TERCERA LLAMADA

Por María José Zorrilla

Gran parte de los encabezados de los periódicos comunican noticias desagradables y alarmantes, por la guerra en Ucrania, los problemas en África, en el Amazonas, los talibanes en Afganistán, la hambruna en Yemen, el cambio climático, las nuevas olas de Covid-19, la subida de precios de gas, petróleo.

Ingente puede ser la lista de situaciones que si bien ya vivíamos en una crisis desde antes que comenzara la guerra, ahora el problema alimentario empieza a ser una terrible amenaza para la humanidad.

The economist hace poco dedicó su portada a “la catástrofe alimentaria que se avecina”, la realidad es que las predicciones pueden ser bastante peores. China, el mayor productor de trigo declaró que este año puede ser la peor cosecha de su historia por el retraso de las lluvias, y la India el segundo mayor productor a escala mundial como lo manifiestan en The Economist, también verá mermada su producción por falta de lluvia, igual que el cinturón del trigo de Estados Unidos y la región del Cuerno de Africa.

Hay otros que no ven la panorámica tan negra y a pesar del conflicto ucraniano, David Beasly el actual Director Ejecutivo del Programa Mundial de Alimentos, considera que si el programa recibiera fondos suficientes “podemos evitar el hambre y podemos evitar la desestabilización de las naciones y la inmigración masiva”.

Ante este tipo de noticias me llegó un video realmente halagador de un mexicano que ha logrado cosechas increíbles y romper récords de producción por hectárea, como consecuencia de 20 años de estudios e investigación.

Se trata de Ernesto Cruz González un agricultor de los Altos de Jalisco que fue contratado por el gobierno de China al no ser tomado en cuenta en México cuando en su rancho al sur del estado de Jalisco, estuvo a escasos 100 kilos de romper el récord mundial de cosecha. Nada lentos, los asiáticos se lo llevaron para incrementar la producción sobre todo en áreas donde la tierra y la lluvia no son las óptimas.

“Nadie es profeta en su tierra”. Don Ernesto había logrado producir en su rancho 22.4 toneladas por hectárea en un principio cuando comúnmente un agricultor mexicano solo produce dos. Mientras que acá sufrió el desprecio de sus connacionales, los del Gobiernos Central de China le dijeron que se quedara, le ofrecieron maquinaria, rancho, y tierra para transferir su tecnología. Ha llegado a producir 40 toneladas por hectárea y quiere llegar a 60. Ha dado conferencias con el grupo de los G-20 y está convencido que las cosas se pueden lograr con voluntad y trabajo.

No es un proceso sencillo, su técnica se basa en el mejoramiento de la tierra, a través de nutrimentos de los campos, para que la tierra pueda producir tanto como la naturaleza lo permita. Se requiere de un diagnóstico y de empezar poco a poco, pero lo más importante la voluntad, la pasión. No se requieren transgénicos, pero sí mucha tecnología y trabajo.

Sus padres lo formaron con una visión muy competitiva. Al terminar la escuela de Agronomía se fue a Mexicali y allí aprendió a cultivar la tierra. Ante la firma del TLC regresó a casa y sus padres les dijeron o producen igual que en Estados Unidos a bajo costo o se olvidan de ser macieros. Y como lo declara ante Jose Trinidad Méndez, de AM Guanajuato. No se trata de dar subsidios a quienes no trabajan, a los flojos. “Hay que dar subsidios a la productividad porque el que más trabaja es el que más merece, no regalar el dinero”.

Condecorado como el mejor agrónomo graduado en los más de 50 años de historia que tiene la escuela de Agronomía de la UdeG, menciona que detrás del éxito está el respeto a la naturaleza y la idea de ser mejores.

En el Día del Padre, reconocemos que la semilla de esta increíble historia empieza en casa y los resultados pueden extenderse a lo largo y ancho del país, pero se requiere de una estrategia real de productividad, visión a largo plazo, inversión planificada y ganas de trabajar.

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