Bahía de Banderas, el municipio más guadalupano de Nayarit

Por Eugenio Ortiz Carreño/Bahía de Banderas

Por intención política o por coincidencia el municipio de Bahía de Banderas es el más guadalupano, pues nace exactamente en las fechas en las que se celebra el aniversario de las apariciones de Nuestra Señora de Guadalupe, ya que el 11 de diciembre de 1989 fue aprobado por el congreso el decreto 7261, el 12 se participa al gobernador Celso Humberto Delgado y el 13 se publica dicho decreto.

Esta ha sido una cuestión que ha interesado al cronista municipal de Bahía de Banderas, Eduardo Gómez Encarnación, quien consultado telefónicamente al respecto confirmó su inquietud y recalcó que efectivamente por tales coincidencias se puede considerar a Bahía de Banderas como el municipio más guadalupano de Nayarit y tal vez de México, pues además se confirma con la fe guadalupana de un amplio segmento de su población actual.

El cronista señala que de hecho eso se ha venido preguntando porque el decreto salió el viernes 11 de diciembre de 1989, el 12 el mero día de la guadalupana el Congreso, mucha gente se fue de Bahía de Banderas para acompañar al Comité que encabezó las gestiones para la separación de la cabecera municipal de Compostela para hacerle saber oficialmente al gobernador Celso Humberto Delgado Ramírez, la aprobación del decreto.

Y el día 13 de diciembre, un domingo, se publicó en el diario oficial del estado de Nayarit y esos tres días son muy cercanos a la Guadalupana y todo fue por coincidencia, a no ser que lo hayan previsto para esos días, o la voluntad de alguien de acomodar para esos días las cosas, pero es un día muy celebrado para la religión católica en México. Es el día más importante de México, dijo el cronista.

La comisión del Congreso del Estado concurrió al palacio de Gobierno Estatal para enterar al gobernador Celso Humberto Delgado Ramírez la trascendente decisión de haber promulgado el Decreto 7261 que creaba un municipio más en la Costa Sur del Estado. La Comisión estuvo acompañada por una multitud entusiasta de pobladores de la región de Bahía de Banderas, que abarrotaron la Avenida México de Tepic.

El profesor Eduardo Gómez reproduce en un reciente artículo algunos pormenores de ese festivo momento histórico en la vida de Nayarit y particularmente del Municipio de Bahía de Banderas.

“SE LA TOPARON ECHADA”

Eleno “El Viejo” abandonó el contingente al sentir que los pies le hervían en los botines. Hubiera preferido los huaraches de arpón y suela de vaqueta, pero en Tepic hace frio y los dedos saben ponerse como paleta. Sentado en la banqueta se quitó los botines composteleños, les estiró el resorte y sacudiéndolos con fuerza logró librarse de los granos de arena.

-Me traen como pollo espinado. O me quedan apretados o ya no los hacen como antes” –pensó, mientras extendía y engarruñaba los dedos como si fueran gusanos tabaqueros entrampados en los calcetines a rayas.

“El Viejo” está aquí, en Tepic, sentado en contra esquina de Palacio de Gobierno, chupándole al puro de hoja y viendo pasar la manifestación. Un cielo encapotado y gris sirve de marco a las torres estrechas de la catedral mientras la banda de Puerta de Mangos estremece la Avenida México con el corrido de Nayarit. Aquí y allá, las mantas con letras negras y rojas vitorean: “Viva el Municipio de Bahía de Banderas”.

Un día antes, el Congreso del Estado había emitido un decreto con el que se creaba el Municipio 20 de Nayarit, y Eleno llegó con la marcha que daría parte al Gobernador para manifestarle su júbilo. El golpe de la tambora lo sacó de sus pensamientos y lo puso de nuevo en la Avenida México. Al paso de la gente le divertía reconocer los rostros:

- “Aquellos son de San Juan; estos otros del Valle; los de allá vienen de Bucerías; los de la cola, de San José; el viejerío de en medio no sé de dónde sean, pero cargaron hasta con la jaula del perico…”

Alguien le hizo una seña. Le gritó: ¡Vámonos, Viejo güevón! Al grito, él se paró como picado por un alacrán en las sentaderas y botines en mano, saltando en un pie como perico en comal, se acercó a la vendimia de la esquina. Con gula de niño pegó la cara a la vitrina que guardaba la fruta en rebanadas sobre una barra de hielo. 

- ¿Están dulces las piñas, vale? –preguntó con la boca hecha agua.

El puestero, ignorándolo unos instantes, giró la cabeza y clavó la mirada en los ojos ávidos del viejo:

- Son de Las Varas, primo; como pa´ endulzar café...

Eleno devoró dos tajadas sin chile, pagó dos monedas “de a diez bolas” y chasqueando la lengua se sentó en el filo de la banqueta a cascarse los botines con intención de seguir la marcha. Cuando el hombre del puesto preguntó que “qué carajo alboroto se traía aquella gente”, El Viejo, agitado por el esfuerzo de meterse en los botines, le dijo resoplando:

- Pos, casi nada, vale: que después de tantos años, los de Compostela ahora se la toparon echada…”.