TERCERA LLAMADA

Por María José Zorrilla

En este año tan impredecible, hasta el festejo y aniversario de la Revolución Mexicana vio sus fechas adelantarse al reloj histórico de las batallas ilustres.

En los puentes los mexicanos aprovechamos para salir de vacaciones y poco o nada nos importa la fecha que nos da la oportunidad de escaparnos de la rutina diaria.

Pareciera que no sólo en los tiempos de Covid-19, le damos mayor importancia a pasarla bien, tomar nuevos aires y dejar de lado el tiempo para reflexionar sobre las gestas heroicas que nos dieron patria, libertad, igualdad y democracia y que costaron sangre y dolor a millones de mexicano.

Pero, aunque el encierro y el aislamiento durante meses haya sido una prueba dura de superar y aun mas si tuvimos enfermos o víctimas en la familia o en el círculo de amigos más cercanos, valdría la pena darle una ojeada a esta gesta desde una perspectiva que me ha parecido fascinante.

Me refiero al libro “A la Sombra del Ángel” 1989, de Kathryn Blair, una historiadora norteamericana que se propuso hurgar un poco en la vida de María Antonieta Rivas Mercado, su suegra, a quien nunca conoció, pues su marido, Albert Edward Blair, el único hijo de María Antonieta y el periodista inglés, quedó huérfano a los escasos 12 años de edad cuando su madre se suicidó en París, en 1931, con la pistola de José Vasconcelos.

Su muerte fue tan escandalosa que durante décadas estuvo prohibido decir que había acontecido dentro de un recinto religioso. No se trataba de cualquier iglesia. Se trataba de Notre Dame, uno de los símbolos más representativos del cristianismo en Europa. Allí dejó su huella María Antonieta, al registrarse el primer suicidio de la historia dentro de una iglesia católica.

Lo interesante del libro es que, a lo largo del texto de esta fascinante mujer, puede uno entender un poco más el inicio de un siglo marcado por las conflagraciones.

Nos referimos tanto a la Revolución Mexicana como lo que Europa vivía durante y después de la Primera Guerra Mundial y la agitación que se vivía en la escena de las artes. Sector siempre más sensible a plasmar lo que acontecía en esos años de tanta inquietud.

El libro no trata de la Revolución en sí, pero describe al país dentro de ese entorno donde se inició la gesta. María Antonieta vivió parte de ella apoyando a los “rebeldes” y como la describe Wikipedia, perteneció al círculo de artistas y e intelectuales que renovaron la cultura mexicana al concluir la revolución.

El libro revela la lucha por el amor y la libertad de una mujer cuyas pasiones se movieron alrededor del mundo de las bellas artes.

Con Tina Modotti y Frida Kahlko, María Antonieta fue considerada una de las 3 mujeres más influyentes en el temprano siglo 20 mexicano. Fundó el Teatro Ulises y formó el patronato para la Orquesta Sinfónica de México bajo la dirección de Carlos Chávez.

Además, se convirtió en mecenas de personajes como Andrés Henestrosa, Xavier Villaurrutia, Salvador Novo, Lupe Medina y entre otro del pintor Manuel Rodríguez Lozano.

Su pasión hacia Vasconcelos la llevó a emprender una gran campaña de alfabetización a lo largo de todo el país, contribuyendo con la edición y donación de miles de libros e invitando a las nuevas generaciones de artistas a pintar en edificios federales, acción que se conocería como el muralismo mexicano.

También desempeñó un papel fundamental en la campaña presidencial de Vasconcelos de quien fue pareja entre 1928 y 1929.

Kathryn Blair teje con gran habilidad la vida de esta misteriosa mujer que representa a muchas mujeres que aún en pleno siglo XXI no han encontrado salida ante una sociedad todavía opresiva y machista.

La historiadora hurgó más de 20 años en los documentos de la familia de su esposo para recrear la vida de este personaje de la vida real, reivindicar su papel en la historia y cuyo matrimonio y familia no pudieron parar sus ideales hasta quedar en la ruina y sin futuro.

Bien vale la pena leer este libro que en voz de la propia María Antonieta siguen resonando sus palabras: Las paredes (donde están los murales) educarán a los iletrados. Las paredes serán nuestra escuela.

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