Por Eugenio Ortiz Carreño/Bahía de Banderas

La drástica caída en la captación del pozo radial que se esperaba de 750 litros por segundo, es provocada por el daño que ha ocasionado la constante extracción de materiales pétreos de parte de las cribadoras que operan en varios puntos de los ríos, desde el Colomo a la desembocada del río en el mar.

Los organismos operadores, tanto el Oromapas de Bahía de Banderas, como el Seapal de Puerto Vallarta, aseveran que el pozo radial fue “dañado por el impacto del huracán Nora”, pero la afectación en la captación del pozo, ocurrió desde antes de dicho meteoro, según reconocieron expertos.

El problema es que a pesar de infinidad de denuncias para que las autoridades de medio ambiente regulen la operación de las cribas en los ríos Ameca y Mascota, esto no ha ocurrido. Destaca entre las advertencias en contra de las cribas, el dictámen emitido por la Comisión de Medio Ambiente y Recursos Naturales de la Cámara de Diputados el pasado 10 de noviembre de 2016.

El dictamen, con punto de acuerdo de la comisión legislativa, exhorta a la Semarnat, la Conagua y la Profepa “a resolver la problemática relacionada con la proliferación de cribas que afectan a los ríos Ameca y Mascota en Bahía de Banderas, Nayarit y Puerto Vallarta, Jalisco”.

Dicho punto de acuerdo se encuentra en el expediente 3769, y se señala que los ríos Ameca y Mascota, se encuentran entre los más de 100 acuíferos sobreexplotados en el país.

EXTRACCIÓN DE MATERIAL

Desde hace 20 años, las cribas han operado en la extracción de material pétreo de los mencionados ríos, y al menos tres plantas han continuado trabajando y los habitantes desconocen las condicionantes que se les establecieron para autorizar su operación.

Todo ha sucedido bajo el consentimiento de la Secretaría de medio ambiente y recursos naturales, en la que la Dirección General de Impacto y Riesgo Ambiental, avaló los estudios ambientales sin someter el procedimiento a consulta pública.

En los márgenes del río Mascota, en una superficie de alrededor de 350 metros se instalaron desde hace varios años seis cribadoras de las cuales tres están en operación, y aun extraen miles de toneladas de arena y grava de profundas pozas, que se perforan con poderosa maquinaria.

Se han presentado numerosas denuncias con el propósito de que se regularizara la operación de las cribadoras ya que habían dañado severamente el entorno natural.

ALTERACIÓN DEL CAUCE

Entre los daños que se observaban está la alteración del cauce natural del río, lo cual conlleva riesgos de erosión  e inundación de las parcelas y las zonas de siembra, pérdida en la calidad del agua, cambio en la sedimentación, afectación a las masas de agua subterránea, y disminución de la carga del acuífero.

Sumado a ello la extinción de la vegetación riparia y su fauna lo que representa la pérdida de la biodiversidad y desestabilización de taludes a consecuencia de la desaparición de terrenos productivos.

Lo más increíble es que las cribas siguen operando extrayendo material de construcción del seno de los ríos, sin que se cumpla por parte de las dependencias ambientales con lo ordenado por el poder legislativo.

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