OPINIÓN

Por Jorge Berry (*) – m.jorge.berry@gmail.com

La justicia mexicana se está volviendo una mala broma. Ya comentaba en la columna del lunes sobre la detención del ex-procurador de justicia Jesús Murillo Karam. Lo acusan de ser el autor MATERIAL de la desaparición de los 43 normalistas de Ayotzinapa. Por supuesto, sin una sola prueba. Todo en base a especulaciones. Aun así, un juez a modo le aplicó la prisión preventiva, y Murillo, enfermo y de 74 años de edad, pasará por lo menos lo que resta del sexenio en la cárcel. Es verdaderamente un escándalo.

Mientras, Delfina Gómez, una delincuente electoral juzgada, y encontrada culpable de descontar 10% a todos sus trabajadores cuando era alcaldesa de Texcoco para usarlo en la campaña de Morena, sigue no sólo libre, sino como candidata de Morena a la gubernatura del Estado de México. ¿Se puede ser más incongruente?

Al frente de la Fiscalía General de la República sigue Alejandro Gertz Manero, quien ha usado su posición para todo tipo de venganzas personales. Metió al bote a su ex-cuñada, para apropiarse de la herencia de su hermano fallecido, acusándola de homicidio por negligencia. Se fue sobre un importante grupo de científicos, porque objetaron su designación como investigador cuando lo prendieron fusilándose no sé cuántos artículos que no eran suyos. Ya perdí la cuenta de las veces que se ha exigido su renuncia, pero el presidente Andrés Manuel López Obrador, insiste en que le tiene confianza, y es un personaje honesto… aún con las grabaciones que se dieron a conocer, donde Gertz presume tener en el bolsillo a varios ministros de la Suprema Corte de Justicia. Nada parece mover al caudillo.

Y luego, está el caso de Emilio Lozoya. Ahí, se negoció la ley una y otra vez, tratando de que Lozoya soltara nombres de peces gordos en los fraudes a PEMEX. Años estuvo bajo arresto domiciliario, hasta que, en un arranque de soberbia, el tipo se fue a cenar a un restaurante de lujo. Lo fotografiaron, y se acabó la magia. Desde entonces, está en la cárcel.

¿Qué clase de justicia es esa? Sin razón jurídica alguna, mantuvieron en la cárcel a Rosario Robles, inventándole un delito que no cometió, mientras que su posible responsabilidad en la estafa maestra nunca fue comprobada.

Es la ley del terror jurídico. La oposición busca encontrar un candidato que pueda dar pelea al morenismo en 2024, pero muchos de los posibles participantes saben que, en el momento que se constituyan como un peligro electoral para Morena, la FGR está lista para inventarle un expediente que lo mande a la cárcel por un buen rato. Por eso nadie se anima.

Estamos viviendo en un país donde las instituciones jurídicas no funcionan. La justicia y la verdad perdieron su identidad. Ahora, a los delincuentes los define el presidente. Se acabaron los parámetros para contenerlo. Los propios jueces, ya no pueden ser imparciales. Tienen que seguir la línea del partido, o pagan las consecuencias.

Es triste y desesperante ver cómo la democracia mexicana, que costó tantas vidas y años construir, se va haciendo añicos día con día desde la mañanera.

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Morena, entre tanto, tiene motivos de preocupación. Con la bendición presidencial, ya están claramente establecidas las pre-candidaturas presidenciales: Claudia Sheinbaum, la jefa de gobierno de CDMX, es la favorita. Y no por sus méritos, puesto que su administración en la capital ha sido un desastre.

Un día sí, y otro también, se incendia alguna estación del metro, la ciudad está más insegura que nunca, pero, a imagen y semejanza de su jefe, nada de esto parece preocuparle. Se sabe favorita, porque sigue siendo la primera opción para el presidente, quien, como tantos otros presidentes en nuestra historia, piensa perpetuarse en el poder a través de su sucesor.

Pero falta mucho. Sheinbaum puede perder su delantera en la gracia de AMLO si se vuelve claro que, en una elección nacional, sería vulnerable. Su mejor carta estratégica, CDMX, ya la perdió. Los chilangos no la quieren, y quedó demostrado en las elecciones intermedias. Y en las encuestas periódicas de aceptación, cada vez sale peor. Cómo la ley le vale queso, al igual que a su jefe, Sheinbaum, cada vez con más frecuencia, incurre en actos de campaña anticipada, indicando un desprecio por sus gobernados que le quitará votos.

¡Hasta el lunes, amigos de Vallarta y Bahía!

(*) Periodista, comunicador y líder de opinión con casi 50 años de experiencia profesional.

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