By Por Eugenio Ortiz Carreño/Bahía de Banderas
Hace algunas décadas, no muchas, nadie podría imaginar el futuro de un pueblo de pescadores como la Cruz de Huanacaxtle, donde a la sombra de añejos árboles de huamuches, almendros y palmeras los pescadores remendaban sus redes para continuar con su actividad al día siguiente.
En la pequeña dársena que invadía hasta cerca de las primeras casas, solo había barcas de pescadores, y solo en las fiestas de mayo, se llevaba a cabo el tradicional concurso de fotografía, conocido como la “caza de la ballena jorobada”, en el que participaban decenas de fotógrafos de la región, e incluso fotógrafos profesionales de otros estados, que salían a bordo de lanchas de los mismos pescadores.
Hoy en el lugar de la dársena se encuentra la marina más grande de la zona, la Marina la Cruz de Huanacaxtle, y en ella se encuentran resguardados cientos de yates y además, amarran varios catamaranes turísticos, como el conocido barco “La Chica Loca” que todos los días realizan paseos a las Islas Marietas, donde se practican toda clase de deportes acuáticos como el snorkel, o incluso la pesca deportiva.
Pero también se sigue buscando la Ballena Jorobada, y los alegres visitantes regresan fascinados por los paseos que se realizan por el avistamiento de ballenas, pues aunque aún no arranca la temporada oficial los gigantescos cetáceos ya se dejan ver por los encantados paseantes nacionales y extranjeros.
OCUPACIÓN AL ALZA
Según refirió el harbor master de la Marina la Cruz, Rafael Alcántara, en esos barcos se embarcan 500 turistas o más diariamente para recorrer la Bahía de Banderas y apreciar sus inigualables bellezas como las islas Marietas o visitar las playas escondidas como la “Playa de la Nopalera”.
Eso muestra que la Cruz de Huanacaxtle, sigue siendo un foco de actividad turística, como en antaño, cuando en sus playas había saladeros de pescado que luego era llevado a los mercados del sureste, a Oaxaca y Chiapas después de haberse secado.
Y desde luego que sigue en la memoria de quienes lo vivieron aquel festival de desfile de embarcaciones, cuando salían de El Anclote, de Punta Mita, de Nuevo Vallarta, de Bucerías, de Sayulita, de la Cruz de Huanacaxtle, muchas lanchas y se juntaban en algún punto del centro de la Bahía y de ahí se enfilaban todas al muelle de la Cruz, donde se hacía un festival para todos, con la actuación del ballet Mexcaltitán.
Ahí también se hacía la premiación de las embarcaciones mejor adornadas, que habían participado en el desfile y todos sintieron que el contador Héctor Paniagua suspendiera ese festival en su primera administración, el cual lo había iniciado el gobierno del Estado encabezado en ese entonces por el licenciado Celso Humberto Delgado, y se pasó al municipio, pero dando todo el apoyo.
Era el festival de Bahía de Banderas, con el eslogan de “la Fiesta de la Tradición”, el cual tenía muchos eventos en un solo día, pues se procuraba involucrar a todos los poblados de Bahía de Banderas, se cubrían los cerca de 20 poblados del naciente municipio, y se organizaban para tener actividades. Incluso a veces se hacían actividades en 3 o 4 puntos de Bahía y a lo largo sumaban muchos eventos.
En la cabecera municipal, Valle de Banderas, se hacía una muestra típica de comida regional, comida casera, y otro era el concurso de trajes típicos, pero hechos por las señoras de los pueblos, y un espectáculo sensacional era el paseo del “toro de once”, que es una tradición de Bahía de Banderas. Se trataba de “vestir” un toro grande, adornarlo, y era acompañado por una mojiganga. Se iban por la calle principal de la población, con música y toda la gente. Es una tradición típica del municipio y era un atractivo para los visitantes nacionales y extranjeros.
Hoy queda el sabor del recuerdo al contemplar la hermosa marina y todo el desarrollo inmobiliario de los alrededores que dan vida urbana a uno de los más bellos pueblos de pescadores de la costa nayarita.
