LA MIRADA INCÓMODA

“La realidad está definida con palabras. Por lo tanto, el que controla las palabras controla la realidad”: Antonio Gramsci.

Por Alfredo César Dachary – cesaralfredo552@gmail.com

Las sanciones de Occidente contra Rusia, unilateralmente decididas en Washington, están siendo presentadas como un justo castigo por la agresión contra Ucrania. Pero, más allá de que son ilegales a la luz del Derecho Internacional, todos pueden ver que esas medidas no están alcanzando su objetivo supuesto. En la práctica, Estados Unidos está aislando a Occidente con la esperanza de mantener así su propia hegemonía sobre sus aliados.

Estados Unidos entró a último momento en las dos guerras ‎mundiales, evitando así sufrir daños en su propio suelo, por ello es que salió de esos conflictos como gran vencedor y heredero de los grandes imperios europeos, destruidos por casi cinco años de guerra en sus territorios, y así generó la hegemonía que hoy se ha degradado al triste cargo del gendarme mundial, por ello esta hegemonía era frágil y no podía ser mantenida frente al desarrollo de otras grandes naciones, que están emergiendo: China, India, Rusia, Paquistán, Sudáfrica, Indonesia y otras más.

En 2012, ciertas escuelas de politólogos comenzaron a hablar de la «trampa de Tucídides», presentando una analogía con la explicación que aquel historiador de la Antigua Grecia elaboró sobre las guerras del Peloponeso entre Esparta y Atenas.

Para éstos, el ‎ascenso de la República Popular China hacía que un enfrentamiento entre ese país y ‎Estados Unidos fuese tan inevitable como las guerras entre Esparta y Atenas, y habiendo ‎comprobado hoy que China se ha convertido en la primera potencia económica mundial mientras ‎que Rusia es la primera potencia militar, Estados Unidos ha decidido combatirlas, pero ‎no al mismo tiempo. ‎

Ese es el contexto de la guerra en Ucrania, donde Washington presenta ese conflicto como una ‎‎agresión rusa, impone sanciones y obliga a sus aliados a hacer lo mismo. La primera explicación que viene a la mente es que Estados Unidos, sabiéndose inferior en el plano militar pero económicamente superior, ha decidido escoger su campo de batalla. Sin embargo, el análisis de las fuerzas implicadas y de las medidas adoptadas desmiente esa lectura de los hechos.

No podemos olvidar que Estados Unidos asesinó al presidente iraquí Saddam Hussein y al de Libia, ‎Muhammad el Kadhafi, porque se atrevieron a cuestionar el predominio del dólar ‎estadounidense, que reina en medio de la falta de respaldo real por ello no se conformaron con matar a los dos líderes, sino que además saquearon a los bancos centrales de sus países, pasando por alto todas las leyes internacionales.

Los acuerdos de Bretton Woods reorganizan el sistema capitalista mundial en 1944, al instaurar un marco para el sistema posterior a la crisis de 1929, luego de comprobarse que el capitalismo de Estado implantado por el nazismo había terminado en un fracaso militar, pero también financiero, aunque Alemania contó con la ayuda de Suiza para blanquear el dinero saqueado a los países y los ricos donde el sistema dominó. Estados Unidos impuso el dólar –su propia moneda– como divisa de referencia convertible en oro, sin el apoyo de las potencias emergentes ya que la Unión Soviética y China no estuvieron en la conferencia de Bretton Woods.

En 1971, el presidente Richard Nixon decidió unilateralmente –y de manera no oficial– poner fin ‎a la paridad del dólar estadounidense con el oro para poder financiar la guerra de ‎Estados Unidos en Vietnam, al abandonar la tasa fija dólar-oro, al final de la guerra en la que tuvo que retirarse y dejar a los ejércitos títeres como presa en 1976.

No se aclaró nunca plenamente el retiro del patrón oro y menos el tema de las grandes deudas ya impagables de Estados Unidos, un típico default en la oscuridad operado por la banca mundial.

Ante esta situación, la República Popular China se alió a las ‎transnacionales anglosajonas, para enfrentar la situación financiera mundial creada ya que antes, desde 1972, la Comunidad Económica Europea que antecedió a la Unión Europea tuvo que adaptarse a las tasas de cambio, que de ser fijas habían ‎pasado a ser “flotantes” primeramente enmarcándolas con la llamada «serpiente monetaria» y ‎después con la creación del euro. ‎

Debilidad financiera europea que llega hasta el inicio del siglo XXI y la creación del euro, en un escenario de descontrol que permitió que gran parte de la economía criminal se instalara en Europa donde la comandaba, la Cosa Nostra Siciliana y la ‘Ndrangheta calabresa, Cosa Nostra norteamericana, Sacra Corona UNITA de Apulia, nueve en total, que según el autor francés Jean-François Guayraud, eran las verdaderas empresas de la economía criminal global.

La experiencia del default en “negro” le sirvió a Estados Unidos para que, a partir de 1981, éste comenzara a permitir el crecimiento de su propia deuda, que tres décadas después ya es impagable.

Después de haberse elevado al 40% del PIB estadounidense, la deuda exterior de Estados Unidos, es hoy equivalente a más del 200% de su PIB. Estados Unidos intentó después «globalizar» la economía mundial, o sea, imponer sus propias reglas del juego a los países solventes y destruir las estructuras de los Estados de los demás países, la estrategia Rumsfeld-Cebrowski.

Para pagar sus propias deudas, Estados Unidos imprimió dólares, espió a las empresas de sus ‎supuestos aliados y robó las reservas de dos importantes Estados petroleros, Irak y Libia, todo en nombre de la libertad y la democracia, por lo cual los países occidentales hacían de cómplices con el silencio ya que nadie se atrevió a cuestionarlo.

Esto avanzó muy rápidamente y en el 2003, este sistema económico de Estados Unidos ha dejado de ser lo que pretendía ser, un país de ‎‎economía liberal, ya que se puede ver que ya no produce los alimentos que necesita, ni sus propios productos de primera necesidad y que además vive sólo de la especulación financiera, que le permite el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional para realizar créditos a los países más necesitados, lo cual es un gran negocio en términos financieros y un verdadero fraude para los países emergentes.

La economía estadounidense, que después de la disolución de la URSS, llegó a representar ‎un tercio de la economía mundial, hoy es sólo una décima parte. ‎

Numerosos Estados ven cercano el fin de las reglas de Bretton Woods y buscan un nuevo sistema, ‎lo que llevó en el 2009, a Brasil, Rusia, India y China, países a los que rápidamente se une Sudáfrica, creando el ‎grupo BRICS.

Estos países se han dotado de instituciones financieras que,  – mientras que el Fondo Monetario Internacional (FMI) y al Banco Mundial imponen reformas estructurales y compromisos políticos de alineamiento junto a Washington a todo el que solicita sus préstamos – prefieren invertir según el sistema llamado leasing o «arrendamiento financiero», también llamado «alquiler con derecho de compra», según el cual el país que recibe la inversión se convierte en propietario cuando la inversión se ha amortizado.

En 2010, Bielorrusia, Kazajistán y Rusia –a los que después se unió Armenia– fundaron la Unión ‎Económica Euroasiática (UEE). Esos países, que tienen fronteras comunes, instauraron una zona ‎de libre comercio con Egipto, China, Irán, Serbia, Singapur y Vietnam. A ellos podrían unirse ‎próximamente Corea del Sur, la India, Turquía y Siria. ‎

En 2013, China emprendió su vasto proyecto conocido como «Nuevas Rutas de la Seda». Al año siguiente cuando su PIB sobrepasó el de Estados Unidos y alcanzó la paridad con su poder adquisitivo Pekín creó el Banco Asiático de Inversión en Infraestructura (BAII, también designado como AIIB, por sus siglas en inglés) y en 2020 estableció un marco para los capitales extranjeros.

En 2021, la Unión Europea concibió su «Pasarela Mundial» (Global Gateway) para competir ‎con China e imponer su propio modelo político. Pero muchos países interpretaron esa jugada ‎como un regreso al colonialismo y la “Pasarela europea” fue objeto de un rechazo masivo. ‎

El bloque ruso y el bloque chino han venido acercándose entre así gracias al proyecto común denominado Gran Asociación Euroasiática Global surgido en 2016 en el marco de la Organización de Cooperación de Shanghái. Se trata de desarrollar todo ese espacio en su conjunto creando en él vías de comunicación equilibradas según las bases ideológicas definidas por el kazajo Nursultán Nazarbayev: la inclusividad, la igualdad en materia de soberanía, el respeto de la identidad cultural y sociopolítica de los participantes, la apertura y la disponibilidad en cuanto a integrar otros conjuntos.

El intento de Washington de destruir ese conjunto en formación no tiene absolutamente ninguna ‎posibilidad de éxito. Ya podemos comprobar que:‎ la agresión económica no comenzó con la invasión de Ucrania sino 2 días antes de la operación ‎militar rusa; la agresión económica apunta ante todo a los bancos rusos, a los multimillonarios rusos y contra ‎la industria del gas ruso, sin tocar la nueva red de comunicación euroasiática; finalmente, la agresión económica trata de excluir a Rusia de las organizaciones ‎internacionales, pero no concierne a los Estados que se niegan a condenar a Rusia. ‎Por consiguiente, empujará a estos últimos en brazos de China. ‎

En la práctica, Estados Unidos no está aislando a Rusia, sino que aísla a ‎Occidente –el 10% de la humanidad– del resto del mundo, o sea del 90% de la humanidad.

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