OPINIÓN

Por Jorge Berry (*) – m.jorge.berry@gmail.com

Escribo esto antes de la marcha de ayer. No tengo dudas de que, tanto en Vallarta y Bahía, como en CDMX y como en más de 50 ciudades en el país, la asistencia será masiva, no obstante los obstáculos que intentó imponer el presidente Andrés Manuel López Obrador. Como les comenté el viernes, las mañaneras estuvieron dedicadas a insultar, denostar y descalificar a quienes defienden al INE. Es una táctica obradorista clásica, que siembra el odio y estimula la violencia.

Pero eso no le fue suficiente. El enviar a sus porros morenistas a tomar las instalaciones del INE, con lujo de violencia y total impunidad, habla de la preocupación presidencial, que ya raya en la desesperación. Las cosas serían distintas si su gobierno hubiera aprovechado el mandato histórico que obtuvo en las urnas para proyectar a México al siglo XXI, pero se le fue el tiempo en promover ideologías rancias, obras inoperantes y sembrando la división y el clasismo en nuestra sociedad.

Mi más ferviente deseo es que la marcha despierte a nuestra juventud. Mi generación, que abarca desde Zedillo hasta López, no pudo con el paquete, y acabamos comprometiendo el futuro de México al entronizar en el poder a un ídolo de barro cuyo único proyecto es convertir a México en una nación servil, sin aspiraciones, conforme con las migajas que el gobierno reparta. Solo hay que ver los planes de estudios de la SEP para darse cuenta de que quieren un pueblo ignorante.

Estados Unidos, en sus recientes elecciones, nos acaba de dar el ejemplo a seguir. Tradicionalmente, en una elección intermedia, apenas un 15% de los menores de 30 años acuden a las urnas. Pero esta vez vieron amenazado su sistema democrático, sus derechos individuales, su acceso a los servicios de salud y su posibilidad de un retiro decoroso.

Reconocieron que nuestra generación será incapaz de detener el cambio climático, y fueron a votar masivamente. Lo que los analistas consideraban sería una masacre republicana, se volvió en la peor derrota en la historia del trumpismo.

Y los jóvenes serán la tumba del obradorismo. Trump y López Obrador padecen la misma enfermedad. Ambos ven el poder como una manera de restaurar un pasado que ya no existe, y que no se podrá duplicar. Lo dijo el “ideólogo” Gerardo Fernández Noroña, ahora del Partido del Trabajo, al día siguiente de las elecciones que permitieron el triunfo de López Obrador: “No nos van a sacar de aquí en los próximos 50 años.” Es decir, quieren un neopriismo, y por eso aceptan en Morena a toda la basura política que solo quiere prebendas, y que no conoce el significado de las palabras “servicio público”.

Ojalá haya muchos, muchísimos jóvenes que acudan a las marchas en todo el país. Conservar el INE es la última esperanza para hacer valer la voluntad ciudadana en 2024, y el ataque que ha montado López Obrador no se detendrá con una marcha. Esto solo puede pararse en el Congreso, y por desgracia, ya hemos visto infinidad de traiciones y ventas de votos. Pero hay diputados y senadores honestos y patriotas, que entienden el peligrosísimo momento que vive nuestra democracia, y dejarán al alma en las cámaras defendiendo lo que es de todos: el voto.

¡Hasta el viernes, amigos de Bahía y Vallarta!

(*) Periodista, comunicador y líder de opinión con casi 50 años de experiencia profesional.

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