TERCERA LLAMADA

Por María José Zorrilla

Con motivo de la celebración del Día de las Naciones Unidas el pasado 24 de octubre se realizaron eventos en distintas partes del mundo.

Frente al Salón de la Asamblea General de la organización se realizó el concierto “Juntos por la paz y la prosperidad” bajo un formato híbrido.

Con escenas en vivo y otras pregrabadas bajo el patrocinio de la Misión Permanente de la República de Corea el evento fue grabado y trasmitido a través de redes sociales para un mayor alcance.

En Dubai también se realizaron eventos oficiales para celebrar este día, con la actuación de orquesta Sinfónica Juvenil de los Emiratos Árabes Unidos. A 75 años de su fundación, pareciera que cada vez es menos apreciada la presencia de este organismo que hace esfuerzos desesperados por volver alcanzar la plenitud y credibilidad que en algún momento tuvo, después de haber concluido la II Guerra Mundial, como emblema de la esperanza por la unión y la paz en el mundo.

Como una guía para el manejo de una agenda común establecidos en el Artículo I de la Carta de la ONU. Mantener la paz y la seguridad, fomentar las relaciones de amistad basadas en igualdad de derechos y libre determinación de los pueblos, cooperar internacionalmente en la solución de problemas mundiales de carácter económico social, cultural humanitario y servir como centro para armonizar los esfuerzos para que las naciones alcancen estos propósitos comunes.

En los temas de paz, hay aspectos que difícilmente podrán alcanzar un equilibrio pacífico, a pesar de la ONU, porque los intereses y pasiones que se han generado entre países, etnias y religiones, especialmente en el Medio Oriente vienen de siglos atrás, los rencores se han trasmitido de generación en generación, han surgido cada vez grupo radicalizados en extremo capaces de tomar todo tipo de acciones como lo ocurrido recientemente en Afganistán. Una lucha perdida para la ONU y los Estados Unidos ante la llegada del talibán.

Respecto al tema sanitario la Organización Mundial de la Salud ha hecho sentir su presencia reguladora ante la aparición del COVID, pero su papel no ha sido suficiente para resolver de manera integral una pandemia que parece no tener tregua. Ante los esfuerzos de las potencias y de la OMS, la carrera la va ganando el virus.

En Rusia la pandemia está revelando la dura realidad ante una nueva escalada de contagios con 70% más de víctimas que hace un mes.

Por otro lado, el tema de la contaminación del planeta es una preocupación que no ha quedado en el tintero. Hace algunos meses la ONU lanzó una voz de alerta ante la urgencia de tomar medidas de prevención para el entorno y creó la Alianza de las Naciones Unidas para la Moda Sostenible.

Un programa para disminuir las prácticas perjudiciales que uno de los sectores más glamorosos del mundo representa para el medio ambiente.  Y en efecto, la moda resultó ser un fuerte enemigo de la preservación de nuestro entorno.

Fue en Nairobi en 2019 cuando se dio a conocer que la industria de la moda es el segundo consumidor de agua a nivel mundial, genera 20% de las aguas residuales y libera medio millón de toneladas de microfibras sintéticas al océano.

Y el dato más revelador es que dentro de este consumismo que nos consume, compramos en promedio 60% más de ropa que hace 15 años y cada artículo se conserva la mitad del tiempo.

Asociar al organismo que inició como generador de paz y bienestar, armonía, igualdad y derechos humanos para todos, con la industria textil pareciera un binomio imposible de existir.

La realidad nos ha rebasado y tenemos que atacar el problema desde distintos ángulos. No sólo disminuir el consumo de plásticos. También crear esta conciencia de lo que significa la compra desbordada de prendas para lucirlas un par de ocasiones y desecharlas.

Releer la nota emanada de esa reunión de Nairobi, me ha recordado lo que era la infancia de quienes nacimos hace varias décadas. La ropa del hermano mayor pasaba a los que le seguían.

En mi casa fuimos cinco y yo la menor de tres hermanas. Muchas veces “estrené” la ropa de mis hermanas que ya tenía dos o tres años de estar en circulación sin ningún problema. Tendríamos a lo mucho tres o cuatro pares de zapatos y la vida no estaba regulada de la manera que ahora lo hace por las leyes de la moda, lo que está chic o in, los colores que vienen en esta temporada.

Hemos caído en lo que alguna vez nos pareció exagerado cuando nos enteramos que Imelda Marcos la esposa de Ferdinand Marcos que estuvo frente al poder en Filipinas por 21 años tenía cientos y cientos de prendas de vestir y 1000 pares de zapatos.

Hoy día casi todo el mundo tenemos ropa en exceso y tal vez no lleguemos a esas cantidades porque el presupuesto no nos alcanza.

En estas fechas donde algunos países recordaron la Naciones Unidas con conciertos, no debemos olvidar que ante todas las amenazas que nos aquejan, hay otro gran reto, declararle la paz a nuestro medio ambiente y darle un buen respiro a la naturaleza ante tanta agresión.

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