OPINIÓN

Por Jorge Berry (*) – m.jorge.berry@gmail.com


La primera vez que me subí a un avión fue en los 50s, cuando tenía menos de 10 años. Acompañé a mi abuelo materno a visitar a su hijo, el Dr. Elías Corral, mi tío y padrino de bautismo, quien realizaba se servicio social luego de completar sus estudios de medicina en la UNAM. Volamos a Tepic, y de ahí por tierra hasta Jala.

Las condiciones bajo las que vivía ahí el Dr. no eran fáciles, en esos tiempos. No había drenaje, ni agua caliente. Los servicios básicos que hoy consideramos normales, no existían. Allá y así pasó un año mi tío.

Leo en estos días un boletín oficial del gobierno estatal de Nayarit, en donde el gobernador, también Dr. Miguel Ángel Navarro, presume con orgullo las viviendas asignadas a los médicos cubanos que ha importado su jefe, el presidente Andrés Manuel López Obrador. Mi tío debe estarse revolcando en su tumba. Para lo que él padeció en Jala, estos señores tienen apartamentos de lujo, y gratis.

Todo es parte del gran mito de los “médicos especialistas cubanos”, otra de las grandes mentiras de este sexenio.

Empecemos con que ninguna autoridad sanitaria o escuela de medicina acredita los títulos profesionales de estos fulanos. Están aquí, seamos honestos, como parte de un mecanismo ideado por AMLO para subsidiar económicamente a una de las dictaduras más horripilantes del planeta, que es Cuba. No hablo de oídas, sino por experiencia.

Estuve en Cuba varias semanas para cubrir la visita del Papa Juan Pablo II en 1998, cuando todavía vivía y gobernaba Fidel Castro. Conocí de cerca a muchos cubanos de a pie, y quienes no pertenecían a las clases gobernantes o eran funcionarios del partido, vivían en un temor permanente y paralizante. Lograr una conversación sincera que hablara del gobierno era imposible, ante el pánico de que se enteraran los servicios de seguridad.

Hoy, las cosas están igual o peor en Cuba. Cualquier desviación de la línea partidista, significa cárcel. Los periodistas independientes no existen, o están presos. Todo el aparato de comunicación lo controla el estado, y sus designios son absolutos.

Durante un tiempo, la propaganda emanada del gobierno sembró y colocó con éxito internacional la idea de que la medicina cubana era muy avanzada y novedosa. Desde los 90s, el rumor de que hacían unas píldoras milagrosas para bajar el colesterol, hacían que turistas y visitantes compraran las mentadas pastillas. Caí, compré las pastillas, y no me pasó nada. Ni bajó el colesterol, ni pasó nada. Me quedé con las ganas de mandar analizar la píldora para ver en realidad qué contenía, pero me ganó la desidia.

Luego, se soltó el rumor de que había en Cuba clínicas milagrosas para bajar de peso. Conocí a dos o tres que lo intentaron, pero sin éxito. Hasta Diego Armando Maradona creo que fue a dar allá. Pero la medicina como fuente de divisas para Cuba dejó de funcionar desde la pandemia. Varios países que sufrieron crisis sanitarias por la pandemia, entre ellos Italia, recibieron delegaciones de médicos cubanos para ayudarlos. Pero rápidamente se dieron cuenta de que su preparación profesional era deficiente, y acabaron corriéndolos.

No así en México. Desde que el presidente López Obrador anunció el arribo de los cubanos, hubo protestas de la comunidad médica mexicana. ¿Por qué había que traer médicos extranjeros a un costo altísimo, mientras los mexicanos, con sueldos de hambre, sin equipo adecuado y padeciendo alta mortalidad por el virus, seguían partiéndose el lomo?

El colmo fue cuando empezaron a tratar pacientes. Los supervisores mexicanos se dieron cuenta de la incapacidad profesional evidente de la mayoría de ellos. Algunos otros, ni médicos eran. Venían de adoctrinadores y propagandistas. Cuando se fueron, nadie los extrañó.

Claro que en este régimen que padecemos, es costumbre insistir en el fracaso. Ahora el presidente argumentó una inexistente escasez de “especialistas médicos”, para justificar otra ayudadita a su cuate, el tirano Díaz Canel.

No es culpa de los médicos cubanos esta situación. A ellos los mandan y tienen que obedecer. También padecen en casa las carencias de los doctores mexicanos, porque casi todo el salario que perciben tiene que entregarse al gobierno. Este es un trastupije entre gobiernos que siguen una ideología rancia y cavernícola que va en perjuicio de los ciudadanos de ambos países.

Si de las viviendas para los médicos cubanos es lo único que tiene para presumir el gobernador Navarro, es que vamos pero muy mal en Nayarit. También difundió una inversión multimillonaria de un grupo estadunidense “en Nuevo Nayarit”, continuando con su necedad del cambio de nombre. Pero ya los amparos le obligarán a otra cosa.

¡Hasta el lunes, amigos de Vallarta y Bahía!

(*) Periodista, comunicador y líder de opinión con casi 50 años de experiencia profesional.

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