OPINIÓN

Por Jorge Berry (*) – m.jorge.berry@gmail.com

Tomemos unos minutos para reflexionar. Un opositor de toda la vida llega por fin al poder. Es un hombre que, junto con sus predecesores, luchó toda su vida por lograr que México tuviera elecciones libres. Sus desvelos rindieron frutos. Poco a poco, con diversos jaloneos políticos, el poder legislativo tuvo que irse rindiendo ante una realidad que ya era insostenible: el proceso electoral no podía ser conducido desde la Secretaría de Gobernación, donde invariablemente se garantizaba el triunfo del partido en el poder.

Así nació el Instituto Federal Electoral, organismo autónomo, que buscaría dar certeza a los resultados electorales. Hay que hacer aquí un reconocimiento especial al presidente Ernesto Zedillo, en cuyo mandato floreció el proyecto, se crearon las infraestructuras, y para cuando terminó su sexenio, y bajo el control del IFE, se produjo la primera instancia de alternancia del poder en la historia democrática de México. Por fin, el PRI perdió una elección, y ascendió al poder un panista, Vicente Fox.

El mecanismo quedó establecido, se convirtió en ejemplo mundial, y así pasaron tres elecciones más. Cierto, la de 2006 que ganó Felipe Calderón tuvo su dosis de controversia, porque desde entonces, Andrés Manuel López Obrador nunca ha aceptado ninguna derrota. Este exceso produjo la toma de Reforma y determinó la ruptura de López Obrador con el PRD, y la creación de Morena.

Llegó 2016, y una vez más, López Obrador se postuló a la presidencia, esta vez como abanderado de Morena. El IFE hizo caso omiso a las quejas de AMLO del pasado, y condujo este proceso igual que todos los anteriores. Esta vez, el resultado favoreció al tabasqueño. López Obrador llegó a la presidencia, que no quede duda, gracias a la existencia del IFE, que garantizó un proceso electoral equitativo.

¿Cómo explicarse ahora que AMLO pretenda desmantelar al Instituto que tanto trabajo, y hasta vidas, costó construir? Mi opinión personal es que Morena es solo la nueva cara del viejo PRI. Y el viejo PRI no perdía elecciones, y Morena quiere instalar una dictadura de partido como la que vivimos durante los 70 años de priato. ¿Podrán?

Ahora, hay un factor distinto. La sociedad civil no está dormida, y se da perfecta cuenta de lo que pretende hacer López Obrador. El ataque al ahora Instituto Nacional Electoral (INE) ya se convirtió en un escándalo internacional.

El primer intento de desmantelar al INE fracasó. López Obrador no contaba con mayoría calificada en el Senado para modificar la Constitución. Y entonces diseñaron el maquiavélico plan “B”, que son una serie de modificaciones a las leyes secundarias y a reglamentos que determinan el funcionamiento del INE. Reducen en más de 80% el presupuesto de operaciones, y alteran de manera significativa la capacidad del INE para supervisar conteos, casillas y resultados. Este plan “B” ya fue mayoriteado por Morena y sus partidos satélites en ambas cámaras, en medio de ácidos debates en tribuna. Ahora, pasará a la firma del presidente. Pero hasta que las leyes se publiquen y entren en vigor, se podrán iniciar las demandas de inconstitucionalidad, que diferentes actores, entre ellos, el propio INE, pretenden presentar ante la Suprema Corte de la Nación. Y el problema es el tiempo. Los ministros requieren de tiempo para emitir sus decisiones, y la elección de 2024 está a la vuelta de la esquina. Por eso no renuncia la ministra plagiaria Yasmín Esquivel. AMLO requiere su voto.

Mencioné líneas arriba el despertar de la sociedad civil. Es el momento de dejar sentir nuestro peso. La manifestación masiva convocada para el domingo 26 hará ver a todos los actores políticos lo que pensamos los ciudadanos, y los ciudadanos queremos que nuestros votos cuenten. No queremos volver a los tiempos de elecciones amañadas. Si los gobiernos fracasan, tienen que responder ante los ciudadanos, y para eso están las urnas. Aquí, en nuestra zona, hay que unirnos a la convocatoria hecha por el Dr. Jorge Villanueva, para asistir a la marcha a las 10 am del domingo en la explanada del parque Hidalgo, para llegar a las 11 am hasta los arcos del malecón. Somos una de 80 ciudades que unidas insistiremos en que “mi voto no se toca”.

Es el turno de los ciudadanos de enseñar el músculo, aquí, en el Zócalo, y en todo México. Es hora de defender nuestra democracia. Ahí nos veremos.

¡Hasta el lunes, amigos de Bahía y Vallarta!

(*) Periodista, comunicador y líder de opinión con 50 años de experiencia profesional.

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