El pasado mes de diciembre, el secretario general de la ONU, António Guterres, dio la voz de alarma sobre el peligro de un conflicto de esta naturaleza. “Habida cuenta del almacenamiento de más de 13,000 armas nucleares en los arsenales de todo el mundo, ¿cuánto durará nuestra suerte?”, se preguntó. 

“La destrucción nuclear es una espada de Damocles: bastaría un malentendido o un error de apreciación para provocar no solo el sufrimiento y la muerte a una escala espantosa, sino también el fin de toda vida sobre la Tierra”. El TNP, que entró en vigor en 1970 para impedir la propagación de armas nucleares, está integrado por 191 Estados. 

Los cinco firmantes son los cinco Estados jurídicamente reconocidos como “dotados del arma nuclear” por el tratado. Otros tres países considerados poseedores de la bomba atómica (India, Pakistán e Israel) son no firmantes. Corea del Norte, por su parte, ha denunciado el TNP. 

Estas declaraciones coincidieron además con las negociaciones, en Viena, destinadas a revitalizar el acuerdo de 2015 sobre el programa nuclear iraní, moribundo desde que Estados Unidos se retiró del mismo en 2018. 

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