China: de la controversia a la realidad

LA MIRADA INCÓMODA

“La vida y la sociedad humana son la mayor preocupación del Confucionismo y, a través de él, la mayor preocupación del pueblo chino”: Hu Shih.

Por Alfredo César Dachary

La pugna de Estados Unidos con las nuevas potencias emergentes enfrenta al viejo modelo fordista, hoy desaparecido, pero creador del modo de vida americano (AWL), al que lo reemplazó el neoliberalismo, que emerge del agotamiento del modelo de Norteamérica, con tres acciones combinadas que dan un panorama de la coyuntura en ese país.

Primero, al inicio de los 70´, retira el patrón oro al dólar como respaldo, para ocultar un default, que no había forma de cubrir y menos con el dólar-oro.

En segundo lugar, la retirada deshonrosa del ejército de Estados Unidos de Vietnam, derrotado y humillado por un país agrario, pero milenario antes triunfador sobre los franceses, una verdad que no supieron entender y menos asumir, como país poderoso.

El tercero, derivado de la primera huelga o locaut petrolero, lo que lleva a Estados Unidos a reunir a los países productores de petróleo más fuertes y, con el fantasma de la guerra fría, los asusta o amenaza, y eso los lleva a aceptar un “neo protectorado”, donde el intercambio de fondo era además de comprarles el petróleo, darles una protección militar con la 10ª. Flota a cambio de usar el dólar fiduciario y desvalorizado en el comercio mundial petrolero, principal garantía de supervivencia del dólar.

Pero la decadencia no se limita a estos temas, sino que abarca muchas otras áreas vitales, como el presupuesto asignado a la investigación científica por el Estado que en 1944 era de 0,5%, dos décadas después, en 1964, los fondos federales para investigación se multiplicaron por 20, pero a principios de 1980, se inició un lento descenso: el gasto público en investigación y desarrollo pasó a 1,2% del PIB; en 2017 se había reducido a 0,6%.

En China, entre los 60´y los 70´, la Revolución Cultural había sepultado la educación superior y cuando Deng Xiaoping asumió el liderazgo del país, comenzó a restaurarse el sistema educativo universitario chino y desde 1990 a 2010, la matrícula china en la enseñanza superior se multiplicó por ocho y el número de graduados pasó de 300,000 a casi tres millones por año. Durante el mismo período, la participación de China en la matrícula total de la enseñanza superior aumentó de 6% a 17% del total mundial.

En 1990, el número de doctorados en Estados Unidos era 20 veces mayor que en China. Y dos décadas más tarde, China superó a Estados Unidos en esa medición, con 29,000 nuevos doctores en 2010, en comparación con 25,000 egresados en Norteamérica.

En la actualidad, seis universidades chinas se encuentran entre las 100 mejores del mundo, según la clasificación de Times Higher Education. Con este capital intelectual y científico pacientemente construido desde hace más de dos décadas, China ya no solo es el taller industrial del planeta, sino que parte de los segmentos productivos que ocupó en la división internacional del trabajo se trasladan a otros países de Asia y del Sur global, y China anhela ser el número uno tecnológico del capitalismo cognitivo.

La inversión e innovación planificada de las empresas chinas en áreas estratégicas como la inteligencia artificial, el 5G, el Big Data, las tecnologías de reconocimiento facial o el potencial vertiginoso de la informática cuántica tiene dimensiones de ciencia ficción, para un país que logró en medio siglo llegar y, en muchos casos, superar a las metrópolis del capitalismo central.

Esto plantea interrogantes complejos sobre las interacciones y las posibles sinergias entre un sistema tecnológico futurista y un modelo político-civilizacional sui generis, que combina hiper desarrollo y las raíces milenarias del confucionismo especialmente, y quizás allí esté parte de la especificidad de un modelo que ha logrado triunfar sobre la mayor tragedia humana, la pobreza, y en ese largo período no inició ninguna guerra, algo que reconoció Jimmy Carter para explicar el éxito de China.

Así como nos ha sorprendido el éxito de Facebook como modelo de negocios y su impacto en la sociedad, en China está WeChat, un nuevo pilar de la sociedad china y, por ende, el papel que tiene en el desarrollo de China como potencia de alta tecnología y ello explica que es un modelo de una nueva generación en el que Facebook está interesado.

En China en el 2019, existían 872 millones de personas que se conectaron a internet a través de un teléfono inteligente, y un iPhone cuesta 439 dólares en China, pero los productos chinos, Huawei o Xiaomi valen menos, y en las últimas estimaciones hablan de un ingreso medio de 12,000 dólares anuales, así que da una idea del costo relativo de estos teléfonos, según Simone Pieranni, corresponsal y especialista en China del diario de izquierda Il Manifesto y creador de la agencia de prensa China Files.

WeChat está involucrado en toda la vida social y pública de las personas, por lo que es realmente difícil prescindir de él, y esto se vincula con un modelo de negocios que consiste en ganar dinero con las transacciones, cosa que por el momento Facebook, Instagram y WhatsApp no hacen.

Mientras el crecimiento no se detiene, el sistema está atento al desarrollo del mismo, ya que se trata de un modelo orientado a generar una sociedad más equilibrada, no igualitaria, y en esta nueva década y en medio de la pandemia se han dado ejemplos concretos del control para mantener estable al sistema.

En noviembre de 2020, el gobierno chino detuvo la oferta pública de ‎adquisición de acciones del Grupo Ant, propiedad del multimillonario Jack Ma y que es el brazo financiero de Alibaba, la empresa líder de Ma.

Este hecho interno de China colocó a todo ‎el capitalismo no chino, en defensa de Jack Ma por atreverse a ir contra el hombre más rico de China, así los capitalistas chinos y no chinos vieron cómo se fortalecía el papel del Estado ‎‎del bien público, ya que lo que estaba en juego era la gobernanza del ‎sector bancario chino que, a diferencia de lo que sucede en Occidente, está totalmente en ‎manos públicas. ‎

En este caso había un contraste que expresaba ‎dos puntos de vista difíciles de conciliar: Ma y otros como él, impulsan el desarrollo de ‎innovaciones financieras sin considerar los riesgos para millones de personas mientras que, para ‎el gobierno chino es imprescindible prevenir y desmontar ‎los riesgos que para millones de personas siempre generan los mercados financieros cuando hay en el mundo ‎precedentes como la crisis de 2008, provocada precisamente por algo similar en Lehman ‎Brothers. ‎

China ha frenado a las distorsiones del mercado con contramedidas muy ‎fuertes que van más allá de Alibaba y de sus empresas y esas medidas afectan a todos ‎los grupos del capitalismo chino, especialmente a los del mundo digital y los que ‎operan centrados sobre todo en el crédito.

Pero los ajustes no se limitan al sistema financiero y al comercio mundial, sino que han penetrado en un tema central: la educación, ya que la nueva ley aprobada por el gobierno chino para el sector de la educación restringe bastante los ‎privilegios de que gozaba la enseñanza privada. En un tema más “ideológico” también está recuperando ‎textos escolares de contenido propio, alejándose del modelo occidental y limitando también ‎esta forma tan importante de penetración del capitalismo en las nuevas generaciones.

En agosto de este 2021, se ha dado otro fuerte frenazo a temas que pueden llegar a ser tóxicos para las nuevas generaciones, y se aprobó la adopción de medidas ‎sobre la industria de los videojuegos y su impacto en los menores. ‎

En el XIV Plan Quinquenal, aprobado en octubre de 2020 se establece una “combinación flexible” de capital público y privado, aunque destacando que “es el Estado ‎el sujeto principal de la economía y quien establece las condiciones económicas”. O sea, ‎el interés de las empresas privadas está subordinado al Estado, como ha quedado ‎palmariamente comprobado con la pandemia y en la forma como China la enfrentó y está ‎resultando muy claro también ahora, con las medidas aprobadas y las que vendrán que están causando sorpresa y alarma en el mundo capitalista occidental. ‎

Efectivamente, no se lo esperaban, ya que no han entendido ni entienden a China ‎ni el marco en el que todo esto se está haciendo y es que cuando China habla de ‎‎prosperidad común y de ser un “país moderadamente próspero”, es precisamente lo que ‎está haciendo con la “circulación dual o doble circulación”, que es reequilibrar la economía china ‎hacia el consumo. En otras palabras, se acabó aquello de ser la fábrica del mundo.