, ilusamente, que la crisis no llegaría hasta acá, que todo quedaría únicamente en un susto. Nos equivocamos.

El optimismo no sirvió de nada; de la noche a la mañana, el puerto y sus playas y paseos estaban vacíos, todos los negocios cerrados y una buena cantidad de personas habían perdido ¿temporalmente? sus empleos en hoteles, touroperadoras y establecimientos que dejaron de funcionar.

Pero lejos de ver el daño económico que es un hecho será grande para Puerto Vallarta, enfoquemos estas palabras a las hasta ahora tres víctimas mortales del enemigo invisible contra el que todo el mundo se encuentra peleando.

Vallartenses que nos ha arrebatado el COVID-19

Dos OPC’s (Outside Public Contac), José Mendoza y José Sandoval, uno con 42 años y el otro apenas con 30. Ambos, compañeros de trabajo en el área de llegadas internacionales del Aeropuerto, donde con su mejor actitud recibían a turistas extranjeros intentando promover su estadía en prestigiados hoteles, hablando maravillas de nuestra región.

Tenían familias y amigos, quienes hoy ven con dolo el arrebato de sus dos seres queridos, como la mayoría en Puerto Vallarta dependientes del turismo, a manos de una causa que escapa al entendimiento de la mayoría. Y es que, una pandemia, no es asunto de todos los días. Nadie estaba preparado.

Mendoza y Sandoval se parecían a todos nosotros, quienes vivimos en Puerto Vallarta; salían a trabajar teniendo contacto con quienes visitan recreativamente este bello puerto, exponiendo su mejor cara, amables y buenos para convencer. Pero no tenemos manera de honrarlos trabajando como ellos lo hacían, pues ya no hay turistas y lo difícil será sobrevivir sin ingresos desde donde usualmente se originan.

Por otra parte, Pedro Martínez, el tercer deceso, ya tenía sus años trabajando también con el turismo: vendía sonrisas los niños de distintos países. Humildemente, durante 35 de sus 60 años de vida, cargó un bastón de madera insertado con rehiletes, manzanas azucaradas, globos y otros juguetes coloridos, mezclándose con el folclor del Malecón.

Trabajaba en la zona de las letras, caminaba, era un hombre igualmente trabajador. Pero contrajo el virus y falleció el pasado miércoles. Su hermano narra la desesperación de sus familiares al no poder velar sus restos, que el IMSS no le entregó bajo sospecha de haber muerto a cusa del COVID-19. Pedro fue cremado por decreto de la autoridad.

Unas 72 horas después de su deceso, le informaron a su esposa que la prueba dio positivo a COVID-19, era una prueba póstuma. Su familia supo lo que realmente le pasó a Pedro únicamente pocas horas antes de que la Secretaría de Salud subiera el comunicado. Hubiera dado igual que les informaran o no.

Ahora, Puerto Vallarta tiene tres familias de hombres honestos y trabajadores no únicamente en dolo, sino con miedo a ser portadores, a estar contagiados. No hubo protocolo. “Váyanse a sus casas y si presentan síntomas regresen”, es lo que les han dicho en el IMSS.

Fue en el hospital número 42 donde se les atendió a las tres personas hoy finadas, en la colonia Versalles. Preocupa, desde luego que sí, pero para muestra un botón, y ojalá que ahora sí quede claro para toda la región que esta amenaza es real, y a diferencia de un huracán, no se le puede ver venir ni es cuestión de unos cuantos días su duración.

Finalmente, recordemos que ellos son los tres casos detectados junto a 4 infortunados más, 3 de los cuales son tabajadores del sector salud que estuvieron en contacto con las victimas. Pero ya lo dijo el famosísimo López Gatell, de la Secretaría de Salud federal: por cada caso que se confirma, hay 8 que están ahí sin detectar.

Así que a tomar la delantera y quedarse en casa. A reforzar la higiene y sufrir del hambre si es necesario. El turismo debe regresar, aunque no depende de nosotros, sino de la recuperación del mundo, de los lugres desde donde vienen. La mejor manera de honrar a los que se nos fueron, es tratar de que sean los últimos.

Pues lo único que podemos hacer por ahora, es evitar que fallezcan más vallartenses y que este bello puerto no contribuya a que se propaguen más casos. La tormenta pasará, pero mientras, hay que navegar con las manos firmes en el timón, y no hundirse.

Que en paz descansen José Sandoval, José Mendoza y Pedro Martínez.

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