Reporteros Vallarta Opina
Puerto Vallarta

Poco más de 3 mil 700 personas registradas como trabajadores formales ya se encuentran justo ahora desempleadas en Puerto Vallarta, de acuerdo al Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), como resultado del cierre en engocios y hoteles ante la contingencia sanitaria por la pandemia de COVID-19.

Desde luego, los vallartenses afectados, se cuentan en un número mucho más alto, según han comentado empresarios locales. Al menos son 2 mil las empresas que han cerrado operaciones de manera total durante los últimos 15 días.

Y las medidas por la contingencia, como el arraigo domiciliario voluntario y cierre de lugares públicos, continuarán hasta, por lo menos, el 30 de mayo. Después, dependiendo de la situación, las actividades regresarán a la normalidad periódicamente, de acuerdo a lo dicho por la Secretaría de Salud federal.

Por eso, la situación de muchos en Puerto Vallarta es, cuando menos, desesperada: se les acaba el dinero de las últimas quincenas, tienen familias que mantener y desde luego, comida que comprar.

Por esta situación, muchos voluntarios de buen corazón, tanto locales como extranjeros, se han unido a los esfuerzos por apoyar e instalado mesas para recolectar y regalar comidas y despensa. El Gobierno de Puerto Vallarta ha entregado al menos 10 mil y lo seguirá haciendo cada 15 días, hasta que termine la pandemia.

Pero pese a que distintos ciudadanos han continuado instalando centros de apoyo, organizados por colectivos y sociedad civil, aún queda mucha gente necesitada.

Entre ellos, el señor ‘Paco’, quien usualmente vendía globos, dulces, algodones y juguetes con su bastón de madera en el Malecón. Pero lleva un mes sin trabajar, y se le acabó el dinero.

Cuando se enteró de que en un hotel iban a repartir despensas, en el Centro, acudió el mismo día que le avisaron. Sin embargo, fue tanta la gente acudiendo por la ayuda, que los paquetes se acabaron antes de que llegara su turno y el de muchos más.

Se formó desde muy temprano en la mañana, pero cuando llegó ya había gente. Esperó tres horas, pero su paciencia fue en vano, ya que no alcanzó una despensa.

“La verdad fue muy complicado (…) hay que estar formados desde las 7, son muy pocas las despensas para tanta gente. Vi a muchos ancianos muy cansados y al final decepcionados porque no alcanzaron despensa, incluso queriendo pelear por la última bolsa”, narró a Vallarta Opina.

Paco seguirá buscando en donde pueden regalarle una despensa, pero enfocará sus esfuerzos ahora en vender cubrebocas que está fabricando, pues señala, de algo tiene que vivir mientras dure la crisis.

Son muchos los casos como el de Paco, y afortunadamente, también cada vez más los vallartenses que se disponen a ayudar para no dejar sufrir a todos aquellos quienes también forman parte esencial de la vida para este destino turístico.

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