OPINIÓN

Por Jorge Berry (*) – m.jorge.berry@gmail.com

El año pasado salió una película producida por Netflix que se llamó “No mires hacia arriba”. Si no la vieron, no se la pierdan. Pero como es el segundo programa de Netflix más visto de la historia, voy a asumir, para efectos de este artículo, que sí la vieron.

El reparto de la película es extraordinario. Meryll Streep interpreta a una mujer que llega a la presidencia de los Estados Unidos, enarbolando un sospechoso parecido con Donald Trump. Es una rabiosa populista, y nada le importa más que ganar la siguiente elección. Leonardo Di Caprio y Jennifer Lawrence son dos científicos, a quienes les importa poco la política.

La película es, por supuesto, una sátira política, pero entre más pasa el tiempo, el escenario que plantea es realmente escalofriante, y muy actual.

Di Caprio y Lawrence, dos astrónomos, descubren que hay un cometa con 99.7% de probabilidad de impactar la tierra. Dan aviso a las autoridades, pero no les hacen mucho caso. La presidenta piensa que si la información se divulga, le costará votos y perderá la siguiente elección, y entonces ya no se podría hacer nada de todas formas. Los astrónomos van a los medios e informan de la emergencia, pero no los toman en serio. La presidenta, conforme se acerca el cometa, finalmente decide tomar medidas. Manda una flotilla de cohetes al espacio cargados con explosivos nucleares, pero la misión falla. El cometa va a impactar al planeta, y necesariamente lo destruirá.

Así estamos nosotros. Los gobiernos populistas, nosotros entre ellos, ven a la información científica como un enemigo. Basta ver los planes de estudio que impulsará la SEP para este semestre, para darse cuenta de que hay una campaña orquestada desde el gobierno para desacreditar a la ciencia. Desde el principio de la administración del presidente Andrés Manuel López Obrador, fue nombrada al frente de CONACYT Elena Álvarez Bullya, una mujer que, a pesar de contar con una educación científica, decidió que la ciencia y los científicos son parte del neoliberalismo. Solo afirmar que existe una ciencia “neo-liberal” es una aberración. La ciencia se basa en hechos empíricamente comprobables, y no tiene ideología. Para la señora Bullya, la exploración espacial es un desperdicio de dinero. No se puede ser más ignorante.

La búsqueda del conocimiento ha sido una prioridad desde que los humanos aparecieron en el planeta, pero ahora resulta que no hay verdad que valga, si no está avalada por el gran líder, y eso nos está llevando al desastre.

El problema no es solo en México. No hay manera de insistir en que el cambio climático no existe, pero convencer de eso a López Obrador, a Putin o Ping es misión imposible. Y no es que no lo sepan. Es que no les conviene aceptarlo.

En este mismo verano, se están secando los ríos europeos. El Sena, en Francia, el Támesis en Inglaterra, el Po en Italia. Hasta el Danubio ha bajado a niveles insospechados, al punto de que en Serbia empezaron a aparecer restos de barcos nazis hundidos en la Segunda Guerra Mundial. No solo Europa. La sequía que está padeciendo el sureste de Estados Unidos es la peor de la historia. En Monterrey, México, ya no hay agua.

Pero AMLO sigue expulsando gases tóxicos originados del combustóleo parta tratar de apuntalar la vergonzosa presencia de Manuel Bartlett en CFE, mientras insiste en la ya hasta ridícula premisa de depender de energía fósil, con tal de justificar la porquería de Dos Bocas.

En Estados Unidos, Trump hacía lo mismo, permitiendo todo tipo de excesos a sus amigos de las grandes petroleras. Ahora, con Biden de presidente, finalmente pasaron legislación que permitirá reducir las emisiones de CO2, e impondrá estrictos parámetros de emisión de contaminantes.

Esta afición fanática de buena parte de mundo de desacreditar la investigación científica nos puede llevar, no exagero, a la extinción. Por ello es tan valiosa la película que comenté al principio de esta columna. Exhibe, con fino humor y sarcasmo, el peligro de convertirse en fanático seguidor de quienes predican y prometen sin sustento una vida mejor. No les crean. Créanle a los científicos, a los especialistas, a quienes hablan con la verdad objetiva. Lo demás, son patrañas.

¡Hasta el viernes, amigos de Bahía y Vallarta!

(*) Periodista, comunicador y líder de opinión con casi 50 años de experiencia profesional.

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