La revolución permanente y la adecuación constante 

LA MIRADA INCÓMODA

“Si quieres cambiar el mundo cámbiate a ti mismo”: Mahatma Gandhi.

Por Alfredo César Dachary - cesaralfredo552@gmail.com

La gran mayoría de población considera a la pandemia un parteaguas en su historia personal y en su vida social, entre otros cambios que se deben abordar de diferentes maneras.

Pero es una verdad a medias, ya que las revoluciones llegan después de los cambios, no antes, y lo que se vivió en la pandemia ya se había planteado en varios estudios y las tecnologías que usamos ya eran conocidas para muchas personas, lo que realmente nos tomó de sorpresa es el enfrentar de un día para otro un desconocido en una lucha en la que el precio podía ser la vida.

El nivel de temor o de responsabilidad para los que tienen familias amplias y de muchas edades es controlar a partir de hacer entender el nivel de riesgo que inicialmente se tenía, y más por la inexistencia de una vacuna el primer año, que hacía de cada contagio una aventura de vida.

Por ello es que las tendencias del pasado año se centraban en la necesidad de que personas y empresas exploraran nuevos territorios una vez superado lo peor de la pandemia, cuando la necesidad y la coyuntura lo permitiera.

El tema dominante en las tendencias de este año 2022 es la necesidad de responder a cambios en todas las relaciones, a partir de los hilos que forman el nuevo tejido vital, ya que las decisiones que tomemos a partir de ahora pueden afectar a nuestro mundo social y ambiental y su estructura económica mucho más de lo que imaginamos.

Todas ellas apuntan a los grandes cambios en las relaciones de las personas, con sus compañeros de trabajo, los lugares y las cosas que degustamos, en general, la sociedad y quienes más les importan.

Hoy los humanos ya han podido también comprender, o eso esperamos, que el impacto que tiene su irracionalidad sobre el planeta y, por ello, están empezando a aceptar que no pueden seguir actuando de espaldas a la naturaleza, como algo diferente y muy alejado de nosotros, y la propia pandemia es un ejemplo de este irracional comportamiento que venimos llevando en esta sociedad de consumo.

El individualismo que fomentó el neoliberalismo hace que las personas cada vez quieren tener más control sobre sus vidas y eso se manifiesta en un cambio en su forma de relacionarse con el trabajo, y lo que está impulsando es un auge de los negocios caseros o “side-hustles”, en oficinas y establecimiento hay actores locales que llevan mercancías, alimentos u otros productos en un negocio informal pero que les da beneficios a la economía asfixiada del trabajador, entre reducción de salarios y aumento de la canasta básica.

Estas ansias de independencia obligan a las organizaciones a demostrar el valor de pertenecer a un colectivo, algo que había comenzado a borrarse de la sociedad con el fin de la solidaridad de los grupos sociales laborales, pero continúa a nivel de la familia ampliada, y cuyo mejor ejempló son las remesas que llegan desde Estados Unidos al país.

Por ello, esta recuperación de una figura del pasado y los problemas de abastecimiento generados por las alteraciones en las cadenas de suministro y la creciente importancia de la sostenibilidad como forma de vida están cambiando la mentalidad de las personas y su relación con la sociedad.

Hay nuevos actores y aspiraciones, como las que generan las marcas, y así la sociedad del consumo se transforma en una nueva realidad cuyas reglas las dan las marcas que ya han pasado del arte al mundo real de los productos, como lo plantea Lipovestky.

Por ello, el metaverso es el nuevo lugar en el que hay que estar para crear y compartir experiencias en tiempo real, y aunque aún no se sabe cuál será su forma definitiva, estamos convencidos de que será el escenario de una evolución cultural que cambiará para siempre la relación entre personas y marcas.

En el metaverso o en el mundo físico, nuestras decisiones de compra dependerán cada vez más de la capacidad de las marcas de dar las respuestas correctas en el momento oportuno y de la forma más adecuada.

El diseño puede ayudar a las empresas a ir más allá de la empatía para dejar claro que se preocupan por todas las personas, y no solo por unas pocas, por ello los sistemas en los que se basa nuestra sociedad llevan ya dos años sometidos a una gran presión, y se nota, cuando comienza a ser más flexible el control y los ciudadanos corren a comprar, ya sea productos o servicios.

Las personas quieren tener cada vez más control sobre sus vidas, impulsadas por nuevas oportunidades como las que ofrece la economía side-hustles, trabajo externo que complementa los ingresos y la tecnología hace que resulte más fácil buscar nuevas fuentes de ingresos y muchos están aprovechando la oportunidad.

Esta nueva mentalidad, que pone el “yo” por delante del “nosotros”, tiene importantes consecuencias para las organizaciones, la forma de tratar a sus empleados y las relaciones que establecen con sus consumidores creadores.

¿QUÉ ESTÁ PASANDO?

Aunque todavía no hemos dejado atrás los problemas creados por la pandemia global, ya estamos entrando en una era de crecimiento postraumático que cambiará nuestra forma de vida.

Ese crecimiento postraumático se manifiesta de formas muy diversas, como relaciones más profundas, nuevas posibilidades, más fortaleza personal, más espiritualidad y un mayor gusto por la vida.

Las personas se preguntan quiénes son y qué es lo que les importa, encontrando en muchos casos la confianza necesaria para presentarse tal como son y vivir como realmente quieren.

Asistimos también a una creciente humanización del trabajo: la vida profesional está cada vez más unida a la personal, y admitir que uno no está bien ya no se ve como un signo de debilidad en el trabajo.

Según un estudio, en torno al 71 % de los ejecutivos cree que 2020 fue el año más estresante que ha vivido y el 53 % ha sufrido problemas de salud mental en el trabajo, mientras que el 76 % de los empleados considera que su empresa debería asumir más responsabilidad sobre su bienestar psicológico.

Esta humanización va acompañada de una mayor aceptación del individualismo y la independencia. Las personas quieren controlar cómo y a qué dedican su tiempo y su atención, por ello cuando volvieron a abrirse a mediados de 2021 las economías de todo el mundo, se encontraron con que había escasez de trabajadores.

Uno de los motivos para ello es la “gran dimisión”, un término acuñado por el profesor estadounidense Anthony Klotz para referirse a empleados de todas las edades que están abandonando sus puestos de trabajo tras replantearse sus prioridades vitales durante los confinamientos provocados por la pandemia. Es un fenómeno que afecta a todos los sectores, incluido el de las grandes empresas de tecnología.

Nada menos que el 41 % de los trabajadores en todo el mundo se planteó dejar su empresa en 2021, según un estudio de Microsoft, y en Estados Unidos, casi un tercio de más de 2,800 profesionales encuestados aseguran tener intención de buscar un nuevo empleo en los próximos meses.

En China, las fábricas tienen dificultades para encontrar trabajadores debido al COVID-19 y al cambio de prioridades de los jóvenes. Más de un tercio de las empresas alemanas se enfrentan a una escasez de trabajadores cualificados, mientras que el número de vacantes en Reino Unido entre julio y septiembre de 2021 alcanzó un máximo histórico de 1.102,000.

Algunos expertos en recursos humanos creen que encontrar talento nunca había sido tan difícil, y las empresas ya no compiten solo entre ellas, sino también con todo lo que las personas quieren hacer con sus vidas en lugar de tener un empleo normal. Detrás de estos deseos de independencia y libertad financiera está el fenómeno de los side-hustles.

Complementar o sustituir la fuente principal de ingresos es ahora más fácil gracias a plataformas tecnológicas con canales y herramientas que permiten a las personas crear sus propias empresas. En Estados Unidos hay personas que suman una media de 10,972 dólares anuales a su salario normal enseñando, escribiendo blogs/newsletters, alquilando su casa o programando.

Muchas plataformas ofrecen herramientas LowCode / No-Code con las que cualquiera puede convertirse en distribuidor o abrir su propia tienda online. Depop, una página de venta de ropa que abrió en 2011, ha sido adquirida recientemente por Etsy por 1,625 millones de dólares.

Shopify, que da servicio a 1,7 millones de pequeñas empresas en 175 países, es una de las plataformas que está haciendo posible el rápido crecimiento de la economía de creadores. Este modelo económico, con el que los creadores pueden ganar dinero directamente de su público, alcanza ya un valor de 100,000 millones de dólares y se espera que siga creciendo con fuerza.

Se estima que dos millones de los más de 50 millones de creadores actualmente activos en YouTube, Instagram y Twitch están ganando cientos de miles de dólares con modelos de ingresos que incluyen publicidad, suscripciones, merchandising o eventos virtuales y en directo.

Se espera que YouTube genere cerca de 30,000 millones de dólares este año con anuncios de creadores, que compartirá con los realizadores de videos que crean los contenidos.

Por ello Meta, antes Facebook, anunció hace poco que a finales de 2022 pagará a los creadores de contenidos más de 1,000 millones de dólares a través de nuevos programas de bonificaciones pensadas para que sigan usando su ecosistema de apps. También han aumentado las plataformas en las que los creadores pueden recibir dinero de sus seguidores a cambio de contenidos exclusivos.

La revolución no para y las adecuaciones tampoco y así cada sujeto busca su nuevo posicionamiento para lograr una vida tranquila, sin estrés y con ingresos acorde a sus aspiraciones, respetando más la naturaleza hoy amenazada por el Cambio Climático Global.