Por Eugenio Ortiz Carreño/Bahía de Banderas

Para el agente de viajes Francisco Beltrán, el turismo de aventura está ya “muy comercializado” y a los guías les falta capacitación y cultura de lo que hay en la zona de la bahía de Banderas.

Lamentó que este segmento está descuidado por las empresas y en muchos casos todo se reduce a recorridos en cuatrimotos o tubulares en las montañas cercanas.

Con una experiencia de 50 años en el sector turístico, siendo agente receptivo desde 1968 en Puerto Vallarta, Francisco Beltrán señala que falta que se practique un turismo de aventura, como el que se hace en Australia o en Alaska e incluso en Costa Rica.

Recuerda cómo era el turismo de aventura en los años 68-70, cuando las actividades de aventura era ir arriba de El Pitillal o ir a la selva, en la zona donde está actualmente el hotel Westin, la gente entraba por una brecha o camino y los turistas exploraban toda la zona donde está el Meliá y en temporada de lluvias se llenaba de agua.

Recuerda que entonces había cocodrilos, pero en ese tiempo no se veían mucho y esa era la aventura. También era irse por el camino viejo a Ixtapa o subir al rancho del Pirulí, que era un tour que se le denominaba el “tour de la selva” y se podía ir a caballo o en carros de excursión.

O también estaba el paseo a Ojo de Agua, en la zona donde está el Colegio ISPAC, y los turistas recorrían la avenida Francisco Villa, que era una calle ancha, de terracería y a los lados eran propiedades largas y extensas, eran áreas de cultivo, y a los lados corrían veredas o arroyos llenos de agua y era lo que había, pero cuando llovía, todo se inundaba.

En Paso Ancho no había mucho en esa época, pero después fue una compañía de caballos una empresa que tenía un tour y se le dio algo formal, pero dependía de la cantidad de personas y se visitaba el Nogalito que era algo hermosísimo, y luego ir al río de los Horcones, y antes en Mismaloya, se visitaba Chicos Paradise, toda esa zona era de aventura, “cuando llegaba uno allá se adentraba y caminaba el turista y encontraba unas cuevas donde pasaba el río y una serie de animales como el ocelote, el venado y mucho armadillo”.

Lamentó que ahora el turismo de aventura está muy comercializado, hasta el punto que siempre les están vendiendo algo, siempre le piden propina o les ofrecen tequila o raicilla, y además muchos guías no conocen la flora y la fauna de la región.

Un ejemplo es que en toda la cuenca del Ameca, en la zona de Jalisco y Nayarit, hasta la Cruz de Huanacaxtle, existe el árbol de tintoque, pero los guías no lo conocen.

Explicó que el árbol de tintoque, entre otras plantas, se llama así porque la gente en los tiempos prehispánicos pintaban sus objetos con la tinta del árbol.

También hay árbol del coapinole y existe mucho árbol de chicle y los guías tampoco lo identifican, “es triste que hay varios canopys en la zona, con muchas tirolesas y al lado de donde corren las tirolesas hay mucha variedad de árboles típicos y los mismos guías no los conocen”.

Otra especie que tampoco se aprecia es el capomo, del cual se hace café en la zona de San Sebastián, Mascota y Compostela, pero los tours no contemplan; además, hay una gran variedad de maderas preciosas que incluso hay personas que se han hecho ricas con la exportación de maderas finas.

En resumen, dijo Francisco Beltrán, falta cultura en los guías o las empresas que realizan tours para visitantes que llegan en barco o para los turistas de la hotelería.

“Nos falta creatividad para crear áreas y puntos que realmente puedan ser culturalmente atractivos”, finalizó.

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