José Reyes Burgos
Puerto Vallarta


Pocos recuerdan un evento que pasa desapercibido en la memoria hasta de algunos de los pata saladas más longevos de la región. Se trata del primer y único accidente aéreo que ha ocurrido propiamente en la bahía, con desenlace desafortunadamente trágico.

Un avión de Aeroméxico prácticamente se impactó a tierra, matando a sus 27 ocupantes, y todo se debió a la falta de infraestructura del aeropuerto en tierra. Eso es muy difícil de creer hoy, desde luego, sobre todo cuando hace una semana Grupo Aeroportuario del Pacífico consideró al de Vallarta como el complejo con mayor crecimiento del país, y con excelentes operaciones.

Pero así, tal cual, fue como sucedió este trágico evento, afortunadamente hasta ahora el único precedente de accidente aéreo en esta región:

banner muestra 300x84 - El día en que un avión de pasajeros se estrelló en Puerto Vallarta

Era el 20 de junio de 1973, verano, y no hacía tanto calor porque había más naturaleza que hoy, pues Puerto Vallarta era un destino turístico que no se podía comparar con Acapulco, por entonces en su auge, pero que ya perfilaba como sitio de descanso entre los estadounidenses.

El Aeropuerto Internacional Gustavo Díaz Ordaz tenía escasos 3 años de haber sido inaugurado en su ubicación actual, y ahora gracias a él, se podían recibir vuelos desde el vecino país del norte y todo México, para comenzar a tener más turismo.

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Douglas DC-9 de Aeroméxico como el que se estrelló. 

Pero la noche de ese miércoles, estaba programada la llegada de un vuelo desde Monterrey, que hacía una escala en esa ciudad norteña tras despegar de Huston, Texas, con algunos turistas. El despegue ocurrió en orden desde el aeropuerto de aquella ciudad regiomontana.

A bordo, iban el capitán Carlos Fernandez de Lara, de mucha experiencia en el aire, acompañado del copiloto José Enrique Echebeone. También iban otros 3 tripulantes, dos de ellos sobre cargos. En total, el vuelo 229 de Aeroméxico, un Douglas DC-9 15 matrícula XASOC, llevaba 27 personas, 25 de ellos pasajeros.

Tras despegar a las 21:10 de Monterrey y cumplir dos horas y media de vuelo, el descenso sobre la bahía de Banderas comenzó, en aras de aterrizar sobre Puerto Vallarta. Y así hubiera ocurrido, si el entonces nuevo aeropuerto hubiera contado con un radar operativo.

Sin embargo esa noche, semi nublada, en el aeropuerto no funcionaba el radar de tierra, y la torre de control guiaba a los vuelos con la misma información del radar en aire de cada aeronave. Entonces, el 229 de Aeroméxico, al provenir del suroeste, tenía que sortear las montañas que hay en el mismo extremo de la bahía.

Teniendo una visibilidad muy pobre, y sin el apoyo requerido desde tierra, la aeronave comenzó a virar para evitar esta cadena montañosa. Sin embargo, los pilotos dejaron de virar antes de lo que se necesitaba, y pensando que ya se encontraban descendiendo sobre terreno plano, se impactaron en un curso controlado directamente contra el Cerro de Las Minas, ubicado entre Chimo y Yelapa. Nadie sobrevivió.

Lo más trágico del evento, es que nadie adentro del avión pudo percatarse de que estaba a punto de morir, pues tanto los pilotos como los pasajeros tenían la sensación de que estaban descendiendo cerca del aeropuerto, y fue un trayecto tranquilo, hasta el impacto final contra la ladera de roca y árboles que hizo estallar y despedazar la aeronave de forma instantánea.

Los restos humanos y pertenencias fueron difíciles de recuperar dado lo aislado de la zona. Tanto mexicanos como estadounidenses murieron, y la autoridad aeronáutica de Estados Unidos investigó el accidente, que tuvo al final como causa principal el error humano.

Con información de Mauricio PC

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