LA MIRADA INCÓMODA

“La tecnología es un sirviente útil pero un jefe peligroso”: Christian Lous Lange.

Por Alfredo César Dachary – cesaralfredo552@gmail.com

Si seguimos el camino lógico de los países desarrollados, que evolucionaron en más de dos siglos y fueron pasando de la agricultura a la industria y de allí a nuevos campos de energía como la electricidad, el petróleo, el gas y luego la solar,

a la energía nuclear, del arado a las computadoras, de la física newtoniana a la cuántica, necesitaríamos un largo camino, en una época donde la distancia y el tiempo tienden a diluirse en medio de la gran transformación tecnológica.

Antes nos asombraba que en una ciudad hubiese una gran masa de modernos edificios y en pueblos cercanos se vivía como medio siglo atrás; hoy la pobreza y la marginalidad se han alojado en las grandes ciudades en lugares no muy alejados de los grandes centros de vanguardia de la tecnología, como se puede ver en Los Ángeles y su centro invadido por los sin casa y lo mismo en el Valle del Silicio, un mundo de oropel y modernidad.

Por ello no sorprenderá que en medio de la pobreza de algunas naciones se vean adelantos tecnológicos que pueden sorprender. Hoy África, el continente emergente con grandes potencialidades, que pueden transformarla rápidamente en un nuevo mundo, como ya lo fue con China y, por un camino similar, la India.

ÁFRICA, EL NUEVO AUGE ESPACIAL

El continente africano tiene una superficie total estimada de 30,6 millones de km² divididos entre sus 54 países, siendo el país más grande del continente africano  Argelia con aproximadamente 2.4 millones de km² (el 8 % de la superficie total de África) y el más pequeño es Seychelles con 451 km².

La economía espacial africana se valoraba en 2019 en 7,000 millones de dólares, y se proyecta un crecimiento de un 40% en los próximos 5 años, hasta llegar a los 10,000 millones de dólares en el 2024.

La suma de los PIB en África se ha duplicado en los últimos 10 años hasta llegar a los 2.2 billones de dólares, y se encuentra en condiciones de desarrollar industria espacial, para poder lograr un crecimiento sostenible, inteligente e inclusivo, y entre 1998 y el 2019, 8 países africanos lanzaron 32 satélites a la órbita: Argelia, Angola, Egipto, Ghana, Kenia, Marruecos, Nigeria y Sudáfrica.

Además de estos 32 satélites, las instituciones africanas financiaron tres proyectos de satélites: Rascom-QAF1, Rascom-QAF1R y New Dawn, para operaciones regionales, lo que eleva a 35 el número de satélites que están utilizando en África.

Un total de 15 de los actuales satélites fueron lanzados hace 4 años, lo cual muestra los avances del continente en esta área, 14 son satélites de observaciones terrestres,10 son satélites de comunicaciones, 8 son satélites de demostración de sus tecnologías, 1 satélite para experimentos científicos, 1 para proyectos educativos y 1 como radar militar.

El objetivo central es el desarrollo de África. De los 35 lanzados, solo uno es de uso militar y es un radar, la mitad son de observación y la otra de comunicación y nuevas tecnologías.

En África se han destinado más de 3,000 millones de dólares en proyectos espaciales desde que Egipto lanzó el Nilesat 101 en 1998, la guerra y el conflicto permanente con Israel lo ha llevado a una posición más militarista en el desarrollo de esta industria del futuro que ya estamos viviendo.

Un hecho significativo es que 14 de 35 satélites fue construidos por ingenieros africanos y generaron 8,500 empleos, además de 2,000 personas que trabajan para empresas comerciales y 6,500, el resto, son empleados del gobierno en programas y centros de investigación.

Entre las entidades no africanas que cierran la mayoría de los contratos están: Airbus Defense and Espace (Francia), China Great Wall Industry Corporation (CGWIC) (China), RSC Energía (Rusia), Surrey Satelite Tecnology L.T.D. (GB) y Thales Alenia Space (Francia).

África al ser un extenso continente que ofrece grandes oportunidades de mercado, ha propiciado el auge de las Startups africanas y ha permitido atraer para esta industria espacial más de 200 millones de dólares.

AL INFINITO Y MÁS ALLÁ

En el rincón más inhóspito de Sudáfrica, a 600 kilómetros de Ciudad del Cabo, se está construyendo un radiotelescopio que forma parte de un enorme proyecto para explorar lo que ocurre en el espacio a más de 9,000 millones de años luz, es el MeerKAT – en honor a los suricatos, los pequeños mamíferos que habitan en esa región- y tiene 64 antenas, pero la idea es que llegue a integrar 3,000.

Y es que este telescopio sudafricano forma parte de un proyecto global. Es el precursor de una red llamada SKA (siglas de su nombre en inglés, Square Kilometre Array, en referencia al kilómetro cuadrado que abarcarán sus antenas, el equivalente a 200 campos de fútbol) que permitirá crear el radiotelescopio más poderoso del mundo.

Este proyecto tiene sede en Gran Bretaña y su centro de control está en Sudáfrica, recibe ayuda de Australia y se han unido a otros países africanos. MeerKAT, el primer gran telescopio del proyecto está compuesto por una red de 16 antenas parabólicas y ya está operando con imágenes de cuásares y de otras galaxias fuera del sistema solar.

Namibia albergará el Telescopio Milimétrico de África (TMA), el primer radiotelescopio del continente sensible a la radiación de longitud de onda milimétrica, anunció la Universidad de Namibia. Éste forma parte de un gran proyecto de colaboración entre la Universidad de Radboud (Países Bajos), la Universidad de Namibia y varios socios internacionales.

El TMA ayudará a obtener mejores imágenes y videos del agujero negro ubicado en el centro de nuestra galaxia y nos permitirá seguir poniendo a prueba nuestras teorías sobre los agujeros negros y comprender la manera en que éstos generan cantidades gigantescas de energía, dijo Heino Falcke, profesor de la Universidad de Radboud, el investigador principal detrás del proyecto.

“Podemos entender mejor los objetos astrofísicos, como los agujeros negros, cuando los observamos al mismo tiempo con diferentes tipos de telescopios”, dijo Michael Backes, de la Universidad de Namibia y uno de los investigadores principales del proyecto.

El telescopio, que tendrá un diámetro de 15 metros, se construirá de acuerdo con un diseño probado y estará equipado con instrumentos con la tecnología más reciente. El TMA se alimentará de forma sostenible, mediante el uso de energía solar, eólica y posiblemente de hidrógeno, señaló la Universidad de Namibia.

África está alcanzando las estrellas: hace un mes Etiopía puso su primer satélite en órbita. Fue diseñado por ingenieros etíopes y chinos, y el gobierno chino pagó la mayor parte del costo de más de ocho millones de dólares. “Ahora once países del África subsahariana tienen su propio satélite en el espacio”, dice Temidayo Isaiah Oniosun, director general de la compañía de medios nigeriana “Space in África”. 

En 1999, Sudáfrica se convirtió en el primer país subsahariano en poner en órbita el satélite “Sunsat”. Hasta ahora, Nigeria ha lanzado cuatro satélites con la ayuda de Gran Bretaña, China y Rusia, el primero en 2003. Le siguió Ghana en 2017 con el “GhanaSat-1”, apoyado por Japón. El año pasado 2021, se sumaron Ruanda, con el apoyo de la empresa británica One-Web, y Sudán, con la ayuda de China.

Países no africanos están invirtiendo en programas espaciales africanos, siendo los más importantes Japón, China, Rusia y europeos como Gran Bretaña; en 2018, China dio 550 millones de dólares a Nigeria para la compra de dos satélites chinos, los cuales serán lanzados al espacio este año.

En África, hasta ahora solo Nigeria está construyendo sus propios satélites, como el “NigeriaSat-X”, y tiene grandes planes: con la ayuda de China quiere enviar a un astronauta al espacio en 2030. Al igual que Sudáfrica, también tiene su propia agencia espacial. Por su parte, el Centro de Ciencia y Tecnología Espaciales de Ghana también está cooperando con el país asiático.

Etiopía, con apoyo de China está desarrollando un proyecto espacial que se considera un proyecto de primer nivel, en el cual los gobiernos quieren trabajar con países en los que confían, y China está a la cabeza porque es uno de los mayores inversionistas en África y el mayor socio comercial.

En el Foro para la Cooperación entre China y África de 2018, el país asiático anunció que aportaría 60 mil millones de dólares en apoyo financiero para África, además de docenas de proyectos multimillonarios en el continente. “China se beneficia enormemente de lo anterior: está ampliando sus mercados y desarrollando áreas rentables sin mucha competencia”, según Cobus van Staden, director de investigación de la organización de medios The China Africa Project.

Según van Staden, China es popular en África principalmente por su estrategia financiera. “Los países occidentales imponen muchas condiciones, como reformas políticas. Pero China solo busca hacer negocios y no le importan ciertos aspectos como las libertades civiles”. Algunos gobiernos africanos consideran que los enfoques empresariales occidentales son demasiado “intervencionistas”, apunta.

Según el director de “Space in Africa”, Oniosun, las inversiones se realizan principalmente en tecnologías de la comunicación, por ejemplo, para establecer conexiones de banda ancha y acceso a internet. “La mitad de África todavía no tiene acceso, de tal forma que la atención se centra en esto”, como primera prioridad.

El avance en materia espacial podría aportar soluciones a los problemas de África, por ello la Unión Africana aprobó una directiva sobre la exploración espacial en 2017, en la que se establece que la ciencia espacial podría impulsar el progreso económico y la gestión de recursos naturales en el continente.

Pese a la invisibilidad de las agencias occidentales, África avanza en este nuevo escenario de la 5ª. Revolución Industrial; la globalización generó problemas, pero abrió otras oportunidades y la situación mundial de una hegemonía en disputa es el marco para el desarrollo de estas nuevas fronteras que se abren en el mundo.

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