Amor es… 

TERCERA LLAMADA

Por María José Zorrilla

Ante la avalancha de noticias sobre periodistas muertos y periodistas atacados desde trincheras que pueden ser más violentas que las balas mismas, nos parece inconcebible que se realicen estas confrontaciones tan escandalosas en un país resquebrajado por la pandemia, por la desigualdad y por luchas internas entre el poder y los contrapesos.

En la fecha de San Valentín, día que el calendario de la mercadotecnia lo ha explotado al extremo, podríamos empezar a darle un sentido un poco más profundo a esta celebración.

Evitar que el amor se reduzca a la compra de un regalo con un moño.  Del símbolo hemos transitado a la mercancía y no tiene nada de extraño que nos sintamos atraídos por esos detalles que muestran el amor, amistad, cariño que alguien nos profesa.

Sentirse amado es un componente necesario en el ser humano que vive, nace, se reproduce y muere bajo el influjo de ese sentimiento que puede tener una y mil connotaciones y mil y una forma de expresarse.

Sobre este tema me encontré con un estudio de la Universidad Autónoma de Hidalgo realizada por Ciro Corzo Salazar y Lourdes Sarai, donde se comenta que “el amor es una construcción cultural y cada período histórico ha desarrollado una concepción diferente del amor”.

Si bien las relaciones existen desde hace más de 5 millones de años, es desde la aparición del hombre de Cromagnon hace 50 mil años que el hombre ha tenido el mismo cerebro que tenemos nosotros ahora y por lo tanto experimentaban las mismas emociones, sentimientos, celos, deseos y pasiones que nosotros hoy día.

Cabría mencionar que al igual que otros autores, los investigadores de la Autónoma de Hidalgo afirman que el amor pasional es una construcción de Occidente, ya que en Oriente la pasión es concebida como placer, simple voluptuosidad física y la pasión es despreciada por la moral y considerada una enfermedad frenética.

Sin embargo, resulta interesante darnos cuenta de que, por amor en ambos hemisferios se han desencadenado guerras, despertado pasiones, ha sido tema de novelas, cuentos, canciones, películas y poemas, porque el amor es un sentimiento inherente al hombre en sus diversas manifestaciones: sea pasional o místico, filial, lúdico o romántico.

Su importancia radica en la ingente lista de autores que han hablado sobre el amor particularmente en Occidente.  Juan Fernando Selles de la Universidad de Valencia se permite hacer agrupaciones sobre el significado del amor. Aristóteles decía que el amor es una pasión sensible al igual que Hobbes, Freud, Sartre y Spinoza. Una pasión del alma para Descartes, Leibniz y Spinoza.

Para Platón, Tomás de Aquino, y Wojtyla el amor es una virtud de la voluntad.  Para Locke, el amor es una idea que surge al reflexionar sobre nuestro deleite y según Kierkegaard el amor es un don sobrenatural divino. Para otros el amor es un sentimiento del corazón, una potencia distinta del intelecto y de la voluntad con lo que muchos coincidiríamos. 

Podríamos seguir enumerando formas y descripciones de lo que es ese sentimiento que nos vincula con otra persona a la que se le desea lo mejor.

En ese universo de formas poéticas y frases célebres, muchas evocando un momento que se evapora, que no existe, que es imposible realizarlo a plenitud, nos encontramos con sentencias y máximas como la de la madre Teresa “El amor para que sea auténtico debe costarnos”, la de Víctor Hugo: “Los que padecéis porque amáis: amad más todavía; morir de amor es vivir”. Más impactante la de Oscar Wilde: “El misterio del amor es más profundo que el misterio de la muerte”.

Y en esta diversidad de concepciones sobre el amor, esperemos que este San Valentín además del momento festivo, reflexionemos sobre el verdadero sentido del amor.

Profundizar sobre la mejor manera de poder expresar ese amor a la pareja, a los hijos, a los padres, a los amigos. A veces en nombre del amor, hacemos cosas increíbles que se traducen en acciones mezquinas por envidia, celos o venganza

En política estas acciones son muy peligrosas.  Por eso hoy más que nunca hay que tener presente lo que expresó la autora española Lucía Etxebarria: “Quien ama no insulta ni maltrata”.