De las experiencias a las sensaciones, así evoluciona el turismo  

OPINIÓN

Por Marc Murphy (*) - Marc@MexicoPacificLifestyle.com

¡Hola a todos!

Al reflexionar sobre el turismo y las nuevas tendencias surgidas tras la pandemia, me han surgido algunos cuestionamientos que espero me ayuden a discernir: ¿Qué busca realmente el nuevo viajero?, ¿qué lo motiva a elegir un sitio para vacacionar entre una enorme lista de destinos turísticos? Podríamos decir que busca buenas playas, buenos hoteles, paisajes fabulosos o gastronomía, pero esos son atributos que poseen un sinfín de destinos. Entonces, ¿por qué elige un lugar por encima de otro? Desde mi punto de vista profesional, puedo afirmar que los motivos son variados, aunque hay tres ejes comunes: relajarse, desconectar y vivir experiencias únicas, sobre todo estas últimas.

En este sentido, el concepto mismo de viajar ha sufrido un cambio en los últimos tres años, porque las personas ya no solo viajan para conocer, sino para tener experiencias. Dicho en otras palabras, no se hace turismo “para ver”, sino “para hacer”.

Lo anterior es reafirmado en un informe reciente de Marriott Bonvoy Moments, el cual indica que el gasto turístico en experiencias ha aumentado este año un 34% por encima de los niveles de 2019, con una tendencia al alza. Y es tal la demanda de experiencias que incluso ha surgido un nuevo segmento, el turismo experiencial, definido por Carlos Sánchez –autor del libro Los 5 pasos del Turismo Experiencial– como “Una vivencia satisfactoria que se consigue cuando el individuo atribuye significado a aquello que hace durante su viaje”. En pocas palabras, estas vivencias deben ser únicas para ser dignas de ser recordadas y contadas.

Sin embargo, incluso el término de “turismo de experiencias” está quedando atrás, por lo menos en el sector de alta gama, dejando su lugar al “turismo de sensaciones” o “turismo de emociones”. ¿Y de qué va todo esto?, bueno, pues no es otra cosa que el “conectar” con las personas, de no olvidar el “trato humano”, más allá de ofrecer un hotel lujoso, perfecto y exclusivo. En pocas palabras, la diferencia en los hoteles y en cualquier otra empresa turística la hará el personal, no el edificio.

Ante esto, los destinos y empresas turísticas tienen la gran oportunidad de diseñar productos que conecten con los viajeros de una forma sentimental y emotiva, construyendo entornos que brinden confort y seguridad.

Y aquí es donde retomo mi pregunta inicial: ¿Qué motiva al viajero a elegir un destino por encima de otro? De entrada, puede ser el precio, la cercanía, la conectividad aérea, el buen marketing de los atractivos turísticos, factores que, sin duda, ayudan a “vender” al destino, pero serán las experiencias auténticas a través de la vista, el oído, el tacto, el gusto y el olfato –ya sea al hacer la reserva de un hotel, al hospedarse, al probar un platillo, o visitar un pueblo tradicional– las que posiblemente dejarán una huella de por vida en las personas y las motivará a regresar.

Debemos recordar que, las personas podrán olvidar lo que dijiste, podrán olvidar lo que hiciste, pero jamás olvidarán cómo las hiciste sentir.

¿Qué piensan ustedes? Los leo.

(*) Especialista en consultoría y desarrollo turístico/inversión y gestión inmobiliaria.