El deporte importa

Por Jorge Berry (*)

m.jorge.berry@gmail.com / @jorgeberry

A la hora de escribir esto, México llevaba miserables 2 medallas de bronce ganadas en estos Juegos Olímpicos. Que un país de 130 millones de habitantes tenga una actuación tan pobre en una competencia internacional, no habla mal del país; habla mal de sus dirigentes.

El deporte fue mi primer amor en el periodismo, pero ahora me está matando. Para ver los olímpicos de Tokio, hay que empezar como a las 11 de la noche, terminar a las 8 de la mañana, hora de México. A mi edad, ya es un exceso.

Los más viejos de la comarca, como decía el inolvidable Ángel Fernández, tal vez me recuerden, allá por 1974 y hasta 1980, como comentarista deportivo. Hacía la sección de deportes en 24 Horas, de Jacobo Zabludovsky, y narraba todo lo que no fuera futbol. Cuando yo comenzaba mi carrera, el general José de Jesús Clark Flores dejó de ser el mandamás deportivo en México, y lo sucedió Mario Vázquez Raña, aún muy joven, pero ya miembro del Comité Olímpico Internacional. Mario, después de una breve carrera en el tiro internacional, entró a la administración deportiva.

Como uno de Hermanos Vázquez, y presidente y dueño de Organización Editorial Mexicana, (El Sol de México, los Soles en los estados, además de múltiples estaciones de radio) nunca necesitó ordeñar al deporte para su beneficio personal. Siendo presidente del Comité Olímpico Mexicano (COM), una institución privada, no podía intervenir en los asuntos de la Confederación Deportiva Mexicana (CODEME), institución del gobierno federal que agrupa a las federaciones de todos los deportes, incluyendo deportes olímpicos, y que recibía un presupuesto anual del gobierno, que debía repartir entre las federaciones.

Imaginen la robadera. Primero, la tajada del presidente de la Confederación y sus cercanos. Luego, los presidentes de las federaciones, unos más tranzas que otros, pero poco honestos, también requerían aceite. Ya para cuando los presupuestos llegaban a los atletas y entrenadores, pues quedaba poco. Repito, con contadas excepciones, como tae-kwan-do, equitación, tiro, golf y otras. Pero las de presupuesto grande, como boxeo, natación, basquetbol, béisbol atletismo y otras, eran verdaderos cacicazgos que duraron décadas, enriqueciendo a estos presidentes. Funcionaban, exacto, como líderes sindicales charros.

Al paso del tiempo, la CODEME se convirtió en CONADE (Comisión Nacional del Deporte), pero el esquema financiero, persistía.

El único presidente de CONADE que rompió la cadena de corrupción fue Bernardo de la Garza. Bernardo fue legislador por el Partido Verde y hasta su candidato presidencial, pero cuando fue obligado a declinar, se dio cuenta del lodazal que era el Verde, y renunció al partido.

Después de una desafortunada (siendo benévolo) administración de Carlos Hermosillo en la CONADE, Felipe Calderón tuvo el acierto de nombrar a de la Garza y las cosas cambiaron.

Recuerdo las quejas de Ana Guevara en Sydney 2000. En entrevista y en privado, me habló pestes de la dirigencia de CONADE, presidida entonces por Ivar Sisniega. Los resultados de México en Sydney pudieron ser peores. La única de oro fue para Soraya Jiménez (QEPD) en pesas. Hubo medallas en atletismo, y también en boxeo y clavados, aunque Guevara ganó medalla hasta Atenas, cuatro años después.

Todas estas medallas se ganaron gracias al esfuerzo personal de los atletas, porque no hay estructura nacional que los apoye. Todos los presupuestos para ellos acaban en los bolsillos de los dirigentes, al grado de que a veces, no alcanza ni para los uniformes.

Los atletas de los tiempos de Bernardo de la Garza en CONADE lo recuerdan con afecto. Fue un dirigente abierto al diálogo, siempre preocupado por los atletas, pero mejorar las condiciones llevaría más de medio sexenio, que fue lo que duró de la Garza al frente de CONADE.

Cuando Enrique Peña Nieto tomó posesión en 2012, yo juraba que repetía Bernardo de la Garza. Todavía tenía esperanzas. Pero no. La administración más corrupta de la historia, no podía dejar esa mina de oro, y Peña nombró a uno de sus compinches de EDOMEX, Alfredo Castillo, recordado por su desastrosa gestión del caso Paulette, cuando era procurador del Estado de México, al frente de CONADE. Y empezó de nuevo la robadera.

Uno hubiera pensado que con toda la verborrea obradorista sobre la corrupción, las cosas cambiarían en el deporte. Y al dar a conocer el nombramiento de Ana Guevara, más bien se profundizó el problema. La señora apenas libró la secundaria. Alguna señal tiene que haber recibido de Palacio, para empezar a otorgar contratos sin licitación, pidiendo porcentajes abiertamente y, casualmente, sus acusadores sufrieron un atentado en Veracruz, que casi les cuesta la vida. Hasta la ASF la acusó de corrupción, pero la Fiscalía se niega a actuar. Eso se llama impunidad.

En fin, ojalá que los nuestros hagan algo en esta segunda semana de competencias, aunque sea por esfuerzo personal. Y desear que el próximo atleta que llegue a CONADE, lo haga con honestidad.

¡Hasta el lunes!

(*) Periodista, comunicador y líder de opinión con casi 50 años de experiencia profesional.