OPINIÓN Por Jorge Berry (*) – m.jorge.berry@gmail.com

México envió un gran total de cuatro competidores a los Juegos Olímpicos de Invierno que comenzaron hace unos días en Beijing. Uno de ellos es vallartense… bueno, más o menos. Rodolfo Dickson nació en Vallarta, pero perdió a sus padres cuando tenía 9 meses. Fue adoptado por una pareja canadiense, y cuando tenía 3 años, se lo llevaron a Ontario, donde creció. Allá se hizo esquiador, destacando en la modalidad de slalom gigante.

Ir a una olimpiada no es poca cosa. Es un sueño, casi siempre inalcanzable, de cualquier esquiador. Pero Rodolfo encontró un nicho que le permitió acceder a formar parte de un equipo olímpico: es mexicano por nacimiento. Canadá, su patria adoptiva, es un país cuyo clima se presta mucho para los deportes invernales. Allá, todo el mundo es esquiador, y Rodolfo, aunque era de los buenos, tenía prácticamente nulas esperanzas de pasar el riguroso y competido sistema de selección. Representar a Canadá era imposible.

Alguien de su entorno se acordó que Rodolfo había nacido en Vallarta, y dijeron “vamos por México”. No tengo ni qué mencionar que el ski alpino no tiene un centavo de presupuesto. Rodolfo y los otros tres mexicanos inscritos en los Juegos cubren sus propios gastos.

Rodolfo Dickson ya tiene experiencia olímpica. Hace cuatro años, cuando tenía 21, ocupó el lugar 48 en el slalom gigante en los Juegos de PyeongChan. Esta vez, pretende mejorar. Con el apoyo financiero de su familia, se mudó a Austria para tener más contacto con las competencias de alto nivel. Ojalá le vaya bien. También le convendría aprender español, porque no sabe ni palabra.

Otro de los competidores mexicanos, no pata salada, pero también jalisciense, de Zapopan, es Donovan Carrillo, quien participa en la disciplina de patinaje artístico individual. Donovan es un joven que entrena en León, Guanajuato, bajo la tutela de un coach mexicano, en una pista de hielo pública, ubicada en un centro comercial. Para nada comparable con la vida de los patinadores que solemos admirar cada 4 años.

Anda circulando en las redes un video de una participación de este chico en alguna competencia, y ciertamente impresiona. Patinó al son de música muy mexicana, vestido de charro, y su rutina la ejecutó bien y limpia. Esta vez, su turno habrá sido anoche, pero por lo pronto solo sabemos que debutará en Juegos Olímpicos con la canción Black Magic Woman, de Carlos Santana.

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Ayer fue día feriado. Se conmemora la entrada en vigor de la Constitución de 1917. Me apena escribirlo, pero hay poco que celebrar. Tenemos una de las Constituciones más enmendadas del mundo, y cada sexenio, los gobernantes la modifican a su propio gusto. En dos siglos y medio de vigencia, la Constitución de los Estados Unidos tiene menos de 30 enmiendas. La nuestra tiene más de 700, sin contar el diluvio de enmiendas obradoristas.

Un gran número de artículos constitucionales no especifican sanción alguna si son violados. Como texto jurídico, la Constitución es un documento lleno de defectos técnicos. Esto lo aprovecha el gobierno actual para, o bien hacer caso omiso de los preceptos constitucionales, o tratar de pasar enmiendas para modificar artículos que les estorban.

Todo esto provoca que nuestra Constitución sea tan débil como las instituciones que de ella emanan. Vamos, la joya de la corona jurídica mexicana, que es el amparo, dejó de respetarse hace tiempo.

Recuerdo, hace unos 20 años, una serie de entrevistas que hice con el ahora presidente de la Suprema Corte, Arturo Saldívar, en las que proponía el magistrado que la aplicación de la ley de amparo fuese universal, y no individual. Fue un debate jurídico de altura. Me pregunto qué fue lo que cambió en el señor juez para que ahora se preste a mantener en prisión a Rosario Robles. Y no es defensa de la señora. Es defender lo poco que queda de estado de derecho en México.

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Hablando de defender, la voraz y épica campaña lanzada por el gobierno para desmentir las barbaridades del hijo mayor del presidente, José Ramón López Beltrán, no acaba de cuajar. Y es que es muy difícil, si no imposible, justificar un estilo vida claramente lleno de lujos, al tiempo que su padre predica la austeridad.

Lo único que podría medianamente funcionar, sería mostrar de dónde viene tanto dinero, porque el cuento de que casó “con una esposa rica” no excluye los contratos multimillonarios de PEMEX que se firmaron por adjudicación directa con la empresa del jefe de la señora.

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¿Ya vieron el video de Saúl “Canelo” Álvarez jugando golf? No solo es bueno pa’l moquete. También le sabe pegar a la cacariza. Canelo participó en el pro-am de Pebble Beach, uno de los campos legendarios en Estados Unidos. Y demostró algo que siempre he sostenido: quien tiene la coordinación muscular necesaria para destacar en cualquier deporte profesional, será bueno en cualquier deporte.

Me recordó los tiempos en que tuve el privilegio de jugar golf con Fernando Valenzuela. A las dos horas de haber tomado un bastón por primera vez, ya me ganaba. Reconozco que soy bastante malo, pero, ¿dos horas?

¡Hasta el viernes, amigos de Bahía y Vallarta!

(*) Periodista, comunicador y líder de opinión con casi 50 años de experiencia profesional.

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