La política: una lección más

LA MIRADA INCÓMODA

“Sin libertad la democracia es despotismo, sin democracia la libertad es una quimera”: Octavio Paz.

Por Alfredo César Dachary

Es muy difícil aceptar la realidad porque pone al descubierto lo poco que somos, aunque nosotros creamos lo contrario, y hoy en el siglo XXI, desde lo profundo del pensamiento capitalista en Harvard, ha salido un trabajo excepcional que ya antes comentamos, pero no se agota fácilmente.

El nuevo “Dios” que hoy nos domina se lo conoce como el capitalismo de vigilancia que reclama unilateralmente para sí, la experiencia humana, entendiéndola como una materia prima gratuita que se puede traducir en datos de comportamiento.

Estos datos se utilizan de dos maneras: la primera y más simple es la de mejorar productos o servicios, y la segunda es el resto, que es considerado como un “excedente conductual privativo” de las empresas capitalistas de vigilancia y se usa como insumos de procesos avanzados de producción, conocidos como “Inteligencia de máquinas”, como lo define la historiadora Shoshana Zuboff.

Aquí está la verdad, ya que de éstos se fabrican productos predictivos que prevén el comportamiento de los sujetos, los que son vendidos en un nuevo mercado, denominado “Mercado de productos conductuales”, que se ha enriquecido ampliamente por la necesidad de ciertas empresas de saber el comportamiento humano a futuro. Esto les permite intervenir en la marcha misma de las cosas, para empujar, persuadir, afinar y estimular ciertos comportamientos a fin de dirigirlos hacia unos resultados rentables, ya sea de adquisición en la sociedad de consumo o de posición ideológica en la sociedad política.

Estos procesos automatizados llevados a cabo por máquinas, no solo conocen nuestra conducta, sino que también moldean nuestro comportamiento en igual medida, o sea, que no basta con automatizar los flujos de información referidos a nosotros, el objeto ahora es automatizarnos a nosotros mismos.

Es en esta fase en que los medios de producción están supeditados a unos cada vez más complejos y exhaustivos “medios de modificación conductual”, un nuevo poder denominado “Instrumentalismo”, que conoce el comportamiento humano y le da forma orientándolo hacia los fines de los otros.

Es así como este nuevo capitalismo de vigilancia se saca la máscara y se muestra como es, al sacarle el formato a la red de su “ropaje moral”, y que estar conectados no es algo pro-social o inclusivo de la naturaleza humana, por oposición es un medio para satisfacer los fines comerciales de otros.

Google aprovechó la coyuntura del 11-S y se benefició porque éste no era un terreno explorado y a eso lo utilizaron en defensa de la democracia contra el terrorismo, y así se visibilizaron y consolidaron, logrando algo inédito pero trágico, que es la verdadera máscara del control tecnológico: “al contratar ciertos servicios hemos logrado lo impensable: pagamos por ser dominados”.

Así llegamos a este pacto trágico que acelera el desplazamiento del hombre de la producción, la política y la cultura, ya que el mismo tiene dos graves consecuencias: primero, que es imposible sustraernos y esto a cambio de transformar la vida como la hemos conocido, que no nos beneficia, es más nos perjudica y limita.

En este marco se da la nueva política, no de este año, desde hace más de medio siglo con el Instituto Tavistock de Relaciones Humanas, que es el máximo centro mundial de control mental, una sofisticada organización creada para controlar el destino de todo el planeta y cambiar el paradigma de la sociedad contemporánea, siendo uno de sus máximos logros la creación de Los Beatles.

La profundidad del cambio social es de tal dimensión que, en general, los políticos no logran entender más, y ahora ese vacío lo llenan nuevos actores funcionales al sistema, tan manipuladores como son manipulados ellos mismos por las ideas de control que viajan en todo el tiempo en la red, para lograr su máximo objetivo: un nuevo autómata con cuerpo humano, para poder enfrentar el fin del homocentrismo y el nacimiento de una sociedad tecnológica.

En el siglo XIX se crearon las tres grandes ideas políticas con sus respectivos paradigmas: el liberalismo, el marxismo y el nacionalismo, son las tres que sobrevivieron hasta hoy, pero hay otras que sobreviven encubiertas, como el racismo y el propio patriarcado.

EL FIN DE LA SOCIEDAD DE CLASES

El neoliberalismo aprendió del Fordismo que la forma de producir ordenada por estamentos, que a veces se heredaban, había llegado a su fin en los 60’ en medio de festival de luchas sociales en favor de mayores libertades, contra la discriminación de los afroamericanos, la igualdad con las mujeres, el final del patriarcado y el auge de los jóvenes, la equidad de género, la defensa del medioambiente y varias más.

Así se tomó a la libertad como bandera, la que ondeó en el movimiento del 68, y se adecuó a una nueva forma laboral menos humanizada, pero disfrazada de libertad: el outsourcing, el precarismo, los contrato por obra y otras más que marcaban el fin de la mayoría de los derechos sociales y permitía un proceso de acumulación más dinámico y efectivo, algo que se estaba perdiendo a fines de los 60´, ante la crisis terminal del Fordismo y la revolución tecnológica montada sobre la nueva sociedad del consumo.

El fin de los sindicatos, las organizaciones sociales, los propios partidos, las ideologías, todo esto se fue a la basura de la historia, enterrada en nombre de la libertad, pero de “explotación inmisericorde del humano”.

El fin de la guerra fría fue el fin del modelo creado para usar como ariete, la social democracia, ahora el neoliberalismo es un capitalismo sin mascara y desprendido de cualquier visión humanista.

La sociedad había cambiado y, con ella, la narrativa dominante se acaba, la sociedad de clase cada uno se valorizaba donde quedaba, ya no hay clases hay una mayoría de pobres que piensan que están en la clase media y clase medieros que se cayeron del sueño y no les queda otra salida que el fascismo.

Esta nueva visión de la sociedad sin clases, pero con grandes asimetrías, oculta las grandes contradicciones y reformula la antigua clasificación de tres o cuatro clases, aunque en realidad siempre han sido dos.

El ejemplo más claro se vio en estos días en Argentina, en las PASO y este país que junto a Chile y Uruguay forma la tríada del eurocentrismo, los “europeos del sur”, son ideales para medir los grupos sociales, con un racismo encubierto muy fuerte y un desprecio a los pobres, lo cual termina siendo un arma de doble filo.

En estas elecciones, muchos pobres, que según cifras oficiales llegan a ser más del 40% votaron por los grupos políticos que pujan por un neoliberalismo extremo, sin derechos sociales y con la precariedad como modelo de empleo.

El triunfo del oficialismo se dio en las provincias más pobres, donde las mismas dependen de la ayuda oficial, aunque no se garantiza el voto para la elección definitiva en noviembre 2021. En las provincias más ricas y con mayor cantidad de pobres, inmigrantes legales e ilegales, dominó la alianza política del neoliberalismo. Esto nos recuerda que el ex Presidente Lula sacó en Brasil a más de 35% de la población pobre y la llevó por consumo e ingresos a una clase media baja, y en las últimas elecciones se vio que en esas zonas hubo un importante voto a favor de Bolsonaro.

Nadie quiere que se lo considere pobre, aunque lo sea, es un aspirante a no querer serlo, y esto se apoya en un nuevo sistema de explotación en base de las tarjetas de créditos, a la larga impagables, lo que los trasforma en verdaderos “marginados del sistema”.

Por ello, la lucha contra la pobreza con dádivas y planes es un fracaso comprobado, solo la generación de empleo estable garantiza fidelidades, aunque siempre el sujeto tiende a ser lo que no es, una copia falsa de “Second Life”, o sea, una réplica del turismo, vivir unos días en la fantasía, es un ejercicio de libertad para volver el resto del año a la realidad.

La lucha del feminismo en todas sus dimensiones es fundamental para una sociedad más justa, ¿y los resultados? Entre los pobres y la mitad del país que son mujeres el gobierno actual tendría una gran mayoría, pero no es así, un error de enfoque de estos nuevos líderes del denominado Progresismo, si el feminismo sería una idea unificada de las mujeres hace tiempo existiría un partido político, ¿por qué no lo hay? Se luchó contra el atraso, pero éste es revindicado hoy por la nueva derecha, el aborto, la diferenciación de las personas por su género, la religión y demás rastros de un viejo conservadurismo, que hoy retoma la palabra e incide en el caso de Argentina, ni que decir de Perú, con mega mayoría de pobres, el actual presidente ganó por una mínima diferencia.

España y el regreso el neo-franquismo, pero más a la derecha que éste, y así en varios de los principales países europeos.La crisis de la hegemonía y la emergencia de un modelo alternativo en China y su opuesto en Rusia, han demostrado mejores resultados. China sacó el 10% de la población mundial de la pobreza en su país, y a un crecimiento excepcional, lo mismo que Rusia, que en el 2005 estaba en caída y una década después salió y creció, con un respaldo fundamental de avances tecnológicos en el plano militar y de la medicina.

Los políticos hoy son reemplazados por los “titiriteros”, que tienen varios nombres en las redes sociales y en el mundo digital, pero son marionetas que aparentan vida propia, pero hay operaciones de consolidación tras ello, con esto la democracia se transforma en una pieza más del museo de la historia, o sigue como hoy, siendo la máscara de un modelo que en medio siglo ha generado la mayor asimetría social.