José Reyes Burgos
Puerto Vallarta
Una situación recurrentemente señalada por biólogos, ambientalistas y ciudadanos en general de este destino turístico, es la presencia de aves exóticas y cocodrilos en medio de grandes hoteles, campos de golf y zonas residenciales, tales como las de Marina Vallarta y Nuevo Vallarta.
En este sentido, al haberse construído prácticamente sobre manglares, pantanos y lagunas, estos desarrollos han aislado a sus habitantes originales de todo el ecosistema en la bahía. Por esta razón, se los ve merodear, o en el caso de las aves, aterrizar y posar, muy cerca de una carretera o una casa.
En Nuevo Vallarta, por ejemplo, un gran hotel levanta sus campos de golf y parajes de puentes de madera entre lagunas que son asiduamente habitadas por cocodrilos y aves migratorias. O una laguna, junto a dos restaurantes, es el hábitat de tres enormes cocodrilos y un sin fin de tortugas, rodeados por una universidad, un hotel, un boulevard, campos de golf y terrenos en venta.
Asímismo, cocodrilos de considerable tamaño habitan lagunas de ornato en los campos de golf, junto a las aves que posan sobre los pocos manglares que han quedado en pie. En resumen, se trata de una situación ya muy asimilada por locales, y que sorprende a turistas como una atracción más.
La presencia de fauna exótica entre grandes y lujosos desarrollos y establecimientos, es sólo el reflejo de como la mancha urbana alimentada por la economía turística ha consumido cada vez más al ecosistema.
Así, es muy común vivir en una residencia y justo en el patio trasero, ver aterrizar a un ave exótica, o jugar golf mientras un cocodrilo observa a unos 50 metros, como si nada. Se trata de una coexistencia más basada en la fuerza de las circunstancias que en el respeto mutuo entre especies, pues han sido los seres humanos quienes recortaron el espacio natural de dichos otros seres vivos.