TERCERA LLAMADA

Por María José Zorrilla

Dentro de dos días, el 29 de septiembre se celebrará el Día Mundial del Corazón establecido desde el 2000 por la OMS y la UNESCO para crear masivamente conciencia sobre la necesidad de prevenir y controlar enfermedades cardiovasculares.

Múltiples eventos se organizan alrededor del mundo en torno a problemas de corazón. Más de 17 millones de personas mueren anualmente por problemas cardiacos lo que constituye la principal causa de muerte en el mundo aún en los aciagos tiempos del COVID.

Muchas de las secuelas por este virus derivan en fulminantes ataques cardiacos. Hay casos donde el paciente no muere por el coronavirus, pero tiempo después, aparentemente tras haberlo erradicado, fallece repentinamente por un paro cardiaco.

Desde joven mucho me impactó la película “Fantastic Voyage” dirigida por Richard Fleischer en 1966 sobre una travesía realizada al interior del cuerpo humano gracias a una nueva tecnología que permitía reducir las cosas y las personas a tamaño miniatura por exactamente 60 minutos.

Se trata de salvar a un científico ruso desertor del gobierno soviético que había logrado prolongar la condición de miniatura por más de una hora y es herido en el cerebro después de un intento de asesinato.

El filme Inicia con un apasionante recorrido realizado por un equipo de tres científicos americanos en una nave tipo submarino minúsculo al que denominaron Proteus y es introducido por una arteria para llegar hasta el cerebro y reparar el daño ocurrido durante el intento de homicidio. Se trata de un enorme coágulo al que hay que deshacer con un potente rayo láser.

Durante el trayecto de ese vasto océano color carmín donde se ve con precisión el corazón, los pulmones, los componentes de la sangre; los viajeros se enfrentan a miles de problemas como glóbulos blancos, fibras reticulares, anticuerpos que acompañados de un mayor suspenso con el sonoro rugir de la sangre corriendo por las arterias y venas y los extraños ruidos de los movimientos rítmicos musculares, tienen al espectador al borde del asiento.

Tienen que alterar la ruta prevista por la presencia de una fístula arteriovenosa que los obliga a atravesar el corazón y los pulmones antes de alcanzar su destino. También se presenta un sabotaje dentro de la misma nave y la odisea es todavía más emocionante.

Finalmente logran su objetivo y salen del cerebro siguiendo el trayecto del nervio óptico y alcanzando el exterior en las inmediaciones del ojo instantes antes de que finalizara el plazo previsto de los 60 minutos en que volverían al tamaño normal.

Al mejor estilo hollywoodense y para beneplácito de muchos entre los que me incluyo, tiene un final feliz, pero la calidad de la cinta fue indiscutible y obtuvo dos Óscares por la mejor dirección de arte y por efectos especiales.

También obtuvo nominación por mejor fotografía, mejor edición, mejores efectos de sonido. No en vano cada año cuando se acerca la celebración del Día mundial del corazón me viene a la memoria la fantástica travesía que Harry Kleiner plasmó en texto sobre el recorrido de Proteus por el torrente sanguíneo de un ser humano.

Vaya imaginación, y manera de generar mayor curiosidad por el funcionamiento de nuestro organismo y apreciar el exquisito trabajo que realiza nuestro cuerpo para mantenerse vivo. En estos tiempos de COVID tan complejos para la humanidad, hemos adquirido un poco más de conciencia sobre la enfermedad y la muerte y le hemos dado mayor valor a la salud y a la vida.

Disfrutar el hoy, es ahora una prioridad, pero no podemos echar las campanas al vuelo sin preparar el terreno para seguir teniendo presente en el futuro. Para seguir viviendo el momento, el hoy de mañana. Hace exactamente una década escribí también en esta misma columna algo sobre el Día Mundial del Corazón.

Reproduciré extractos de ese texto. Todos sabemos cuales son los principales enemigos. Tabaquismo, obesidad, tensiones, diabetes, presión arterial alta, falta de ejercicio. Y los padecimientos más frecuentes son las arritmias, taquicardia e infarto siendo ésta última la más temida porque se produce cuando la sangre no llega al corazón y parte del músculo cardiaco muere principalmente cuando hay obstrucción de las arterias por la presencia de placas que la hacen más estrecha.

Dependiendo de la cantidad del músculo afectado y del tiempo que haya permanecido sin riego sanguíneo será el tamaño de la lesión y si esta es muy grande o prolongada puede provocar la muerte a lo que nadie quisiéramos llegar prematuramente.

Amén de que estamos obligados a hacer una reflexión sobre nuestro estado de salud y ponernos en manos de especialistas para prevenir una enfermedad, y a la vez hacer un cambio radical de vida, de hábitos y de alimentación cabe la comparación para hacer otra reflexión sobre el estado de salud de nuestra ciudad, nuestro país, nuestro planeta.

Tan alarmantes síntomas ya visibles de latidos arrítmicos en aire, tierra y agua, harían palidecer a cualquier cardiólogo. La mejor manera de cuidar el planeta es empezando por uno mismo. La ola de conciencia se hace expansiva a otras esferas de la vida.

No olvidemos que septiembre no es sólo el mes patrio, ni el mes del testamento, también es el mes del corazón y la Federación Mundial del Corazón (FMC) lanza este año un lema que dice ¡Conozca su riesgo!

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