La otra cara de la moneda

LA MIRADA INCÓMODA

“El imperialismo es la base de todo pueblo que tiende a extenderse económica y espiritualmente”: Benito Mussolini.

Por Alfredo César Dachary - cesaralfredo552@gmail.com

Parece que estuviéramos hablando del presente y no de casi un siglo atrás cuando el fascismo dominaba Italia y se había transformado en otros movimientos en Portugal, España y en el tristemente célebre del nazismo, que aparentemente no concluyó en 1945, sino y para mal de todos renació en la segunda década del siglo XXI en Europa, la cuna de estos movimientos antidemocráticos, por darle una denominación suave.

Hoy en Ucrania, se repite el modelo de Vietnam, golpe de Estado en 2014, organización de grupos extremistas dentro del ejército y la provocación hasta llegar al estado de guerra, que no tiene visos de concluir pronto frente a la propaganda de todo Occidente que señalaba que terminaría pronto con el éxito de Ucrania.

Es interesante que el país que defiende la democracia lleva más de 250 años invadiendo, dando golpes de Estado e imponiendo presidentes, y todo en nombre del mercado libre, que no permite que funcione si este país no controla los precios, y lo más grave de todo es que usa una moneda con un valor de amedrentamiento como es el dólar, sin respaldo en oro y bajo un sistema de emisión sin controlar, contrario a lo que les exige a los países que están es su órbita.

Pero el tiempo ha cambiado y Estados Unidos se encuentra frente a la mayor disyuntiva desde que es país, invertir para recuperar el nivel de vida y mejorar la infraestructura ya obsoleta, para recuperar los Estados ultra liberales endeudados como California o seguir invirtiendo en las mil bases militares existentes y las flotas de mar y aire que las acompañan.

Será ésta otra decisión “democrática”, se arman para defender la democracia y los derechos humanos mientras mantienen un bombardero y robo descarado del petróleo en Siria; arman y permiten masacres en pueblos indefensos como Yemen, la República Árabe Saharaui, Palestina y Etiopía, todo esto en tiempo real, mientras se termina de destruir el Líbano y Libia, dos víctimas más de la lucha por la hegemonía mundial, al igual que Irak y Afganistán.

Mil cuatro millones de personas sufren hambre en un mundo exprimido en sus recursos para alimentar el consumo masivo restringido a los pueden pagarlo, mientras el Covid 19 no puede ser erradicado por falta de vacunas en el mundo de la pobreza, donde la lucha diaria es por un poco de arroz.

La guerra de Ucrania y la presión occidental han acercado, si cabe más, a Moscú y Pekín, que ya fomentan su alianza global sin reservas, ya que Putin y Jinping apuestan por un nuevo paradigma energético que sirva de alternativa al suministro ruso de hidrocarburos a Europa, que va dejar una huella de pobreza más amplia en la decaída Europa.

La República Popular China quiere trabajar con Rusia codo con codo para "promover el desarrollo del orden internacional en una dirección más justa y racional”, no se trata de imponer el socialismo a través de estas dos potencias que están en el liderazgo del capitalismo globalista, el cual fue promovido hasta que, amenazado el imperio, Trump colocó el freno primero y la reversa luego.

El problema no es el sistema sino quien lo lidera y más para Estados Unidos que sin dinero real vive de las amenazas a los países periféricos y ricos en petróleo como los árabes.

No es el siglo XX, Guerra fría capitalismo - comunismo, este último fue un capitalismo de Estado en la URSS con políticas sociales, enfrentando a Estados Unidos por la carrera espacial y las zonas de influencia.

El encuentro entre Jinping y Putin ha sido clave para impulsar los lazos bilaterales. La legendaria ciudad de Samarcanda, en Uzbekistán, acogió el 15 y 16 de septiembre la Cumbre de la Organización de Cooperación de Shanghái (OCS), integrada por China, Rusia, India, Pakistán y las repúblicas centroasiáticas de Kazajistán, Kirguistán, Uzbekistán y Tayikistán. Asia Central es uno de los escenarios donde se estaba fortaleciendo más la cooperación entre Moscú y Pekín.

La Organización de Cooperación de Shanghái, fundada en 2001, está formada por China, India, Kazajistán, Kirguistán, Rusia, Tayikistán, Pakistán y Uzbekistán.

Son países observadores Afganistán, Bielorrusia, Irán y Mongolia, mientras que Armenia, Azerbaiyán, Camboya, Nepal, Sri Lanka y Turquía figuran entre los países asociados. Se espera que, en la cumbre, Irán complete el procedimiento de admisión como miembro de pleno derecho de la organización y acepte la solicitud de Bielorrusia como miembro de pleno derecho.

En abril de 2010, la Secretaría de las Naciones Unidas y la Secretaría de la Organización de Cooperación de Shanghái firmaron una Declaración Conjunta sobre Cooperación. La Secretaría de la OCS también ha establecido alianzas con la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO), la Organización Mundial del Turismo (OMT) y la Organización Internacional para las Migraciones (OIM), además de continuar cooperando con la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (UNODC), la Comisión Económica y Social de las Naciones Unidas para Asia y el Pacífico (CESPAP) y la Oficina de Lucha contra el Terrorismo (OLCT).

El Departamento de Asuntos Políticos y de Consolidación de la Paz y el Centro Regional de las Naciones Unidas para la Diplomacia Preventiva en Asia Central (CRNUDPAC) mantiene contactos periódicos con los funcionarios de la Organización de Cooperación de Shanghái. Las actividades de cooperación se centran en acontecimientos de seguridad en la región y en cuestiones claves relacionadas con la lucha contra el terrorismo y la prevención del extremismo violento.

Al inicio de esta reunión privada en el mismo Azerbaiyán, reunión con Jinping, Putin fustigó lo que calificó de esfuerzo “indignante” de Estados Unidos y sus aliados para mantener su supuesta dominación global. “Los intentos de crear un mundo unipolar han tomado últimamente una forma absolutamente indignante. Son absolutamente inaceptables para la vasta mayoría de los países del globo”, aseguró el presidente ruso.

Xi Jinping dijo que China estaba dispuesta con Rusia a “dar un ejemplo de potencia mundial responsable y cumplir un papel de líder para llevar a un mundo que cambia rápidamente por el camino del desarrollo sostenible y positivo”.

La guerra de Ucrania y sus consecuencias políticas y económicas han puesto más de relieve para los dos países la necesidad de forjar una sólida alianza en un área del mundo donde es más débil la presencia de su principal antagonista global, Estados Unidos.

Es en Asia Central, en la cuenca del mar Caspio, donde se concentran también algunos de los mayores yacimientos de hidrocarburos del mundo que, si hasta hace bien poco tenían como principal cliente potencial Occidente, ahora son China e India los mercados con mejores perspectivas de desarrollo.

En este medio año de guerra en Ucrania, el Gobierno chino había mostrado cierta cautela a la hora de manifestar su apoyo a Rusia y había apostado por la negociación, sin llegar nunca a condenar a Moscú por la invasión, sin embargo, el incremento de las tensiones de Washington y Pekín sobre Taiwán, aceleró las definiciones de China, las cuales fueron planteadas en la reunión de Samarcanda.

Un mes después de la cita de Samarcanda, el 16 de octubre, Xi Jinping protagonizará el XX Congreso del Partido Comunista Chino, donde está prevista su reelección por tercera vez para dirigir su país, algo inédito en el proceso político de China.

La reelección muestra la gravedad de la situación que marcha sobre un hilo operado por el miedo doble a la guerra y a que se imponga el enemigo.

El mundo de hoy es diferente al de la organización del capitalismo al fin de la Segunda Guerra Mundial, la descolonización ha creado más de 150 países, y dejó una mancha de sangre muy grande en el mundo colonial, que ha jugado en favor de una racionalidad.

Pero la gravead del tema está en la incapacidad de Estados Unidos de aceptar que la deuda impagable por el armamento y su consecuencia en la sociedad norteamericana son hechos reales, que ya le están quitando sostén a la hegemonía, pese a las amenazas y guerras, como ha sido históricamente el camino de expansión, aunque desde Corea a hoy, no ha ganado una guerra real, ha ocupado y ha tenido que salir desde Afganistán a Irak. El mundo ha aprendido la lección de la “democracia de las balas y la libertad de los muertos” ocasionado por la soberbia de los que se consideran los poderosos y, por ende, invencibles.