OPINIÓN

Por Jorge Berry (*) – m.jorge.berry@gmail.com

Mientras escribo esto, veo y escucho el lamentable espectáculo que ofrecen nuestros políticos en la Cámara de Diputados, que hace mucho dejó de ser “honorable”.

No sé si llegarán a votar la famosa “ley Bartlett” en esta sesión, pero ya tengo que entregar el artículo, así que voy a asumir que no se reúne la mayoría calificada para aprobar la reforma eléctrica. Los números no mienten. La oposición, presente en su totalidad, votará en contra, y a lo más que puede aspirar Morena es a posponer la agonía.

Ya en pasadas entregas he comentado esta iniciativa a detalle. Es retrógrada, estatista, anquilosada y violatoria de tratados internacionales, empezando por el TEMEC. El presidente Andrés Manuel López Obrador sabe todo esto, y sabe también el daño que ocasionaría al aplicarla, que incluye el deterioro de nuestra relación con Estados Unidos.

Todo ello me hace pensar que al presidente ya le conviene que la reforma sea desechada. Claro que nunca lo aceptaría en público, pero debe pesar en su ánimo que en sólo una semana, los ciudadanos le aplicaron un baño de realidad, derrotándolo estrepitosamente el domingo 10, al dejar la participación en menos de 20% del padrón electoral en su “revocación de mandato”. Y ahora su reforma no pasará.

Esto le permite a AMLO asumir su papel favorito: la víctima. Pero además, el presidente se podrá sacudir la presión, cada vez más intensa, que viene del norte. Las visitas, cada vez más frecuentes, de funcionarios de alto rango del gobierno de Estado Unidos, y los comentarios del embajador de EU, Ken Salazar, cada vez más agudos, estrechaban cada vez más el margen de maniobra del presidente. Por ello, creo que AMLO habrá dormido mejor anoche si es que se completó la votación. Eso es el fondo. Pero regreso a lo que comentaba al principio de esta entrega: la forma.

Es difícil digerir el presenciar una sesión que debería ser sobria, seria y solemne, degenerar en una gritería más propia de un tianguis o de una cantina. Noroña gritando slogans maoístas. “Larga vida al presidente López Obrador”, decía haciendo eco de sus patrones del PT, que se desgañitan pidiendo lo mismo para Kim Jong-un, el asesino norcoreano. Luego habló Carlos Puente, del Verde Ecologista, haciendo una espantosa maroma al aceptar que se “equivocaron” votando la reforma de Peña. Por más que intentó, no pudo conciliar el desprecio por la energía limpia.

Mientras, el presidente de la cámara, el diputado morenista Sergio Gutiérrez Luna, trataba de controlar la gritería en el salón de sesiones, al mismo tiempo que salía a las afueras de la cámara a azuzar a los acarreados que llevó Morena para presionar al pleno.

No es gratis que las redes sociales lo bautizaron como “Gutierritos”, recordando al inolvidable personaje que interpretó Rafael Banquells. No puedo con el paquete.

La verdad es que TODOS los partidos contribuyeron al desorden. El debate racional para lo que la Cámara de Diputados fue creada, se perdió de manera total. Lo que vimos fue un debate de posturas propagandísticas y retórica barata. Es muy claro que los diputados ya se perdieron el respeto. Tal vez, la polarización y el encono en el que se ha convertido el escenario político es lo que ha provocado esta situación. En cualquier caso, no es manera de conducirse democráticamente. Así no se avanza.

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Dimash Kudaibergen. Recuerde ese nombre, y recuerde que aquí lo leyó primero. Dimash en un jovencito de solo 24 años, que recibió como privilegio una garganta única. Esa garganta le permite abarcar 5 octavas. Puede pasar de barítono a soprano sin ningún esfuerzo. Es Pavarotti y María Callas en una sola persona, y dicen, quienes conocen estos temas del “Bel Canto,” que revolucionará el mundo de la ópera. Pueden escucharlo en https://youtu.be/mLG8g2ooFSA

¡Hasta el viernes, amigos de Vallarta y Bahía!

(*) Periodista, comunicador y líder de opinión con casi 50 años de experiencia profesional.

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