El día en que un ejército BOMBARDEÓ las Marietas; e hizo nacer la playa más bonita del mundo

José Reyes Burgos Puerto Vallarta
Hace más de un siglo, la bahía no era más que un paraje muy aislado, apenas con civilización, en la costa occidente de México. Destacaba la actividad minera, pero muy al norte, en las montañas, y algunos barcos recogían cobre y oro allá por Mismaloya, en el remoto Puerto Las Peñas. Pero es 1899, y México vive bajo el gobierno del general Porfirio Díaz. Al sur de la bahía, no existe nada. Únicamente manglares y lagunas, esteros, y muchas playas rocosas. Las tropas federales descubren una pequeña península llena de selva, un paraíso. Y, ante el desquehacer de la paz porfiriana, las tropas federales optaron por crear un polígono de tiro en lo que hoy conocemos como Punta de Mita. Así que instalaron infrestructura para ejercitar de todo: cañones, armas cortas y rifles, bombas experimentales. Después de todo, tras 30 años de relativa paz, pero solo al costo de un siglo de invasiones extranjeras y guerras civiles, las tropas no podían darse el lujo de no estar preparadas para lo que viniera. Así que, en la gran euforia por los descubrimientos y avances militares de los años 1900, previos a la Primera Guerra Mundial, México no fue la excepción cuando de probar nuevo armamento se trataba. Los soldados mexicanos pasaron largas jornadas usando artillería y fuego real para practicar en Punta de Mita. Pero un día, cuenta la historia únicamente oral de los pobladores locales y conocedores de la zona, fueron más lejos. "¿Porqué no bombardear aquellas islas, como si se tratase de naves enemigas?", alguien seguramente dijo entre las tropas, tentativamente un sargento o teniente, alto rango para darse el lujo de dar esas suposiciones. Y así fue. No está claro como, porque para esos años, los aviones apenas y se acababan de inventar, y no existían los bombarderos. Pero cuenta la tradición oral, que en algún momento entre el año 1900 y 1912, se bombardeó a las Islas Marietas con tal fuerza y poder de fuego, que uno de los proyectiles simplemente le voló la tapa rocosa a una de estas, generando un inmenso cráter. Lo más probable es que haya sido un barco de la marina de guerra el que disparara, porque la artillería de la época no sería capaz de disparar tan lejos desde tierra. O quizás sí; no hay precisión en el relato. Lo cierto es que todas las versiones llevan a asimilar que fueron los soldados mexicanos quienes con su poder de fuego dañaron las Marietas. Pasó la Revolución Mexicana, el Ejército Mexicano de hoy fue creado; llegó la Segunda Guerra Mundial, y las Islas Marietas no cambiaron su vocación: la de un blanco gigantesco para proyectiles de artillería, mortero, fuego naval, por parte de las tropas nacionales. No fue sino hasta la década de los años 60, que el oceanógrafo y naturalista francés, Jacques-Yves Cousteau, abogó ante el gobierno mexicano para que se detuvieran las prácticas de bombardeo sobre la isla. Y así fue; le siguió una declaración de Reserva de la Biósfera por parte de la UNESCO, al encontrarse y estudiarse más de 40 especies marinas y aves, además de arrecifes de coral, en sus inmediaciones. Durante los primeros 15 años del siglo XXI, el potencial turístico de las islas fue descubierto, sobre todo al conocerse que el gigantesco crater una vez formado por la artillería, dio lugar a una playa escondida, rodeada de pared y techo rocoso, prácticamente solo accesible en lancha y nadando unos 40 metros desde el bote, porque no existe punto de anclaje. Apodada la "Playa del Amor", es considerada por muchos la playa más bonita del mundo, orgullosamente en la Riviera Nayarit. Avistamiento de ballenas, buceo, ecoturismo, fotografía, toda clase de actividades son increíbles de realizar en torno a estas pequeñas islas deshabitadas hechas con roca volcánica altamente erosionada, y de bordes filosos en forma de acantilados. Pero en el 2016, tras saberse que ante la visita de más de 160 mil turistas por año, las reservas de coral en la zona estaban presentando daño, el gobierno decidió cerrar el acceso a las islas, hasta el siguiente, cuando determinó que únicamente 116 personas diarias podían entrar a la playa secreta, por máximo 30 minutos y en grupos reducidos de 15 individuos. Además pagando una cuota de 90 pesos para labores de conservación. A tiempo, opinan muchos, se actuó para proteger el área, que no por nada comenzó a ser tan visitada, pues su belleza natural, su forma y naturaleza, son ciertamente únicos en el mundo y dignas de cualquier película. Aún así, casi nadie conoce que este bello y armonioso paraje, fue producto del frenesí militarista a principios del siglo XX. Pero que mejor forma de contrarrestar la enajenación de la guerra por la naturaleza y la vida humana, que protegiendo por siempre un cráter de bomba / artillería convertido en un nido de especies y paraje para enamorarse y vivir a plenitud una aventura. Con información en el artículo realizado por Daily Mail UK