Por Marc Murphy (*) – Marc@MexicoPacificLifestyle.com

¡Hola a todos!

La semana pasada escribí acerca de los visitantes conocidos como “snowbirds”, que son turistas y residentes canadienses y estadounidenses principalmente, que comienzan a llegar a esta región del pacífico en búsqueda de un clima más benévolo que en sus países. En la columna anterior mencioné aspectos positivos de esta inmigración, pero hoy quiero hablarles del “otro lado de la moneda”, de un fenómeno que debería comenzar a preocuparnos, pero sobre todo a “ocuparnos”, al cual se le conoce como gentrificación.

De acuerdo con la investigación Gentrification and Resistance in Latin American Cities, de los académicos Antoine Casgrain y Michael Janoschka, el término gentrificación apareció aproximadamente hace 50 años, aunque el concepto como tal se acuñó en Londres en 1964. Hasta ahora hemos escuchado muy poco de ello, pese a que no solo afecta de forma económica, sino que se ha demostrado que existen consecuencias directas en la salud de las personas.

De acuerdo con los mismos especialistas, este término está afectando ya a una gran cantidad de ciudades alrededor del mundo; al implicar la transformación urbana y social de espacios que se encuentran deteriorados o en proceso de declive que son rehabilitados o reconstruidos, derivando en un aumento tanto de los alquileres como del coste habitacional, así como de servicios como agua, electricidad e internet.

Sin embargo, la gentrificación va más allá, y tiene que ver con la sustitución de la población local por la “no población”, es decir, turistas internacionales o extranjeros (y en los últimos dos años los nómadas digitales) que llegan a vivir a determinadas zonas y provocan el desplazamiento de los habitantes originales hacia las periferias o hacia otras áreas más económicas. Ciudades europeas como Londres, Madrid, Berlín o Roma son algunas de las que más han sufrido este proceso, y en el caso de la Ciudad de México lo estamos viendo en zonas como Polanco, la Condesa y la Roma.

En Puerto Vallarta y la Riviera Nayarit, este fenómeno ha venido desarrollándose en la última década a raiz del boom inmobiliario, destinándose una buena parte de la oferta residencial al mercado turístico. Con esto se ha dado pie a la creación de desarrollos exclusivos para residentes extranjeros y al llamado “efecto de expulsión” de los habitantes originales de las zonas residenciales. Muestra de ello es que en Puerto Vallarta colonias como la Versalles, la Emiliano Zapata y la 5 de Diciembre están sufriendo grandes cambios y se han convertido en los lugares favoritos para habitar por parte de los extranjeros.

Lo mismo sucede en localidades de la Riviera Nayarit como San Pancho, Sayulita, Bucerías y la Cruz de Huanacaxtle, donde en los últimos años los alquileres se han disparado, ya que la gente prefiere vender o rentar a los turistas o residentes temporales que pagan con dólares.

Obviamente hay aspectos positivos a resaltar, como la recuperación de zonas en declive, la transformación arquitectónica y el embellecimiento de las áreas urbanas que dan paso a un nuevo entorno.

Sin embargo, para los especialistas en sociología los aspectos positivos no compensan lo negativo de este fenómeno, y advierten que los nuevos habitantes temporales crean burbujas de expatriados que podrían, incluso, elevar la inflación, algo que, aunque ahora nos parece exagerado, podría ser una realidad en el corto tiempo.

¿Qué piensan ustedes? ¿Cuál sería una posible solución para este fenómeno? Los leo.

(*) Especialista en consultoría y desarrollo turístico/inversión y gestión inmobiliaria.

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