Tenía 90 años, falleció en Ciudad del Cabo 

Muere Desmond Tutu, icono de la lucha antiapartheid  

El arzobispo sudafricano, recibió el Premio Nobel de la Paz en 1984 por su activismo contra el régimen de segregación racista 

Agencias/Johannesburg 

La lucha contra el dominio blanco de la población negra en Sudáfrica durante cuatro décadas, el apartheid (1948-1991), ha generado iconos de proyección global. Ya no queda ninguno con vida. Si hace ocho años fallecía el expresidente sudafricano Nelson Mandela, ayer lo hizo su amigo íntimo, el arzobispo anglicano sudafricano Desmond Tutu, a la edad de 90 años, en Ciudad del Cabo. Igual que el primero, Tutu fue merecedor del premio Nobel de La Paz en 1984 por predicar la lucha sin violencia contra el opresor blanco y poner sobre la mesa las alarmantes desigualdades raciales. De hecho, un apunte anecdótico para explicar que Mandela y Tutu vivieron durante un tiempo en la calle Vilakazi del municipio sudafricano de Soweto, lo que la convierte en la única del mundo con dos premios Nobel. 

Una década más tarde, en 1994 , cuando Mandela se convirtió en presidente tras pasar 27 años encarcelado, Tutu recibió el encargo de liderar la Comisión de la Verdad y la Reconciliación, creada para desenterrar las atrocidades cometidas durante el régimen de dominación de los afrikáners y reconstruir los añicos a base de diálogo y perdón. De aquellos días le viene el apodo de “brújula moral de la Nación”, azote de la minoría blanca pero, llegado el momento, también de la élite negra que, una vez en el poder, se olvidó de todas las promesas de igualdad . 

“Ojalá pudiera  

callarme” 

Muchos eran antiguos aliados del partido gobernante, el Congreso Nacional Africano, increpados por el arzobispo por su incapacidad para abordar la pobreza y las desigualdades que prometieron erradicar. “Ojalá pudiera callarme, pero no puedo y no lo haré”, figura entre una de sus memorables frases. 

En la retina quedan su risa contagiosa, su buen humor, su baja estatura (apenas 1’68 metros), así como su capacidad para ponerse a bailar en cuanto oía música. Paseó estas características por todo el mundo durante la década de los 80, convirtiéndose en el líder antiapartheid mientras Mandela estaba cumpliendo una condena que duraría 27 años. 

Nacido cerca de Johannesburgo, pasó la mayor parte de su vida en Ciudad del Cabo y dirigió numerosas marchas y campañas para acabar con el apartheid desde la escalinata de San Jorge, que llegó a ser conocida como la “Catedral del Pueblo” , un poderoso símbolo de la democracia. 

Tras retirarse oficialmente de la vida pública el día que cumplió 79 años, Tutu continuó pronunciándose sobre una serie de cuestiones morales, incluyendo la acusación a Occidente en 2008 de complicidad en el sufrimiento palestino por permanecer en silencio. En 2013, declaró su apoyo a los derechos de los homosexuales, diciendo que nunca “adoraría a un Dios homófobo”. 

Entre las primeras reacciones a la pérdida se ha encontrado la del presidente de Sudáfrica, Cyril Ramaphosa: “El fallecimiento es otro capítulo de duelo en la despedida de nuestra nación a una generación de sudafricanos excepcionales que nos han legado una Sudáfrica liberada”. “Desmond Tutu fue un patriota sin igual”, ha añadido. Y de Sudáfrica al resto del mundo. Las condolencias han brotado a borbotones desde todos los rincones del planeta. 

El arzobispo de Canterbury, Justin Welby, ha elogiado a Tutu como “un profeta y un sacerdote”, mientras que el Papa Francisco ha ofrecido sus más sinceras condolencias a su familia y seres queridos. 

“Fue un mentor, un amigo y una brújula moral” que “nunca perdió su pícaro sentido del humor y su voluntad de encontrar humanidad en sus adversarios”, ha declarado el expresidente de EEUU, Barack Obama. El primer ministro del Reino Unido, Boris Johnson, ha destacado el papel “decisivo” de Tutu en la “lucha por crear una nueva Sudáfrica”, mientras que su adjunto Dominic Raab ha dicho que el adagio de Tutu de No levantes la voz, mejora tus argumentos nunca había sido más acertado”. 

En una carta dirigida a la hija de Tutu, la reverenda Mpho Tutu, el líder espiritual del Tíbet, el Dalai Lama, comentó que el mundo había “perdido a un gran hombre, que vivió una vida verdaderamente significativa”. En la memoria queda la descripción que hizo del arzobispo su amigo y expresidente sudafricano, Nelson Mandela: “Su cualidad más característica es su disposición a adoptar posturas impopulares sin miedo y esa independencia de criterio es vital para una democracia próspera”

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