OPINIÓN

Por Jorge Berry (*) – m.jorge.berry@gmail.com

“Don’t Look Up” es una película que se está trasmitiendo por Netflix. Tradujeron el título como “No mires arriba”, y tiene un reparto de lujo. Leonardo Di Caprio, Jennifer Lawrence y Meryl Streep, todos ganadores de Oscar a mejor actor o actriz, pero eso es lo de menos. No se la pierdan.

Tal vez recuerden una película de 1997 titulada “Wag the Dog”. Esa también tuvo un reparto extraordinario, con Robert De Niro y Dustin Hoffman. A través de la sátira y el humor negro, “Wag the Dog” hizo una severa crítica al gobierno de entonces en Estados Unidos, encabezado por Bill Clinton. La película quedó instalada en el imaginario popular de EU, y es el antecedente directo de “Don´t Look Up”. Les adelanto un poco de trama, sin echar a perder el desenlace.

Dos científicos, (Di Caprio y Lawrence) descubren un cometa de gran tamaño que impactará a la tierra dentro de seis meses. Finalmente, logran una entrevista en la Casa Blanca, ocupada por una presidenta (Streep) que es una versión femenil de Donald Trump.

Por supuesto que todo es un ejercicio de imaginación, pero la profunda sátira política que contiene es una señal de nuestros tiempos. El gobierno intenta manipular la catástrofe a su favor, para obtener ventaja política momentánea, y estimula argumentos anticientíficos para justificar sus posturas, de paso convenciendo a la parte ignorante del electorado, de que el peligro no es real. Es decir, populismo puro. Saben que la gente no quiere creer en la tragedia que se avecina, y les da argumentos para no hacerlo.

Lo que muestra la película ya ocurre tanto en Estados Unidos, como aquí en México. Recuerden la respuesta original de Trump y de AMLO cuando llegó la pandemia. “No pasa nada”, decían. Intentaron crear escenarios ficticios al margen de la ciencia, para no perder popularidad. Las consecuencias fueron millones de muertes. Estados Unidos y México, de los peores evaluados en cuanto a respuesta a la pandemia.

En México, seguimos encabezando al mundo en muertes de personal de salud. Imposible dejar de mencionar que el charlatán de Hugo López-Gatell contribuyó más que nadie a la tragedia, vistiendo de “científicas” a políticas erróneas, basadas únicamente en consideraciones electorales. Qué condenada diferencia con el Dr. Fauci de EU, que prefirió romper con Trump antes que justificar sus locuras.

El famoso cometa de la película, no es más que la versión turbo de lo que ocurre con el calentamiento global. El cometa es inminente, y por ello los escenarios se vuelven inmediatos, pero está ocurriendo exactamente lo mismo: los gobiernos encuentran motivos políticos para no responder a una emergencia global, y nos llevan al baile a todos.

Es una gran película.

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Las cosas se han puesto terribles en Zacatecas. El crimen organizado decidió retar abiertamente al gobierno del estado. El gobernador es David Monreal, hermano del presidente del Senado, Ricardo Monreal. La elección de Zacatecas, como tantas otras en el país, fue operada por los viejos priistas, quienes ahora en Morena aplican las mismas técnicas de sus mejores años.

Solo así se puede explicar el triunfo de Monreal, un hombre con un pasado lleno de escándalos, siempre protegido por el manto de su hermano.

El jueves, amanecieron 10 cadáveres frente al Palacio de Gobierno. Casi todas las víctimas, originarias de Sinaloa. El gobernador, en un mensaje en redes sociales, se encomendó a Dios (literal).

Varios telefonemas después, se anunció la llegada de elementos del Ejército y Guardia Nacional, para ayudar a la seguridad estatal. Es decir, el gobernador no puede con el paquete. Mientras, siguen los asesinatos, que promedian más de 30 diarios en el estado.

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Más cerca del terruño, el gobernador de Nayarit, Miguel Ángel Navarro, parece enredado en la retórica obradorista. No sorprende, porque ganó la gubernatura hasta el tercer intento, al igual que AMLO. Bienvenidas sean sus auditorías y revisión de cuentas, mientras no se conviertan en una cacería de brujas. Pero alguien debe informarle que él es el gobernador, no el dueño, del estado. Los dueños somos nosotros, y solo nosotros podemos decidir cambiarle el nombre a Nuevo Vallarta.

¿No habrá algún colaborador que sepa de mercadotecnia? Porque Nuevo Vallarta es una marca que vende, por sí sola. ¿Nuevo Nayarit? ¿De dónde sale esa locura?

Espero que el gobernador Navarro no se instale en la lógica del cambio por el cambio mismo. Que se acuerde lo caro que nos está saliendo a todos el cambio del aeropuerto de Texcoco a Sta. Lucía. Y si tanto le preocupa la presencia de nomenclatura, debía ordenar a su secretario de Turismo que deje en paz a Riviera Nayarit. Ha costado mucho esfuerzo y dinero establecer esa marca.

FE DE ERRATAS

En el artículo del viernes escribí sobre quienes nos refugiamos en Vallarta y Nuevo Vallarta buscando mejorar nuestra calidad de vida. Mencioné a británicos, canadienses, gabachos, chilangos y hasta tapatíos.

El ingeniero Ricardo Madero me señaló, con cierto reclamo, que no me referí a los regios que también encontraron aquí su paraíso. Hay muchos, y de enormes contribuciones a nuestra comunidad.

¡Hasta el viernes, amigos de Bahía y Vallarta!

(*) Periodista, comunicador y líder de opinión con casi 50 años de experiencia profesional.

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