José Reyes Burgos
Puerto Vallarta
Están ahí, en los camellones de las principales vialidades en la zona de Fluvial Vallarta, incluida la avenida principal. O en esquinas, y terrenos aún sin construir. Robustecen el paisaje con sus grandes copas y son fácilmente identificables por sus gruesos troncos.
Son los ahuhuetes (Taxodium huegelii) y los huanacaxtles o parotas (Enterolobium cyclocarpum), especies de árboles que crecen con troncos muy gruesos y también altitudes considerables, pero principalmente, viven una enorme cantidad de años, hasta siglos.
La concentración de estos árboles es mayúscula sobre el paseo de avenida Fluvial Vallarta y la de Jesús Rodriguez Barba, bialidad confluyente. Se levantan como un muro de madera, con sus copas imponentes, proporcionando sombra fresca en el día, y un espectacular ambiente misterioso nocturno.
Son además hábitat de luciérnagas, que posan y brillan sobre los pastizales que crecen entorno a los enormes árboles. Desafortunadamente, estas maravillas naturales se encuentran amenazadas por el progreso inmobiliario de la zona.
Muchas han sido cortadas, taladas de tajo, para dar pie a edificios coorportivos, plazas y residencias. Y no serán las últimas, pues varias parotas crecen sobre terrenos que están a la venta, y forman parte de los planos de desarrollo urbano de la zona, que aún da para construir muchas más casas y oficinas.
El dar un paseo por las calles y el paseo en Fluvial, es un espectáculo como pocos, al notar semejante exposición de robustez y longevidad por parte de la naturaleza. Existe una vereda que comienza después del cruce de Los Tules y Jesús Rodríguez Barba, junto a la ribera del río Pitillal, que al recorrerse pierde al paseante en un camino de gigantescos árboles y naturaleza, que le hace difícil creer que se encuentre junto a restaurantes, antros y hoteles.
Al final, se trata de un tesoro natural que le aporta su belleza y parte de su plusvalía a Fluvial Vallarta. Mientras algunos arquitectos han decidido dejar a varios de estos árboles como patios de las casas y oficinas que construyen, otros han decidido acabar con su existencia.
Parecen una suerte de museo botánico, al presentar a veces formas tan complejas y extrañas, salidas de una película de fantasía, lo cual les ha ganado la admiración de resdicentes y deportistas que todos los días las observan al realizar sus rutinas en el exterior.
Las parotas y ahuahuetes gigantes de esta zona, que solía ser un bosque lleno de estos árboles antes de que se construyera la avenida, podrían tener sus días contados por el rápido avance de las constructoras y dspachos inmobiliarios que no despegan la mirada de esta parte de la ciudad.
Por ahora, siguen siendo gigantes testigos de la evolución de Puerto Vallarta, abundantes como en ninguna otra zona a la vista y con sus gruesos troncos, en Fluvial, la colonia de alta plusvalía que hasta ahora les ha perdonado la existencia.