OPINIÓN

Por Jorge Berry (*) – m.jorge.berry@gmail.com

El senador Germán Martínez inició su carrera política en el PAN, como alumno del legendario Carlos Castillo Peraza. En tiempos recientes, tuvo sus coqueteos con Morena y López Obrador, pero las diferencias acabaron por imponerse.

Ahora, el senador representa al Grupo Plural, y como tal, respondió en la tribuna del Senado a las aventuradas afirmaciones hechas por el general secretario de la Defensa, Luis Crescencio, el 13 de septiembre en la ceremonia conmemorativa de los Niños Héroes.

Me parece relevante el discurso, porque explica a la perfección la inminente militarización del país, y nos recuerda que tenemos una Constitución que debemos cumplir.

Esta es la transcripción de las palabras del senador, cuya relevancia será evidente, y por la que me permito compartírselas.

“Señorías, señor Sandoval,

Mis palabras como senador de la República en relación a las reformas que se sometieron a nuestra competencia sobre el mundo militar, ni fueron tendenciosas, ni las movió interés o ambición personal, ni buscaron apartar a la ciudadanía de sus fuerzas armadas, como usted afirmó en septiembre pasado. Quienes hemos hecho señalamientos a las tareas castrenses en ejercicio de nuestra labor legislativa, no merecemos su reproche. No se lo acepto. No soy su tropa, ni debemos pensar igual.

Respeto el uniforme que usted porta, pero eso no lo hace más, ni mejor mexicano. Soy, o intento ser, leal a México y no soy servil a nadie. La dignidad no es un asunto de estrellas en el hombro, sino de mexicanos estrellados contra la ineptitud de sus gobiernos. Y si acaso usted valiera más que otros mexicanos por sus insignias, entonces México estaría cerca de un autoritarismo militar.

Ninguna persona es más que otra en una República como lo soñó Benito Juárez. A los tribunales militares, Benito Juárez les cesó conocer de negocios civiles. Juárez tenía clara la frontera entre civilización y militarización. Eso dije, y lo sostengo. Mi argumento, entonces, es tendenciosamente juarista. El ejército es constitucionalista, no presidencialista. No tiene dueño.

Nació contra el vende-patria Santana, el emperador Maximiliano, el dictador Díaz o el chacal Victoriano Huerta. Esta patria no es de un solo hombre. Su tarea en seguridad pública debe ser de carácter civil, no sólo de mando civil. Los tiempos del pensamiento único y la confusión nación-gobierno-partido-ejército, no deben volver. El ejército es pueblo uniformado, sí, pero portar armas no los eleva por encima del pueblo; los compromete con el pueblo.

El general presidente de México Lázaro Cárdenas heredó un reglamento de deberes militares de 1937, donde prohibió a los militares intervenir en asuntos civiles en el artículo 29. También limitó la expresión de ideas en asuntos políticos y religiosos en el artículo 31 y, por si fuera poco, en el artículo 92 dice: más que a ninguno de los miembros en servicio activo, a los generales corresponde abstenerse en forma más absoluta e inmiscuirse en asuntos políticos del país, directa o indirectamente. ¿Qué tratos y contratos hizo en la secretaría de la defensa con Alejandro Moreno, el presunto delincuente según la fiscalía de Campeche? ¿Por qué se metió en asuntos políticos precisamente bajo el castillo de Chapultepec? Usted, señor Sandoval, se siente autorizado para pisotear esas órdenes del General Cárdenas. La milicia tiene límites y debe respetarlos. El fuero militar no le alcanzará a nivel internacional si se violan nuestra Constitución y los derechos humanos.

Quiero a mi ejército victorioso, derrotando a los criminales feminicidas y asesinos de periodistas, pero también lo quiero obedeciendo a la ley. ¿Le ordenaron hacer un aeropuerto, un tren, etcétera? Usted obedece. Y, si acaso le ordenaran liquidar a un adversario electoral, ¿también obedecería? Del militarismo al fascismo solo hay un toque de clarín y dar el paso. Su equipo castigó a un teniente por no darle las botas correctas. ¿Ya castigó a los responsables de custodiar todos los papeles del ejército? Los Guacamayos son militares descontentos. El gobierno salió de espoleta retardada para entender el enorme peligro de los delincuentes, pero de estopín instantáneo para entender que muchos de sus contratos no se licitan; sólo se adjudican, sin fiscalización. A los amigos, a firmar contratazos, a los enemigos, a tirar balazos. El descontento ya no se oculta. Privilegio marcial puro.

En el lugar donde usted nos vituperó en septiembre, murieron los Niños Héroes de Chapultepec. Ellos tuvieron unos compañeros de armas que pelearon por amor a México, y no eran mexicanos. Se batieron en nuestras trincheras, incluida la batalla de Churubusco. Murieron a manos del ejército invasor norteamericano. Nacieron en otra tierra, pensaban distinto, hablaban otra lengua, tenían otra bandera, verde y amarilla, que decía Irlanda Por Siempre, tenían otro Comandante, el Capitán John O’Reilly. No eran traidores, señor Sandoval, eran el Batallón de San Patricio. Los mexicanos que pensamos distinto a usted, también amamos a México. Aunque sólo seamos simples ciudadanos; luchamos en distinta trinchera, pero nos cobija la misma Bandera.

Le respeto, señor Sandoval, pero el alto mando de General sólo lo merecerá frente a la historia”.

[Aplausos]

¡Hasta el viernes, amigos de Bahía y Vallarta!

(*) Periodista, comunicador y líder de opinión con casi 50 años de experiencia profesional.

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