LA MIRADA INCÓMODA

“Todo lo bueno empieza sin barreras”: Anónimo.

Por Alfredo César Dachary – cesaralfredo552@gmail.com

Te habrás preguntado por qué durante miles de años las personas carecían de importancia social y la respuesta es que eran tan inexistentes que no hay grandes registros sobre ésta, sin embargo, las hay sobre los reyes, las guerras y demás acontecimientos.

Las personas carecían de importancia social porque no eran sujetos económicos, consumidores, solo intercambiaban y cuando circuló el dinero representaban muy poco del valor de esa economía. El único que controlaba en Occidente el nacimiento, casamiento y muerte de las personas era la iglesia, porque representaban su valor más importante porque aportaban diezmo u otro tipo de donación, por más pobres que fueran.

La población, en los primeros diecisiete siglos a partir de nuestra era, el único que controlaba la población, su reproducción y distribución era la iglesia. El ejército era de leva, no había ejércitos formales, se los llamaba y acudían, no había empleados públicos, salvo excepciones, el pueblo ayudaba en las reparaciones, entre otras actividades.

Con la revolución industrial las personas se volvieron cosas y, por ello, se ofrecían en el mercado laboral, el cual explotaba a la gente sin límites, algo que logra suavizarse en un siglo.

Por ello, hoy una de las mayores diferencias con el pasado es que esto se invirtió de manera tal que las personas convertidas en consumidores netos al extremo que se consumen a sí mismos en los datos que generan y que les permite a ciertas empresas contratarlos y manipularlos en el consumo y estilo de vida.

Para lograr manipular más de la mitad de la población mundial, se utilizan algoritmos, los cuales funcionan como lupas para hacer trabajar en internet, como una gran telaraña en el cual quedan los mínimos detalles de nosotros, ya sea en datos, opciones, selecciones, todos elementos que le permiten al sistema tener una identificación clara de cada sujeto.

Somos nosotros los que damos las huellas para poder identificarnos a partir de nuestro narcisismo en las redes sociales, muchas veces sabiendo de que nuestra información no está protegida de los que la acaparan en las plataformas, las cuales la negocian con múltiples empresas dedicadas a la manipulación de datos.

El problema que tenemos los humanos es que cada vez es más difícil escapar de estas redes de información que nos tienen apresados y vigilados. Somos conscientes de ello, pero el narcisismo es la mayor debilidad que nos lleva a entregar nuestros datos como ocurre con la selfie, a entregar fotos y demás comentarios sobre lo fotografiado.

Nosotros nos exponemos, al romper la privacidad, escribiendo sobre nosotros mismos, esto se ha hecho hábito y toda la gente en el afán de “existir” en la red la usa para exponerse y auto ficharse; es una especie de confesión de lo que hacemos, nos gusta, deseamos y pretendemos seguir haciendo. La evaluación incluye el estado de ánimo y el pensamiento e inducir a rectificarlo a través de lo que se conoce como “sugestión de masas”.

Los datos se desplazan en la red mundial del internet, por eso es importante saber lo que éste representa para entender sobre el fin de los datos.

Nos interesa solo su lado oscuro, desdoblado en dos fases simultáneas, la primera se remite a la gestión y control de la población y la segunda es donde confluyen nuestras actividades laborales, comunicación y entretenimiento.

Así podemos deducir de que internet es una voluntad que atrapa al sujeto y cuyo destino parece volverse el motor exclusivo de la movilización total del mundo, sin tener que enfrentar fronteras o barreras, ya que se desplaza en una nueva dimensión que es el mundo virtual, parte central de la sociedad digital.

El neuromarking está en auge y éste consiste en la ciencia que estudia el comportamiento de compra o consumo y las decisiones de los clientes ante productos, servicios y/o marcas. Por ende, la disciplina encargada de analizar y estudiar algunos procesos mentales básicos como la atención, la percepción y la memoria.

Estamos frente a un cambio de era, la anterior humana y la posterior híbrida entre humanos y robots y otras grandes tecnologías. Pero no debemos confundirnos, que no es la tecnología la raíz del problema sino una cultura individualista que adora al poder y la codicia, que no tiene límite. Es la misma que desmanteló el Estado del Bienestar, destrozó los sindicatos y empujó a la gente a la miseria sin los mínimos derechos sociales.

Éstos serán los operadores del futuro tecnológico, lo cual nos compromete cada vez más, si no queremos ver una sociedad de desocupados frente a un sistema que opera robots y una población sin más metas que sobrevivir, una nueva forma de ser “marginal” en la sociedad digital.

¿UN FUTURO GRIS O NEGRO?

En la actualidad hay un ambiente muy gris cuando hablamos de nuevas tecnologías y estamos dominados por discursos que muestran las ventajas y otros los costos o desventajas. Estos discursos o narrativas sobre lo que viene son de dos tipos, primero los Discursos turiferarios, llevan a aceptar las cosas, tapando realidades. Estos dan lugar a muchos “cliché”, como ventaja “los progresos médicos”, el progreso de las ciencias.

El segundo son los Discursos que ven los problemas como la destrucción del empleo, la no responsabilidad del Estado por los servicios sociales como la salud, la educación, las jubilaciones, la vivienda social y muchos más que hoy ya están siendo eliminados.

La Inteligencia Artificial (IA), en sus primeras versiones muy limitadas le antecede por varios años a las tecnologías digitales que servían, para el almacenamiento, clasificación e indexación de la información.

Lo que hoy se espera de la IA es un gran salto para pasar de las cognoscitivas que en realidad son interpretativas, a la capacidad de entender cosas que nosotros no entendemos o están veladas a nuestra percepción. Esto será la IA avanzada que se espera se logre antes de la mitad de este siglo.

Porque las tecnologías computacionales, pero también la robótica, adoptan una orientación mayoritariamente antropomórfica, o sea, con parecido humano, lo cual la puede hacer más confiable o lo opuesto.

CURVA ANTROPOMÓRFICA

La curva antropomórfica asume tres formas diferentes que son:

1).-El Antropomorfismo aumentado radical y extremo, que consiste en querer dotar a las tecnologías digitales de capacidades cognoscitivas y cerebrales, idénticas a las humanas, pero de manera aumentada.

2).-El Antropomorfismo parcelario, no se trata de la interpretación global de los fenómenos, sino que asigna a los sistemas capacidades de interpretaciones específicas, superiores a las nuestras en un campo particular.

3).-Antropomorfismo emprendedor, que no se limita a estar dotado de capacidades interpretativas, sino que tiene la capacidad de emprender de modo autónomo algunas acciones.

Este triple devenir antropomórfico pretende llevar a largo plazo una gestión sin defectos de la experticia, ya que es más fiable que los hombres. La IA tiene una dimensión aletheica (se refiere a la sinceridad de los hechos y la realidad), en el sentido griego, la verdad en el sentido de develar la realidad de los fenómenos.

La polémica sobre la IA puede llevarnos muy lejos, pero aún tiene sus grandes límites, según lo plantea el francés Eric Sadin.

La IA está marginando nuestra capacidad no tanto de comprender como de poder posicionarnos. Hay que recordar que nunca en la historia de la técnica se le había asignado una dimensión antropomórfica.

El problema es complejo, ya que la Inteligencia Artificial es un modo de racionalidad, por eso mismo no es inteligencia artificial, se trata de un modo de racionalidad basado en una interpretación utilitarista de las cosas.

Se quiere hacer creer que estos modos de racionalidad están llamados a tomar “naturalmente” el relevo de la inteligencia humana. Pero aún hay que luchar por el lenguaje.

Lucharemos contra una racionalidad restrictiva, utilitarista y fundada en la capitalización en tiempo real de cada situación humana, individual o colectiva, y hagamos valer otros modos de racionalidad basados en la pluralidad humana, condición misma de lo político.

La sociedad es lenta y se deja llevar por discursos que el mundo del tecno liberalismo y el poder financiero quieren orientar la vida de las personas, monetizar la experiencia humana y organizar el curso de las cosas. La batalla por el futuro es de todos porque se juega el destino de la humanidad, frente a la mezquindad del mundo tecnológico y financiero, último monumento al individualismo neoliberal.

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