LA MIRADA INCÓMODA

“Si queremos saber en qué forma se está verificando la extinción de la cultura occidental, habrá que averiguar primero qué es cultura…”: Oswald Spengler.

Por Alfredo César Dachary – cesaralfredo552@yahoo.com.mx

Alfredo Jalife-Rahme, un excepcional geopolítico, hace varios años que plantea desde diferentes ángulos un mismo problema, el ocaso de Occidente, que hoy coincide con Estados Unidos y en siglo XIX y parte del XX con Gran Bretaña.

Buscando en la primera mitad del siglo pasado, encuentra sobre este complejo tema, a Henry Luce que en 1923 era propietario de Time – Life, luego de la reviste Fortune y  era considerado como el más influyente ciudadano  en Estados Unidos, que logró impulsar la mercadotecnia a partir de la geopolítica a alturas insospechadas y lanzó su manifiesto sobre el Siglo Estadounidense que es la prolongación del mesiánico Destino Manifiesto decimonónico de Estados Unidos, acuñado por John O’ Sullivan, otro propietario de periódicos, que encubrió axiológicamente la anexión de Texas.

En la más antigua revista mensual de Estados Unidos, Harper’s, fundada en 1850, Daniel Bessner que era profesor en la Universidad de Washington sustentaba que se acabó el Siglo Estadounidense, bajo el título de “Imperio Burlesco”: el siglo estadounidense no consiguió los elevados objetivos que idearon los oligarcas de esa época.

En el prefacio de “La cultura del narcisismo” de Christopher Lasch, publicado en 1979, reconocía que un cuarto de siglo después de que se conociera “El siglo americano”, planteado por Henry Luce, la confianza de los ciudadanos norteamericanos había retrocedido a un nivel muy bajo. Los que hace pocos años soñaban con el poder mundial, se sienten incapaces de gobernar la ciudad de New York. La derrota en Vietnam, el estancamiento económico (incluido la pérdida del respaldo oro del dólar) y el inminente agotamiento de los recursos naturales, ha provocado un ánimo pesimista en los círculos más altos, el cual se propaga al resto de la sociedad mientras el pueblo, pierde la fe en sus dirigentes. La misma crisis de confianza se generaliza a otros países capitalistas.

Esta reflexión coincide con la del historiador David H. Donald que sostenía que “la época de la abundancia ha terminado y asoma la lobreguez de la nueva era”.

Paul Kennedy, autor del clásico “Ascenso y caída de las grandes potencias”, sostenía que los norteamericanos están enfrentando el mismo destino que los británicos a fines del XIX: su decadencia como potencia mundial y Estados Unidos sufría lo que Kennedy definía como “obesidad imperial” y se lo veía con las mismas e inexorables fuerzas que habían erosionado la Pax británica, que desataron las dos guerras mundiales.

Arrinconado por los compromisos militares de la Guerra Fría, y por sus nuevos competidores económicos de la cuenca del Pacífico, Estados Unidos perdía posición en el mundo, por ello la nueva misión de sus políticos será la de “gestionar la caída” de forma lenta y llevadera.

Kevin Phillips compara a Estados Unidos con la Roma imperial y Londres del siglo XIX, la congestionada y arrogante capital de imperio decadente, administrada por una élite abusadora y recalcitrante y que muchas de las cosas que ocurrieron en esa época comienzan a darse en la actualidad.

La polarización económica y una clase media decadente van de la mano de “una expansión del lujo y una permisividad moral”, la pérdida del viejo patriotismo y las “lamentaciones por la decadencia moral”.

Cornel West tomó la idea de Kennedy acerca del “eclipse de la hegemonía de Estados Unidos en el mundo”, expresado en su libro “Race Matters” (1993), donde advierte de una “depresión silenciosa”, que asola a la sociedad estadounidense, expresada en la reducción de empleos, ingresos y oportunidades.

El “deterioro cultural en un imperio decadente” había creado gente sin raíces, una ciudadanía impotente que no excluye solo a los pobres sino a la mayoría.

A estos libros se le suman otros enfoques interesantes respecto de la decadencia de occidente, como son los de Weat, “Capital arrogante” y “Punto de ebullición” y de Phillips, “El ocaso de la democracia”; “Juicio a la democracia”; “La república estancada”; “La venta de Estados Unidos”; “El sueño americano en peligro” y “¿Quién le dirá al pueblo?”.

Un libro muy publicitado fue “La curva de la campana” (1994) de Charles Murray y Richard Herrnstein, que presentaba una imagen del futuro de Estados Unidos, recuperando la imagen según los escritos de eugenistas y los denominados científicos racionales de fines de siglo, todo esto en momentos en que la decadencia toma forma definitiva.

Para Charles Murray, Estados Unidos se dividirá en dos países, donde por un lado hay una élite reducida muy capacitada que concentra la mayoría de los recursos y, por el otro lado, una clase inferior idiotizada, por la falta de cultura, drogas y otros defectos, que estaba compuesta por blancos y negros.

Las medidas políticas para evitar la bifurcación serán cada vez más totalitarias, con mayor poder policíaco y una mayor contradicción racial.

El ex vicepresidente de Estados Unidos, Albert Gore, publica un libro: “La tierra en crisis”, donde afirma que la supervivencia de nuestra civilización está en entredicho, ya que el calentamiento global, la destrucción de los bosques y selvas, el agotamiento de la capa de ozono y el envenenamiento del aire y el agua plantean amenazas mortales para nuestra existencia en el planeta.

En 1995, estalló una bomba de fabricación casera en la oficina de un ejecutivo maderero, fue uno de los primeros ataques de un guerrillero solitario Unabomber, quien justificó el ataque con un manifiesto de 35 palabras titulado “La sociedad industrial y su futuro”, que había sido desastrosa para la raza humana, y es una perspectiva pesimista acerca del futuro de la sociedad moderna, partiendo de Estados Unidos al resto del planeta.

Unabomber acusaba a sus compatriotas de llevar una vida de aristócratas ociosos y decadentes, de gente aburrida, hedonista y desmoralizada, que con su conformismo y docilidad eran comparables a animales domesticados y que la élite tecnológica empresarial dictaba y controlaba cada aspecto de su vida.

Algunos hablan de decadencia de la civilización, otros la viven, pero la decadencia abarca dos tradiciones diferenciadas; los pensadores que temen el colapso de su sociedad como son: Henry Adams, Arnold Toynbee, Paul Kennedy, Charles Murray, y hay otros que aguardan este acontecimiento con deleitación.

En el último cuarto de del siglo XX, los pensadores críticos norteamericanos más eminentes, como Norman Mailer, Gore Vidal, Thomas Pynchon, Christopher Lasch, Susan Sontag y otros más, han presentado una imagen de la sociedad norteamericana mucho más estremecedora que cualquier idea que pudieran exponer pesimistas como Charles Murray o Kevin Phillips.

Otra perspectiva es la crítica a la sociedad industrial occidental, la cual se debe remontar a comienzos del XIX cuando comienza a emerger. La sociedad moderna es codiciosa, materialista, sufre una bancarrota espiritual y carece de valores humanísticos.

Las personas modernas son presas del desarraigo, el daño psicológico y el aislamiento, a esto se le denomina pesimismo cultural, muy influido por la filosofía de Nietzsche, una visión oscura y radical.

Un ejemplo de esta tendencia es la gran obra de Oswald Spengler, titulada “La decadencia de Occidente”, donde el mundo moderno está atrapado en un proceso de deterioro, agotamiento y colapso inevitable.

Si seguimos camino al presente hay una línea directa que une a Nietzsche con sus discípulos Martin Heidegger y Herbert Marcuse y a ellos con Unabomber, unidos en una visión muy especial del Occidente moderno en la obra de Marcuse, “El hombre unidimensional”, que presentó una “confortable, blanda, razonable y democrática no libertad prevalece en la civilización industrial avanzada, un símbolo de progreso técnico”.

El pesimista cultural no está preocupado solo por la civilización occidental si sobrevivirá, porque su problema es saber que la reemplazará.

Más allá del país, la época, las ideas políticas de los diferentes autores la civilización burguesa capitalista del siglo XIX a fin del XX, está condenada a la autodestrucción.

Hoy en el siglo XXI estamos viendo el fin de una hegemonía por otra, que es aparentemente muy claro, pero aún no queda despejado cómo será el futuro, ¿se transformará el capitalismo o será remplazado por otro sistema?

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