Por Eugenio Ortiz Carreño/Bahía de Banderas

Los ecos de las campanadas de don Miguel Hidalgo no alcanzaron a escucharse en las costas de Bahía de Banderas, donde solo se registraron dos o tres incursiones de grupos armados que peleaban en contra de los “gachupines”, asegura el profesor Eduardo Gómez Encarnación, al ampliar sus conceptos sobre “los caminos extraviados de la independencia, en Tomatlán y Valle de Banderas”.

Afirma que la región no participó de la guerra de independencia y solo se sabe que en el Tuito y Tomatlán sí hubo gente inconforme, sí había gente que estaba levantándose, aunque hay que aclarar que la zona estaba todavía muy despoblada.

Sin embargo, abunda, fueron lugares buenos para la ganadería y Tomatlán era importante por la salida al mar por la cuesta de los minerales de Talpa, Bramador y demás, ahí la minería durante 300 años se mantuvo y en 1 800 empieza la bonanza, aprovechando la salida al mar por Chamela.

Además es de tomar en cuenta que la actividad ganadera da trabajo a mucha gente y esa gente es la que se integró en diversos momentos a los movimientos revolucionarios de independencia y hacia finales del siglo XVIII tenía tres o cuatro cofradías en Tomatlán, con alrededor de mil cabezas de ganado cada una.

Hoy se pregunta el cronista de Bahía de Banderas, ¿qué ventoleras acarrearon a un puñado de hombres que peleaban por la Independencia hasta estos lugares tan apartados de Dios?

Niceto de Zamacois, en su “Historia General de Méjico”, relata algunas acciones y nombres de cabecillas durante la Guerra de Independencia en la zona serrana del occidente de Jalisco.

Entre estas acciones, registra dos entradas de contingentes independentistas a Tomatlán y una a Valle de Banderas, en las costas de los actuales estados de Jalisco y Nayarit. Pero no hay registro de los objetivos militares o si tenían el propósito de avituallamiento militar.

Los caminos de la guerra se han trazado por sitios y lugares con recursos económicos para mantenerlas. Además del saqueo y el botín, hombres y bestias necesitan del sustento y cobijo.

Durante la Independencia se tuvo por práctica tomar prisioneros a los españoles adinerados, embargar sus bienes y ponerlos a la venta para el pago de la tropa insurgente. Otras prácticas fueron los préstamos forzosos, la sustracción de fondos de las cofradías, la toma por la fuerza de ganado y granos, pero qué ofrecían Tomatlán y el Valle de Banderas, regiones tan aisladas en las costas occidentales del país en 1811?

Es importante precisar que la zona de Bahía de Banderas estaba prácticamente despoblada, pues los asentamientos comenzaron a partir de 1970 o 1880 cuando se fundó  Peñitas que se comenzó a desarrollar a partir de 1880.

EN TOMATLÁN

En una segunda entre, el profesor Gómez Encarnación relata que hacia 1800, a menos de 100 kilómetros de las regiones de Tomatlán y Bahía de Banderas, se iniciaba un ascenso en la producción minera en Mascota, Talpa, Cuale y San Sebastián del Oeste. Ya desde el Siglo XVII la poca o mucha plata de éstos reales mineros, se intercambiaba por mercaderías asiáticas y posteriormente inglesas y norteamericanas en los puertos del Valle de Banderas, hoy Bucerías, y Chamela, Puerto de Tomatlán.

Tomatlán, con un valle de 5000 hectáreas de vegas propias para los cultivos de humedad y huertas de frutales, fue rico en ganadería y producción de granos. Cerca de la zona minera de Talpa y Bramador, la costa de Tomatlán ofreció desde la colonia las salinas de Paramon y Chola, que proveían de sal a toda la región para el “beneficio de patio” en los metales. A finales del Siglo XVIII, el valle de Tomatlán con su producción de maíz y su ganadería, habían salvado a Talpa y Mascota de la hambruna y la peste provocada por la gran sequía que padeció la cuenca del Pacífico entre 1780 y 1790.

A principios del Siglo X!X, Tomatlán contaba con tres cofradías con vasta propiedades y ganado que sobrepasaban las mil reses y era Parroquia con ingresos anuales de $247.00 pesos oro en diezmos. En la costa, tuvo control sobre Chamela, conocida como “el puerto de Tomatlan”. Chamela, una pequeña ensenada bien protegida y con agua dulce suficiente, pronto se hizo fondeadero donde aportaba la Nao de China para bajar enfermos, cargar agua, frutas y carne en su viaje de regreso hacia Acapulco. Las mercancías asiáticas que aún se conservan en Talpa, Mascota y San Sebastián del Oeste, se supone que llegaron desde Chamela, Tomatlán y el Puerto del Valle de Banderas (Bucerías) en su comercio costanero. Con la Revolución Industrial, iniciada en Inglaterra a mediado Siglo XVIII, la piratería fue sustituida por el contrabando de mercaderías; desde finales de ese siglo y durante casi cien años, fue común que se intercambiaran mercancías por materias primas y metales en estos puertos.  

Otro contrabando que ofrecían los puertos de Tomatlán y Valle de Banderas fueron los metales acuñados o en pasta. La salida de metales en pasta por Chamela está documentada en un reporte sobre la minera Unión en Cuale hecho hacia 1890. Y la tradición oral fue muy insistente en la salida de cargamentos de plata y oro por Peñitas, hoy Puerto Vallarta, en la Bahía de Banderas a finales del Siglo XIX.

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