Derecho y realidad: una amarga verdad 

LA MIRADA INCÓMODA

“Lo que estamos haciendo a los bosques del mundo, no es sino un reflejo de lo que nos estamos haciendo a nosotros mismos los unos a los otros”: M. Gandhi.

Por Alfredo César Dachary - cesaralfredo552@gmail.com

Hoy en día la Ciencia Política puede hablar de nuevos tipos de golpes de Estado, desde los tradicionales alzamientos militares a los populares y ahora, en esta década, están los golpes judiciales.

En Argentina, la dictadura militar cae luego de la derrota en las Islas Malvinas para iniciar un lento proceso de democratización, el cual fue alterado por otras renuncias en ese país y en América Latina en general.

El cambio de siglo con la presidencia de la Rúa en la Argentina (1999-2001), seguido de dos presidencias de días, el caso de Rodríguez Saa y de Eduardo Duhalde, que tuvieron como antecedentes las renuncias de los presidentes de Brasil, Color de Melo, dos de Bolivia, Siles Suazo y Sánchez de Losada, y en Paraguay, fue destituido el presidente Fernández Lugo, ante un candidato con grandes posibilidades de ganar la presidencia “tuvo un accidente mortal”.

Hasta esa época se hablaba de autogolpes o golpes parlamentarios, pero en el siglo XXI, empieza a actuar un poder oculto pero muy poderoso, el Poder Judicial, el más conservador y proclive al neoliberalismo, siendo el golpe más fuerte en Brasil, al sacar a la presidenta Dilma Rousseff de la presidencia y al ex presidente Lula da Silva llevarlo a la cárcel por dos años, hasta que el autor de la sentencia se “retractó”, y Lula hoy es el candidato más fuerte a la presidencia de Brasil.

El golpe de Estado del 28 de junio del 2009 en Honduras ocurrió tras varios meses de crisis política entre los poderes de la República, en el cual se enfrentaron el presidente Manuel Zelaya con el Congreso Nacional, el Tribunal Supremo Electoral de Honduras y la Corte Suprema de Justicia, iniciando la “era de los golpes de Estado judiciales”.

Hoy se plantea algo similar en Argentina, con la líder del Partido Peronista, Cristina Kirchner, ya que se plantea la posibilidad de inhibirla para ser candidata en las próximas elecciones del 2024.

Estas amenazas están en Perú contra el presidente actual, ocurrió en Ecuador y en Bolivia donde el último golpe de Estado, estuvo respaldado por el Poder Judicial y parte del ejército.

Hoy la democracia es un modelo muy gastado porque entre lo que significa y lo que se hace hay diferencias fundamentales, como ejemplo tenemos que, por los conflictos actuales, entre los que destaca la guerra Rusia - Ucrania, lo que ha ayudado a elevar a 269 millones el número de personas sin posibilidad de tener alimentos, lo que lleva a que 21,300 personas mueran por día, 4 por segundo. Mientras 252 personas tienen más de lo que tienen 1,000 millones de personas en el mundo, y hay mucho más.

En esta situación, hablar de derechos resulta ridículo y ofensivo para los que mueren de hambre, ya que la gran mayoría de la población mundial vive en diferentes niveles de pobreza y la mejor forma de verlo es en las calles y las cárceles donde domina la pobreza.

Estados Unidos es el ejemplo más claro de manipulación de las leyes, operando a través de la Organización de Naciones Unidas (ONU), le quita derechos a cualquier país que se le opone, manda invadir y destruir, caso de Siria y Libia, los que se resisten a su dominación o intentan cambiar el dólar por una moneda con respaldo efectivo.

Sin embargo, nos hemos criado en una sociedad en que los políticos se han desprestigiado y casi sin excepción, y luego le tocó el turno a los jueces que liberan a los delincuentes sin rubor, con los tres poderes altamente contaminados por la corrupción en toda América y, por ello, la democracia y el Estado de derecho no pasan de ser una pose, cada vez más opaca.

Se habla de derecho como si se tuviese alguna actividad moral, cuando en realidad los derechos se tratan de la ley, que sirve para controlar la sociedad, por ejemplo, el derecho a la alimentación. Todos los seres de la tierra se alimentan, pero el humano es el único que transforma su necesidad de sobrevivir en un derecho.

De allí deriva la extraña idea de una ley que le permite a una gran corporación guardar las semillas para venderla en la próxima temporada, o generar una semilla que se “suicide”, para que el campesino quede como cliente fijo del mercado de semillas.

Para Brewster Kneen, economista y teólogo estadounidense, la práctica social y ética no es un principio jurídico ya que, a sustitución de responsabilidades por derechos, les sirve a los poderosos de tener una apariencia de principio moral, y así tenemos: el derecho a la vida, a la alimentación, a la tierra.

Pero lo grave de esto es que ocultan las medidas para abordar lo reclamado dejando intacta así las estructuras del poder.

El error en Occidente es el de suponer que el individualismo y el concepto de derechos son características universales, dando como máximo ejemplo la Declaración de los Derechos Humanos de la ONU. Olvidando que ni la palabra y ni el concepto de derecho son creación de occidente y además no existen en muchas culturas.

La tiranía es la forma en que la integridad cultural de los pueblos colonizados es deformada por el idioma de los colonizadores, como obligatorio, que a su vez transforma y subordina la cultura de los dominados. El idioma da derechos, oculta la realidad e impone una tiranía lingüística y conceptual.

Los pueblos colonizados adoptan a la fuerza lo occidental, pero hace unas décadas con la descolonización se ha empezado a separar de esa forma de secuestro cultural, y se toma en Latinoamérica y el Caribe como bastión occidental, pero tras sí están los pueblos, las lenguas y las culturas que no se reconocen o se pretendieron borrar, sobreviviendo pese a todas las trabas y leyes discriminatorias que se dan.

Los derechos occidentales se originan hace 2000 años en la civilización Greco romana, anteriormente estaban los códigos como el de Hammurabi y el “Código legislativo”, que fue el primer cuerpo jurídico completo de la antigua China y se elaboró en el período de los Reinos Combatientes (475—221 a.C.) siendo redactado por Li Kui en la dinastía Wei.

Para Radha D´Souza, el concepto filosófico se asoció con ideas éticas y morales de lo que es correcto o equivocado, y así lo correcto es lo que la gente debe hacer bien, esos son los “Derechos”, y lo que hace mal es lo que se debería penar.

Los derechos surgen de la cultura particular del individualismo, el materialismo y el racionalismo engendrados por el iluminismo europeo del siglo XVIII. La mayoría de la gente no pide explicación de lo que es un derecho y creen que emergen como una ley natural, por lo que no se requiere explicación.

La civilización occidental está basada en la libertad individual acompañada de los conceptos de propiedad privada y derecho de propiedad, y estos privilegios se lo asigna al Estado para poder aplicarlos y hacerlos cumplir, el reclamo de un derecho es una demanda, pero su cumplimiento depende del Estado.

Estados Unidos fue de los últimos países en América y a nivel mundial que quitaron las leyes de discriminación con los afro descendientes, fue el movimiento por los derechos civiles de 1960 encabezado por Luther King, pero la lucha era por algo  más que eso, ya que lo que reclaman los ciudadanos negros era tener acceso a los mismos derechos que los blancos, y así se planteó el cambio de la estructura de las relaciones sociales, ya que antes éstos eran una clase extra legal bajo la dominación blanca legalizada.

En 1955, en pleno triunfo de la hegemonía norteamericana y auge de la sociedad del consumo para blancos, Rosa Parks se sentó en el autobús en la parte de los blancos, en Alabama, generando una reacción violenta de una sociedad racista.

El triunfo ha sido hasta hoy relativo y se lograron mejoras para los negros, pero no terminó la discriminación y no alteró la estructura de clases, base del poder actual, hoy en día el ejemplo más indignante es la muerte de negros por la policía, por supuesta “defensa”, que no es condenada, pero si rechazada por muchos norteamericanos que ya tienen un claro sentido de una sociedad igualitaria.

En Latinoamérica, los derechos sociales tienen una larga historia, pero para los blancos y no para los pueblos originarios, como vemos en Brasil, el exterminio de población originaria y la deforestación de miles de hectáreas para la agricultura o la industria forestal.

El derecho social individual no ha llegado a los pueblos originarios y, por ello, el lenguaje de los derechos no fomenta la justicia social e individual. En México, una declaración en el 2003: “El Estado mexicano tomó la decisión de no reconocer a los pueblos originales los derechos fundamentales y sus normas dentro de la Constitución, y si en cambio intensificar la política de robo, destrucción y despojo de sus tierras, territorio y recursos naturales. Desconocen el estado de derecho y lograr la plena autonomía de nuestros pueblos y comunidades para atender nuestras graves carencias y buscar mejor futuro para nuestros hijos”.

Esto quedó asentado en la Declaración del Encuentro del Congreso Nacional Indígena. Región Centro Pacífico en Tlamixto, México, 25-26 enero 2003.

Los derechos y la libertad de los individuos se establecen con las pretensiones e incluso la existencia de una sociedad o del orden social, y el discurso de los derechos humanos sirve como instrumento para la expansión patológica del liberalismo moderno y postmoderno y lo que le acompaña, el mercado libre capitalista.

En 1948, en la ONU se aprobó la Declaración Universal de los Derechos Humanos, no crearon un derecho, pero si una narrativa idealista para la aparición de éste en el centro de la política de la democracia liberal. No se creó un cuerpo para hacerlo cumplir, pero si se les dio un asiento en la ONU, y así se instauró un organismo para defender la alianza del poder Estados Unidos - Europa, la santísima trinidad: Derechos humanos, democracia liberal y capitalismo.

La teóloga Esther Reed señala que después de la 2ª. Guerra Mundial, la ausencia de ideologías políticas unificadoras o sistemas de creencias religiosas para unir la gran mayoría de los individuos, llevó a que los Derechos Humanos fueran ganando fuerza como una fuente de valor ético por sí mismo, independientemente de fundamentos o interpretaciones en disputa, los Derechos Humanos funcionan cada vez más para proporcionar un discurso transcultural y normativo bajo el cual pueden conducirse los asuntos internacionales y regularse el comercio global.

David Harvey señala: “los derechos se aglomeran alrededor de dos lógicas dominantes del poder, la del Estado territorial y la del capital. Por mucho que deseamos que los derechos sean universales, es el Estado el que debe implementarlo. Si el poder político no está dispuesto, la noción de derecho permanece vacía”.