Crece el desorden urbano y turístico en calles y avenidas de Sayulita

Por Eugenio Ortiz Carreño/Bahía de Banderas

Las chicas extranjeras parecen estar muy felices en las calles de Sayulita, unas bailan y se contorsionan a la primer provocación con la música que sale de las bocinas que tienen algunos comercios, otras canturrean y miran la mercancía que se exhibe a la altura de sus ojos, otras recorren las tiendas como si anduvieran en un mercado.

Los varones, mientras tanto, comen y toman cerveza mientras ocupan las mesas de la calle que los restaurantes sacan al arroyo empedrado, porque en Sayulita no hay ley que se los impida. Una taquería en plena banqueta está rodeada de jóvenes y alrededor de la pequeña plaza las cafeterías están a reventar.

Así está Sayulita casi todos los días desde Semana Santa y semana de Pascua, pero algunos meseros de restaurantes no están del todo satisfechos, como Guillermo Rodríguez, más conocido como “Guango”, del popular restaurante Costeño, uno de los más antiguos que se encuentra sobre la playa.

En el Costeño” inexplicablemente las sillas están sobre las mesas, mientras los amigos del dueño platican y solo una mesa se encuentra en la calle y está totalmente ocupada con media docena o más de hombres que beben cerveza, para mitigar el calor de mayo que ya cala en esta playa.

Desde la terminal de camiones Sayulita sorprende al visitante, porque hay muchas casas y negocios nuevos. A lo largo de la banqueta izquierda hacia el centro, está lleno de negocios “que antes no había”, y han desaparecido personajes típicos como el vendedor de cocos fríos, pero han aparecido otros vendedores con sus hieleras o cajones térmicos donde venden comida.

Es viernes y está montado el mercado semanal que se instala en un terreno, antes de cruzar el arroyo Sayulita, que está totalmente seco y por eso es usado como estacionamiento por decenas de vendedores. El Estadio de Beisbol, está también totalmente copado de sombrillas y parasoles, de comerciantes que ya tienen su mercancía instalada en las paredes.

Al pasar el puente del arroyo Sayulita, es el acabose con la gente que va y viene en parejas o en grupos y la mayoría de ellos extranjeros que buscan que comprar o qué comer en los restaurantes o puestos de comida callejeros.

HIGINIO, EL MESERO INCONFORME

No obstante, ese ambiente no anima a meseros como Higinio, que desde hace dos años llegó a Sayulita procedente de Santiago Ixcuintla y que considera que “Sayulita ya no es el de antes”, cuando había menos restaurantes, pero se llenaban todos.

Lamenta que hay muchos restaurantes y comenta que a la mejor los que están arriba (en la plaza principal) sí estén llenos, tal vez la gente prefiere esa comida, pero los que están a la orilla de la playa no. El restaurante donde trabaja es el “Alas Blancas” y hoy hubo capacitación y por eso no hubo servicio.

Higinio reconoce que siempre hay gente en la playa, pero la mayoría de esa es gente que trae su propia cerveza, hasta cartones llenos, y van al supermercado a comprar jamón y no consumen nada de lo que ofrecen los restaurantes ribereños.

Mientras los que manejan sus escuelas de surf cargan sus tablas para renta, o buscan interesar a los jóvenes extranjeros para aprender a surfear.

Así está Sayulita, con cada vez más comercio, con negocios en la calle, con gente, mucha gente que camina y disfruta el ambiente “chic” el Pueblo Mágico.