¿¡¿¡A 17 pesos por dólar?!?!

OPINIÓN

Por Patricia Berry - patricia.r.berry@gmail.com

Y ahora resulta que el dólar está en alrededor de 17 pesos. Pues nadie lo cree. Todos andan buscando una mano negra: que alguien, de alguna manera, nos está dando atole con el dedo; que el gobierno lo está manipulando para que AMLO presuma; que el Banco de México lo está sosteniendo; que es por la entrada de dinero de los cárteles de drogas; que…

En fin, no faltan explicaciones en cualquier tertulia, y lo que sobra es enojo y molestia, porque el peso fuerte quiere decir que las remesas de los trabajadores en el extranjero significan un menor ingreso para las familias de los que se quedan acá; las exportaciones se traducen en menores ingresos en pesos; las ventas a los turistas dejan menos ganancias a hoteles, restaurantes, o vendedores de artesanías y recuerdos; las vacaciones en el extranjero salen mucho más caras; y, para acabarla, el precio del dólar no se ve reflejado en los precios de los productos importados que cualquiera compra en las tiendas de autoservicios.

¿Por qué está el peso en 17, o menos? Yo creo que, aunque parezca increíble, la respuesta es una sola palabra: CONFIANZA. Salvo dos disparos momentáneos debidos a Trump y las elecciones, en 2016 y luego en 2020, el peso se ha fortalecido consistentemente desde que Joe Biden asumió el poder. Y, no se asusten, pero parece ir directito hacia los niveles entre 14 y 12 que prevalecían antes de tanto alboroto político en Estados Unidos y la mudanza de Los Pinos a Palacio Nacional.

Vámonos por partes. Para empezar, el tipo de cambio del peso NO ES MANIPULABLE. Resulta que el peso mexicano es la moneda emergente que más se opera en el mundo, en los mercados internacionales de divisas. El peso es una especie de representante de cualquier moneda latinoamericana, y de muchas emergentes, por la facilidad con la que se compra y vende en los mercados. Con el peso, se pueden operar futuros, opciones, y cualquier cantidad de lo que se conoce como derivados de instrumentos financieros, en Chicago, Londres o Tokio, para lo que no necesitan los billetes físicos. Esto no ocurre con el real de Brasil, o con el peso argentino, o con el baht de Tailandia, o con tantas otras monedas emergentes. Estas operaciones con el peso las llevan al cabo las grandes empresas, o fondos de inversión, para minimizar el riesgo de sus inversiones en países emergentes, cuyas monedas son menos líquidas, o más difíciles de comprar y vender, que el peso mexicano.

¿Por qué? El peso mexicano está en esta posición por varias razones, pero la más importante, yo creo, es porque ya estamos integrados a nuestro vecino, Estados Unidos, la economía más estable y más grande del mundo, por mucho. Y no sólo eso, sino también porque somos socios comerciales, y ya inseparables, tanto de EU, como de Canadá. La sinergia es tal, y la cadena productiva está tan integrada, que es sumamente difícil que algún Trump, AMLO, 4T, o quien venga, la pueda disolver.

Si nos metemos en la parte técnica y económica del tipo de cambio, nos daremos cuenta que las variables más importantes para determinar el valor del peso son evidentes, completamente medibles, y a la vista de todos: son las reservas internacionales, la balanza comercial no-petrolera (exportaciones menos importaciones), las remesas, y la inversión extranjera directa, que puede venir de empresas o particulares. Todas estas variables son el resultado de entradas y salidas de divisas que dependen de los intereses y de las estrategias de inversión de cada empresa, negocio o persona, y hasta ahora, son positivas para México. Además, por supuesto, también hay que considerar el EMBI (Emerging Markets Bond Index), que mide el riesgo del país a través de la diferencia entre las tasas de interés que pagan los bonos del gobierno de México, y las de otros países, ya que todos compiten por atraer la inversión internacional. Este diferencial también es un atractivo de México, cuando que la tasa de interés de referencia de Banxico es de 11.25%, y la del Banco de la Reserva Federal de EU es de 5.25% - 6 puntos porcentuales de adicionales, por asumir el riesgo de México.

Como ya hemos platicado, el presidente López Obrador, en la pantalla y en los comentarios de innumerables cadenas y conductores de noticias internacionales, es considerado como una aberración, un personaje que no encaja con la historia y trayectoria de México como un país encaminado al desarrollo: un Donald Trump a la mexicana. A muchos países les ocurre de vez en cuando; estos personajes dejan lecciones importantes de las que la población aprende lo que no debe dejar pasar y, con el tiempo, se vuelven una memoria amarga y agria, pero útil, al fin y al cabo.

En resumidas cuentas, el peso está en 17 porque México, como país, como destino de la inversión, inspira mayor confianza que muchos otros, a pesar de los pesares. Gracias a nuestra localización geográfica, al talento y destreza de la población, a nuestra capacidad para ver lo positivo y querer lo mejor, al inmenso regalo que son nuestros recursos naturales, nuestra tierra, nuestras playas y nuestra historia, México se cuece aparte porque, ya sea morena, rubia o pelirroja, los mexicanos somos mexicanos.

Sólo hay que pensar en lo que ocurre en Centro y Sudamérica, con gobernantes como Nicolás Maduro en Venezuela y severas dudas sobre Colombia, Chile o Argentina; Europa del Este, con la guerra entre Ucrania y Rusia, y el gran riesgo de que se expanda; en Asia, con la amenaza de Corea del Norte, la incertidumbre con respecto a las verdaderas intenciones de China, o el futuro de India y Pakistán; y no hablemos de Medio Oriente, donde reina la confusión entre la riqueza desbordada de unos, la ambición territorial de otros, y la absoluta miseria de los demás.

El peso fuerte, en 17 o menos, lejos de ser malo, es una buena noticia. Significa que el país está atrayendo inversiones, y no son inversiones especulativas. Es dinero destinado al desarrollo, a un mejor futuro. Aunque parezca increíble, es una clara señal de que desde afuera, México se ve mejor que desde dentro. Ya lo hemos comentado, los mexicanos somos los que peor vemos a México. Es bien posible que sea hora de ir cambiando nuestra opinión, y de empezar a creer en nosotros mismos, o ¿qué opinan?