OPINIÓN

Por Jorge Berry (*) – m.jorge.berry@gmail.com

Parece imparable la espiral descendente en la que el presidente Andrés Manuel López Obrador ha provocado en México. Cada vez con más frecuencia salen caprichos y ocurrencias en la mañanera que rebasan el raciocinio promedio.

Me comentaba un amigo, que buena parte de la culpa de las circunstancias actuales puede ser atribuida a la prensa en general, y a los opinadores como yo.

Argumenta que la mejor manera de neutralizar a AMLO es dejar de cubrirlo. No le falta razón, pero me temo que es imposible. Imagino a López Obrador sin cobertura, y se me ocurre que una de las pocas armas que le quedan a la sociedad civil son los medios, que todavía podemos denunciar sus barbaridades. Y digo todavía, porque va que vuela a intentar convertirnos en Cuba o Venezuela, y así poder silenciar a sus críticos, y solo escuchar alabanzas, que es lo que le gusta.

Es descorazonador ver el número de mexicanos que sucumbe ante el fanatismo obradorista, y muchos más que se conforman con recibir sus mil o dos mil pesos al mes como limosna del gobierno, y se sienten obligados a pagar con su voto.

Veo, por ejemplo, las encuestas en Hidalgo, donde, con todo y locuras presidenciales, el candidato de Morena a la gubernatura, Julio Ramón Menchaca, aumenta su ventaja sobre Alma Carolina Viggiano, de la alianza PAN, PRI y PRD. La oposición, que de manera importante logró impedir que Morena tuviera mayoría calificada en las elecciones intermedias de hace un año, no encuentra la forma de crecer, y el 2024 está cada vez más cerca.

El tema no es fácil porque, con el INE bajo ataque, y con las viejas tácticas priistas para alterar resultados electorales, incluyendo acarreos, compra de voto, o violación de casillas, el espectro de una elección de Estado parece inevitable.

Este reciente viajecito presidencial por Centroamérica y Cuba es una bofetada a nuestro principal socio comercial, y muestra que su vocación no es de izquierda, porque si así fuera, debería llevarse mejor con Biden que con Trump. Su vocación ideológica es el autoritarismo, de izquierda o derecha. El conservadurismo, del que tanto se queja, es lo que lo define.

¿Hasta dónde será capaz de picarle la cresta al gallo? Porque Estados Unidos aguanta mucho, hasta que ya no. La ya confirmada ausencia de López Obrador en la Cumbre de las Américas en Los Angeles, es otro insulto más, aunque sospecho que el verdadero motivo de cancelar su aparición es que no sabe inglés, y que se siente menos ante figuras como Biden y Trudeau. En contraste, se siente grande ante nuestros vecinos del sur, y por ello reparte afiliaciones al IMSS y contrata médicos cubanos, que no son médicos, a cambio de una fortuna para las arcas de la dictadura de La Habana.

Los morenistas afirman que, cuando alertamos sobre una posible estrategia que nos convierta en una dictadura, estamos exagerando. No es así. Ha dicho muchas veces que acabará blindando al gobierno para impedir que las instituciones necesarias para una democracia florezcan. El presidente López Obrador pretende una reforma electoral que desaparece los candados que han costado sangre colocar para hacer las elecciones lo más equitativamente posibles, y fue solo por esos candados que él pudo ganar en 2018. Pero ahora eso ya no le conviene. Todavía conserva la peregrina idea de dejar un legado histórico para que lo veneren las futuras generaciones de mexicanos. La historia será severa con el más grande creador de pobreza que haya ocupado la silla presidencial de México.

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No pretendo ser ave de mal agüero, pero la situación caótica en el espacio aéreo de CDMX creado por la central avionera Felipe Ángeles se ha vuelto realmente peligroso.

El rediseño de ese espacio fue hecho, para sorpresa de nadie, con las patas. Ya conocen la afición de este gobierno por contratar personal “90% leal y honesto y 10% eficaz”.

Este rediseño ha provocado ya varios acercamientos peligrosos de aeronaves. No sé si AMLO esté utilizando esta situación para persuadir a aerolíneas a usar Sta. Lucía. Sería un crimen. Ya mandó al secretario de Gobernación Adán Augusto a “sugerir” a líneas nacionales abrir más vuelos desde el Felipe Ángeles. Ya lo hicieron.

El problema son los usuarios. Nadie quiere volar desde ahí, ni tampoco aterrizar. Está muy lejos de CDMX, no tiene comunicaciones adecuadas y es carísimo llegar hasta allá. Y como no hay gente, no hay tiendas ni restaurantes, y ni tlayudas. Otro sonoro fracaso de uno de los peores caprichos presidenciales.

¡Hasta el lunes, amigos de Bahía y Vallarta!

(*) Periodista, comunicador y líder de opinión con casi 50 años de experiencia profesional.

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