OPINIÓN

Por Marc Murphy (*) – Marc@MexicoPacificLifestyle.com

¡Hola a todos!

A unas semanas de que concluya el 2022 me gustaría tocar un tema crucial para el turismo y los territorios donde se desarrolla. Cualquier destino que se jacte de ser exitoso debe mantener un crecimiento en términos de llegadas de turistas y gasto turístico, pero, ¿qué pasa cuando el número de visitantes sobrepasa la densidad de un destino? Es entonces que hablamos de un fenómeno llamado “masificación”, que a la larga genera efectos negativos a nivel social, económico, cultural y medioambiental.

La mayoría de las veces los diferentes actores que conformamos el universo turístico no somos conscientes de la delgada línea que separa a un pequeño pueblo paradisíaco -con una riqueza natural de gran valor- de una metrópoli donde se concentran miles de autos y personas. Sin embargo, sí hemos sido testigos de cómo algunos destinos han sido víctimas de su propio éxito.

Ejemplos a nivel mundial los tenemos en lugares como Barcelona, París, Roma y Venecia, en Europa, y en menor medida en Nueva Orleans y Nueva York, en Estados Unidos, ciudades que registran una sobredensidad de visitantes que ya está provocando el rechazo de la población local hacia los turistas, dando pie a otro fenómeno social: la turismofobia.

En México destaca el triste caso de Acapulco, que de ser el destino más importante de México a nivel mundial en las décadas de los 70 y 80, se convirtió de pronto en un lugar en el que solo quedan recuerdos de su opulencia. Por el mismo camino va Playa del Carmen, en Quintana Roo; y más cerca de nosotros, Sayulita, en la Riviera Nayarit, donde el turismo es un fenómeno omnipresente.

Si bien el fenómeno de la masificación en el mundo no es nuevo, sí es algo que se ha intensificado en la etapa postpandemia, ya que lo que está ocurriendo es un regreso, deseado por muchos, a lo que teníamos antes, a atraer a miles o millones de visitantes aunque sea una total incongruencia con los valores de sustentabilidad con que se promocionan los destinos.

Los números de la Organización Mundial del Turismo (OMT) nos dan una idea de la dimensión del problema: actualmente hay más de 1400 millones de viajeros al año circulando por el mundo y se espera que en 2030 sean 1800 millones, cifras realmente impresionantes si tomamos en cuenta que, según la misma OMT, en el año 2000 solo había 674 millones de viajeros.

Es un hecho, que la masificación turística no va a desaparecer y puede que se intensifique, especialmente porque el viajar, el ocio y el disfrute se han convertido en un derecho universal. El reto para los operadores turísticos es lograr un equilibrio. No hay que olvidar que los mismos viajeros están buscando destinos menos turísticos, más seguros, naturales, y gestionados de manera más positiva para la comunidad local.

Debemos pensar menos en el presente y más en el futuro. Anticiparnos a las consecuencias de no saber gestionar el crecimiento turístico en los destinos de esta región del Pacífico, donde el problema ha comenzado a asomarse. Aún estamos a tiempo.

¿Qué piensan ustedes? Envíenme sus comentarios.

(*) Especialista en consultoría y desarrollo turístico/inversión y gestión inmobiliaria.

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