TERCERA LLAMADA

Por María José Zorrilla

Mi fascinación por la raqueta me llevó a ser una apasionada televidente de los principales torneos de tenis del mundo y cada vez que oigo a un comentarista decir la importancia de llegar bien parado a la bola para hacer un golpe efectivo recuerdo cuando en el club de tenis llegó un exfutbolista profesional y empezó hacer lodo con todos.

Nunca había agarrado una raqueta, su estilo era terrible, pero en 4 meses estaba dominando la categoría B varonil y en la categoría A de Vallarta, llegó a ganar algunos torneos. No había duda, la clave del éxito de Kalú, estaba en la movilidad de pies y la forma en que llegaba bien parado a impactar la bola.

Lo difícil es lograr ese equilibrio cuando estás en apuros, corriendo como puedes para llegar al punto donde te enviaron la pelota y mantener a la vez control de tus emociones para golpear con precisión y ganar el punto o recomponer la situación.

No cabe duda de la necesidad de mantener el equilibrio en todo momento. En los deportes, en la mecánica, la física, la economía.

Un buen equilibrio emocional muchas veces te lleva a ganar un partido de tenis, deporte que requiere de muchas habilidades físicas, técnicas y mentales. Lo acabo de presenciar ayer en un trepidante partido entre el español Carreño Busta y el italiano Jannik Sinner donde la balanza del marcador se mecía siempre favorablemente hacia el hispano que llegó a tener 5 match points y no pudo ganar el partido. Se impuso el equilibrio emocional del joven italiano para manejar momentos de tanta tensión.

Hace día leí “Adiós a la globalización” un artículo por demás interesante de John Micklethwait editor de Bloomberg news y Adrian Wooldrige editor del The Economist que me envió mi hermana por whatsup.

Además de ampliar mis conocimientos sobre el tema de los conflictos bélicos y los intereses entre el Occidente democratizado y el este autocrático, pude dimensionar la necesidad de mantener esos equilibrios como en el tenis, aunque la comparación parezca un chiste viejo. Cuando hacías un mal comentario, te decían, “Es calcetín o receta de cocina”.

Con la aparición del Covid-19 creímos haber vivido la peor etapa, eran tiempos de recomponer la salud y la economía requería un levantón, pero la realidad es que ahora los conflictos entre el Kremlin y Kiev nos ha puesto en la cuerda floja a todos. No es la solución decir que Putin es un carnicero.

Ya Macron marcó su rayita.  Son momentos de mucha tensión y Biden debe guardar el mayor de los sigilos, poner su inteligencia emocional a funcionar y dejar de lado los epítetos deleznables. Tomar decisiones fuertes no implica insultar al oponente.

En momentos clave donde la unión es indispensable, el presidente francés acorde a la publicación en elDiario.es dice que lo importante es poner fin a la guerra y no escalar el conflicto. Estados Unidos, enfatizó Macron, sigue siendo un aliado importante.

“Compartimos con ellos muchos valores, pero los que vivimos al lado de Rusia somos los europeos”.

Tomamos las palabras de los editorialistas de Bloomberg y The Economist, “es el momento que el mundo libre cree uno más unido, interconectado y sostenible que nunca”. “Aprovechar esa oportunidad requerirá una comprensión tanto de la economía como de la historia”.

Jannik Sinner ganó en el campo de batalla de una cancha de tenis en Miami. Lo que ahora se está jugando es un campo de batalla global donde las expectativas están a la orden del día.

Sujetar los hilos de uno y otro lado, moverlos, apretarlos puede significar la caída de todo un sistema.

Esperemos que impere la prudencia, la inteligencia y el equilibrio en la toma de decisiones.

 Nadie desea que el mundo como lo conocemos en Occidente “termine en las calles de Kiev”.

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