LA MIRADA INCÓMODA

“Una nación que gasta más dinero en armamento militar que en programas sociales se acerca a la muerte espiritual”: Martin Luther King.

Por Alfredo César Dachary – cesaralfredo552@gmail.com

El Papa Juan Pablo II y el ex Presidente norteamericano Ronald Reagan pactaron una informal “alianza secreta” para impulsar la caída de la URSS, según un libro que publicó en septiembre de 1996 el periodista estadounidense Carl Bernstein, quien junto con Bob Woodward cubrieron el escándalo de Watergate, que llevó a la renuncia del Presidente de Estados Unidos, Richard Nixon.

En este libro de fin del siglo realizó junto con el periodista italiano Marco Politi, un trabajo de investigación histórica de uno de los acontecimientos más importante del siglo y que titularon “Su Santidad. Juan Pablo II y la historia oculta de nuestro tiempo”.

Reagan y William Casey, entonces jefe de la CIA, facilitaron información secreta al Pontífice polaco porque consideraban que el Vaticano, tras veinte siglos de historia, era una “superpotencia espiritual”, con el respaldo de más de mil millones de fieles que garantizaba en Occidente el éxito de cualquier alianza.

Las fotos tomadas por satélites de la CIA hicieron posible que el Papa examinara en los años siguientes una reunión mantenida en celoso secreto, de la cual el mundo no tendría noticia sino un decenio después, una alianza informal y secreta entre la Santa Sede y la administración del Presidente Ronald Reagan, que aceleraría el cambio político más profundo del siglo XX.

Aunque el Vaticano buscaría en los años siguientes hacer desaparecer la impresión de que estos dos representantes de poderes terrenales tan diferentes habían formado una nueva Santa Alianza, no fue posible borrar tantas huellas.

Era sorprendente la naturaleza religiosa de algunas de las conversaciones que sostenían Casey (CIA) y el Papa, además de hablar sobre acontecimientos que sacudían al mundo en Polonia y en América Central, donde tanto Estados Unidos como la Iglesia luchaban contra los sacerdotes de la Teología de la Liberación aliados a los grupos que se rebelaron en esa época contra el colonialismo imperial.

Nuevos estudios en Europa y América han ido ampliando el papel de esta alianza entre el Vaticano y las fuerzas más conservadoras de Estados Unidos, en el proyecto llamado Intermarium, cuyo propósito era desarrollar una red de grupos para luchar contra la influencia internacional de la Unión Soviética y las izquierdas, desde una perspectiva conservadora y católica aliada al capitalismo.

El surgimiento del Intermarium como un proyecto nacionalista católico polaco que buscaba proteger su identidad religiosa de las amenazas a las que se enfrentaba, entre ellas la URSS y el comunismo, era un producto de la guerra fría, y la propia decadencia de la religiosidad en occidente.

Por ello, la Santa Sede y Estados Unidos se integran a esta estrategia como un elemento importante en la Guerra Fría, y en México, este proyecto encuentra su expresión en la denunciada sociedad de ultraderecha El Yunque, que logró permear y controlar durante varios años al PAN.

En Latinoamérica, la situación persiste en forma semejante, a través de los liderazgos católicos y las sociedades secretas reservadas desde el Opus Dei a la obra mayor de Marcial Maciel, a la orden religiosa de los Legionarios de Cristo y sus amplias redes educativas.

El proyecto Intermarium permite entender la forma en que se vinculan desde la Segunda Guerra Mundial y después de la Guerra Fría, las dos fuerzas más poderosas de Occidente: Estados Unidos y el Vaticano.

El nacionalismo católico hispanista es el medio por donde la hegemonía de Estados Unidos y la Santa Sede se impone a Latinoamérica y, particularmente, México. El Intermarium se crea frente a la Revolución Rusa y la URSS y luego frente a la guerra fría; hoy frente a nuevos paradigmas científicos que borran los restos del humanismo del siglo XVIII, al considerar el fin del libre albedrío y que todos los seres vivientes en el planeta están integrados por algoritmos.

El período correspondiente al Papa Pío XII interesa, pues existe un particular interés por conocer la relación de la Iglesia Católica con el nazismo, el fascismo y otros movimientos políticos extremistas de esa época y la falta de condena de la iglesia al nazismo y su política racista de exterminio.

Eran épocas donde la Iglesia tenía dictadas una serie de anatemas (o maldiciones) contra los judíos, los comunistas y la masonería, estas grandes condenas eran aplicadas de distinta forma por los obispos y arzobispos, las congregaciones religiosas y las organizaciones laicas.

En esa época, el gobierno mexicano promovía relaciones con la URSS y durante el período Cardenista plantea la educación socialista, además de darle asilo a León Trotski, uno de los teóricos más avanzados del marxismo.

Esto le hacía corroborar la peor de las sospechas a la Iglesia mexicana, en un país donde el catolicismo fue muy fuerte y con más guerras religiosas en el continente, desde Juárez en el XIX a la Guerra Cristera de la primera mitad del siglo XX.

Las congregaciones católicas vertebraban organizaciones anticomunistas y antisemitas en Europa, Estados Unidos y Latinoamérica (incluyendo México), que sirvieron de base y apoyo a la expansión del nazismo cuando se logró controlar prácticamente todo el continente europeo. Debemos recordar que la Alemania nazi creaba, en su expansión, regímenes colaboracionistas como el franquismo (recordar el bombardeo de Guernica en 1936 por la aviación nazi a solicitud de Franco).

El nacional catolicismo franquista en España, implantado gracias a la colaboración directa de la Jerarquía católica española y la participación militar de la Legión Cóndor alemana, el fascista Corpo di Truppe Volontarie, lo que garantizó el triunfo de los golpistas sobre la República Española y respaldó el genocidio de una parte significativa de la población republicana.

En Francia, el Gobierno colaboracionista de Vichy, dirigido por el mariscal Pétain, respaldó el proyecto y participó activamente del exterminio de la población judía, y este modelo se replicó en prácticamente todos los países europeos invadidos: Holanda, Noruega, Finlandia, Croacia, Ucrania y Hungría, entre otros. Para que tengamos una idea de las dimensiones internacionales de este programa geopolítico, cuando Angelo G. Roncalli (luego el Papa Juan XXIII) fue designado Nuncio Apostólico en Francia, debió enfrentar las acusaciones a 87 obispos de colaboracionismo con los nazis; solo tres fueron condenados y esa habilidad negociadora le permitió salir del cuerpo diplomático vaticano y ser designado nada menos que Patriarca de Venecia y Cardenal y, seis años después, al Pontificado.

Este proyecto geopolítico constituye una visión nacionalista católica de Europa del Este en contra de Rusia y Alemania, para posteriormente ser embebido por la Santa Sede y dirigido contra la URSS y transmitirse a la CIA, durante la época de la Guerra Fría, para articular una cruzada anticomunista mundial.

Estados Unidos y la Santa Sede son representativos de esquemas imperialistas concentrados en proteger sus zonas de influencia y combatir a otros absolutismos, la estrategia del Intermarium consolidó alianzas políticas poderosas con el Franquismo y su dictadura católica.

España se transformaría en el refugio para los nazis y sus colaboradores nacionalistas católicos de Europa del Este, así como base del Intermarium y de la Operación Gladio que tutelaron la OTAN (Organización del Atlántico Norte) y la CIA durante la mayor parte de la Guerra Fría.

En Latinoamérica, fue la Operación Cóndor, responsable del genocidio de grandes grupos de jóvenes que se rebelaron contra la opresión como en el 68 de México, y varios países de Latinoamérica.

La información relevante sobre este complejo y delicado tema no está precisamente en el Vaticano, sino en los archivos de la inteligencia y seguridad nacional de países como España, Francia, Italia, Estados Unidos y los de América Latina, en las órdenes y congregaciones religiosas (jesuitas, franciscanos, por ejemplo), los fondos reservados de los grandes arzobispados europeos, los archivos de organizaciones laicas, como las respectivas Acciones Católicas de los diferentes países.

¿Por qué presentar este tema luego de varias décadas desde que se inició?, ¿es posible que sobreviva?, ¿qué papel juega este programa en la actualidad? En un año de guerra de Rusia – Ucrania, una de las grandes aportantes al mantenimiento e incremento de esta guerra es Polonia, el bastión del catolicismo en esa zona del Báltico.

La gran duda es ¿por qué luchan? si Rusia es un país gobernado por la derecha más atrasada de Europa y la iglesia ortodoxa rusa, que nunca se ha renovado, que se maneja por la denominada Cuarta Teoría, de Aleksandr Duguin, o sea, no hay lucha ideológica sino fronteriza imperial para incrementar las regiones bajo su dominio.

No cabe duda que esta guerra es más lo que oculta que lo que es, en un mundo donde las ideologías que nos gobiernan y que vienen del siglo XIX, están más allá de la obsolescencia.

Donde las dos potencias más poderosas, Estados Unidos y China compiten por un capitalismo más eficiente, algo que no puede aceptar Estados Unidos, cuya base del poder es la guerra desde hace dos siglos, en nombre de la democracia y libertad, una narrativa que tiene menos realismo que un cuento de hadas. ¿Entonces cuál es el verdadero motivo?: la hegemonía imperial, bajo el manto de la 5ª. Revolución Industrial y diseñada por la Inteligencia Artificial.

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