José Reyes Burgos
Puerto Vallarta

Fotografía  de archivo sobre el huracán Kenna.


En la historia de Puerto Vallarta, se recuerdan como fenómenos naturales más trágicos el paso del huracán Kenna durante octubre del año 2002, causando la pérdida del Malecón al causar daños de gran consideración; y el terremoto de 1995, cuando se cayó la corona del templo de Guadalupe.

Sin embargo, todos en esta región son demasiado jóvenes para recordar que, una de las mayores catástrofes naturales, que supera con creces a las mencionaas, ocurrida en la bahía, fue de hecho un poderoso tsunami que golpeó la costa del Pacífico mexicano, desde Manzanillo hasta San Blas.

Este acontecimiento lo recuerda el documento histórico de la Secretaría de Marina mexicana, titulado “Historia de los tsunamis en México”, haciendo recuento de este hecho ocurrido específicamente el 3 de junio de 1932.

En el texto, se menciona como en la fecha referida, ocurrió en las costas entre Colima y Jalisco un sismo de magnitud 8.2, el más fuerte hasta ese entonces durante el siglo XX. Dicho terremoto, primero, ocasionó graves daños en las poblaciones costeras, las que registran en bitácoras estas afectaciones  Manzanillo, Colima; Zamora, Michoacán; Acatlán, Puebla
y Zihuatanejo, Guerrero.

En total, se contabilizaron al menos 400 muertos y muchos edificios y casas destruídas, la mayoría en Colima y Jalisco. El movimiento se sintió hasta Guadalajara y la Ciudad de México.

Sin embargo, un tsunami golpeó las costas de  Manzanillo, Cuyutlán, Barra de Navidad y San Blas, en Nayarit. “En Cuyutlán la costa aparentemente se elevó y el mar invadió el balneario, arrasando varias casas. El Hotel Cevallos, ubicado en la parte más alta de Cuyutlán, fue inundado por el tsunami. Residentes de Navidad relataron que las olas sobrepasaban la playa arenosa.

En Manzanillo, el mar retrocedió y avanzó horizontalmente más allá de su posición normal. La alteración de la marea provocó enorme desconcierto en la población, pues la baja mar fue tan prolongada que al retirarse las aguas el guardacostas Acapulco de la Armada de México estuvo en peligro de encallar y volcarse. Un pailebot (embarcación de gran tonelaje) fue arrojado por el mar sobre la playa.

En la bahía de San Pedro el nivel del mar subió más de 3 metros. El tsunami
destruyó una sección de las vías de ferrocarril, entre Cuyutlán y Manzanillo. El puerto de San Blas, Nayarit, fue inundado parcialmente.

Por entonces, Puerto Vallarta era apenas un muncipio consolidado, siendo un pueblito pequeño, aún con la función de producir bananas y exportar cobre y oro extraído en las minas de El Cuale y San Sebastián del Oeste. Por lo tanto, no es de sorprender que los daños producidos aquí, simplemente pasaran por alto al no ser una población de gran renombre.

Sin embargo, al saberse que el tsunami y los daños llegaron hasta Nayarit, además de la cercanía con el epicentro del sismo, es un hecho que en Puerto Vallarta se sintieron los efectos del golpe de las olas, poco después de los años estructurales por las ondas sísmicas.

Pero no sería el único desastre ese verano. Pues curiosamente el mismo mes, los días 18, otros sismo golpeó en la misma área, con 7.8 grados; y el 22, uno nuevo de 7.7 cerca de colima  realizó más daños. Este último, según se narra, levantó una ola de 10 metros que arrasó las costas colimenses y mató a 75 personas. Los efectos de este sismo no pudieron pasar desapercibidos en Jalisco.

Afortunadamente, pese a que estos antecedentes pasan desapercibidos por la memoria colectiva, Puerto vallarta cuenta con una red de alarmas de tsunami, que prevendrían con tiempo de anticipación a través de un efecto sonoro a la población para que tome refugio en caso de que se aproxime un tsunami.

 

 

 

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