EDITORIAL

Recientemente se llevó a cabo en Mazatlán, Sinaloa, la 29ª Conferencia y Feria Comercial de Cruceros, organizada por la Asociación de Cruceros Florida-Caribe (FCCA), con la participación de 600 representantes de destinos turísticos y ejecutivos de líneas de cruceros internacionales, especialmente de México, el Caribe y Estados Unidos.

Al final del evento, la nota fue que los actores del sector de los cruceros internacionales acordaron enfocar sus esfuerzos para mejorar –dicen- aún más los beneficios para los destinos turísticos a los que arriban.

Por supuesto que entre estos destinos turísticos de playa se encuentran Puerto Vallarta y Riviera Nayarit, considerados baluartes de la ruta de la Riviera Mexicana del Pacífico, que comparten precisamente con Mazatlán y Los Cabos.

No sorprendió que el consenso haya sido generar más beneficios para los destinos turísticos, es más, ya se habían tardado varios años.

Lo que verdaderamente sorprendió fue el compromiso asumido de buscar opciones para llevar a cabo esta premisa de beneficiar más a los destinos, sobre todo por aquello de que prometer no empobrece, sino que cumplir es lo que aniquila.

Y es que si por algo se ha caracterizado el sector de los cruceros internacionales en Puerto Vallarta y Riviera Nayarit en todos estos años es por aportar poco o nada para mejorar las condiciones de este destino turístico regional a donde navegan desde hace más de 40 años.

Es innegable que el sector genera derrama económica con cada arribo de crucero, lo lamentable es que solo unos cuantos –entre empresas y prestadores de servicios turísticos- se beneficien de ese dinero que dejan los miles de pasajeros que bajan del barco.

Fuera de ese dinero que se embolsan algunos, no conocemos más beneficios para el destino turísticos y, por el contrario, existen algunos problemas que se provocan con la presencia de tantos turistas que permanecen solo unas horas en la ciudad.

Para empezar, se saturan varias zonas de la ciudad con la presencia de decenas de pasajeros, empezando por la avenida Francisco Medina Ascencio frente a la terminal portuaria, además del malecón y el centro de la ciudad.

Se nota también un tráfico vehicular cargado, saturación en los servicios de transporte y la asignación de elementos adicionales de Tránsito Municipal en los cruceros principales para garantizar la seguridad de los visitantes de ocasión.

Esto, claro, amén de los corajes que hacen decenas de restauranteros y propietarios de negocios que reciben las migajas que dejan los grandes acaparadores de los grupos de turistas que son guiados por el centro de la ciudad.

Y no es que estemos en contra de la llegada de los cruceros y el descenso de miles de pasajeros, pero los participantes de la 29ª Conferencia y Feria Comercial de Cruceros dieron –solitos- justo en el clavo: Se deben mejorar aún más los beneficios para los destinos.

Es justo preguntarse, entonces, ¿cuáles son los beneficios que deja el sector de los cruceros en el destino?, ¿qué debe hacerse para generar más beneficios? y ¿qué hacer para que el dinero permeé entre más negocios y prestadores de servicios?

La crítica, en consecuencia, sigue siendo que no hay derrama económica para todos o al menos para una mayoría, precisamente por el acaparamiento de los grupos de pasajeros y la sobrecarga urbana que provoca la presencia de cientos de personas, entre los otros problemas señalados párrafos arriba.

Si el sector de los cruceros internacionales y sus representantes no son capaces de generar más y mejores beneficios para la mayoría de los negocios en un destino turístico como Puerto Vallarta y Riviera Nayarit, entonces las conclusiones de la 29ª Conferencia y Feria Comercial de Cruceros de la FCCA serán solo buenas intenciones sin esencia ni trascendencia.

Estaremos, entonces, condenados a seguir sufriendo los corajes, quejas y reclamos casi de infarto de empresarios, restauranteros y comerciantes del centro, la sobresaturación de servicios, caos vial y aglomeraciones que seguirán beneficiando solo a unos cuantos, ante la mirada incrédula de quienes esperan más de una industria que aporta poco a la promoción, desarrollo y crecimiento del destino turístico a donde arriban sus barcos.

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