José Reyes Burgos
Puerto Vallarta
La industria de los cruceros se encuentra prácticamente arruinada, pues con el estallido de la pandemia mundial de coronavirus, los viajes turísticos en alta mar dentro de grandes embarcaciones ya no son posibles, no únicamente para prevenir contagios, sino porque literalmente han quedaron prohibidos por los gobiernos del mundo.
Las tres principales empresas navieras de Estados Unidos, Norwegian, Royal Caribbean y Carnival, pierden más de 46 mil millones de dólares y sus acciones en la bolsa de valores caen a niveles mínimos. Desde los atentados del 11 septiembre del 2001, no se veían en silencio puertos como los de Miami, Puerto Cañaveral, Galveston, Nueva York, Seattle y Nueva Orleans, lugares de origen para la gran mayoría de los cruceros y que todos los días tenían actividad.
Y es que luego de que durante lo que va de la crisis sanitaria, 25 cruceros registraran brotes de coronavirus a bordo; el más trágico el del Grand Princess (que pasó por Puerto Vallarta), donde murieron 10 de sus pasajeros; el paro para los viajes en altamar fue decretado.
Asímismo, docenas de embarcaciones se quedaron con sus pasajeros en altamar sin tener a donde regresar, por el miedo de los puertos a un brote de COVID-19. A Puerto Vallarta tan sólo la semana pasada llegaron 3 barcos, dos con pasajeros, que fueron repatriados con un puente aéreo, y uno únicamente con la tripulación.
La tragedia es mayúscula para toda esta industria millonaria y todos los destinos turísticos a los que estas enormes embarcaciones arribaban; tal es el caso de Puerto Vallarta, que de esperar una de las mejores temporadas, paso a estar recibiendo barcos en emergencia y a sufrir la cancelación de todos sus arribos.
Ante el regreso de sus enormes embarcaciones a puerto, para ser almacenadas hasta nuevo aviso, y mandando a descansar a sus tripulaciones, dos de estas navieras, Carnival y Princess Cruises, han decidido despedirse de la gente con un mensaje de optimismo: «vamos a volver».
Con esta frase, en inglés, escrita en sus ventanas encendidas durante la noche, ambas navieras contagian de una leve pero significativa esperanza al mundo, cuando millones de personas que dependen del turismo pierden su empleo a falta de actividad en el rubro. Las imágenes ya son virales y hacen echar de menos a esas enormes embarcaciones que hace apenas 15 días todavía dejaban derrama económica para todos y propiciaban vacaciones inolvidables a muchos.